El Ayuntamiento de Tarragona quiere tirar adelante un plan urbanístico especial para regular la apertura de salas de juego y de apuestas en la ciudad. Uno de los principales objetivos es evitar que se instalen más establecimientos de esta tipología cerca de los centros educativos. Y es que en Tarragona, hay algunos casos que preocupan. Es el ejemplo de la sala de juegos de la calle Governador González –a pocos metros del Col·legi Joan Roig–, o la de la Rambla Vella –a medio camino entre la Escola Miracle y el Institut Pons d’Icart–.
«Los datos son los que son. No podemos hablar de proliferación de salas de juego en la ciudad, pero las que hay nos preocupan, ya que pueden acabar siendo un problema para las familias», explica Montse Adan, concejala de Comerç del Ayuntamiento de Tarragona. En la actualidad hay hasta siete establecimientos de esta tipología en la ciudad. Desde salas de juego y apuestas, hasta casinos y pasando por bingos. El último que ha abierto sus puertas ha sido el casino de Icomar. Los que más inquietan a los vecinos son, sin duda, los que están ubicados en el núcleo más urbano, como los de las calles Governador González, Pere Martell o Rambla Vella.
Por ello, desde el Ayuntamiento de Tarragona se trabaja en la idea de elaborar de un plan especial que prohiba la apertura de este tipo de negocios a menos de 300 metros de distancia de un centro escolar. Cabe recordar que la Generalitat marca la distancia en 100 metros. «Es insuficiente», según la concejala Adan. «Actualmente estamos viendo si este tipo de plan de usos tendría viabilidad», dice Adan, quien explica que el documento estaría inspirado en el de otras ciudades con una problemática parecida, como es el caso de Hospitalet de Llobregat. Este municipio ya aprobó el plan especial el año pasado.
La idea de elaborar un plan de usos nació a raíz de una denuncia de la Associació de Veïns de Tarragona Centre. La entidad se reunió con la concejala de Comerç, y le trasladó la preocupación por la sala de juego Costa Win, ubicada en la calle Governador González. «El local está a tan solo 98 metros de distancia de una escuela. De hecho, hay contacto visual directo entre ambos equipamientos», dice Ana Alonso, vicepresidenta de la asociación.
La entidad decidió hace unos meses ponerse manos a la obra para ver si Costa Win cumplía con la normativa. «La ley marca que entre un colegio y una sala de juego debe haber un mínimo de 100 metros de distancia. En el caso del Costa Win, si hacemos una línea recta, no lo cumple. El problema es que la Generalitat le dio la licencia porque cuenta el paso de peatones, lo que hace ganarle unos pocos metros», explica Alonso, quien añade que «cuantas más veces pase un adolescente por delante, más riesgo de que acabe entrando». La entidad opina que el hecho de que haya un negocio como este cerca de un colegio aumenta las probabilidades de que un joven o adolescente acabe sintiéndose atraído y opte por entrar.
La concejala, por su parte, asegura que el plan de usos «permitiría evitar situaciones similares de forma preventiva, para así disminuir el riesgo». Desde el Ayuntamiento ya se ha puesto en contacto con la Generalitat para explicar la problemática concreta en este punto de la ciudad.
Además, la entidad asegura que esta sala de juego también está cerca de uno de los puntos donde más niños se concentran cada tarde: el carrillón de la Plaça Corsini. «No es un centro escolar, pero sí una iniciativa dirigida a los más pequeños», dice Ana, quien añade que «este no es el modelo de ciudad que queremos».
Por su parte, Josep Maria Brull, gerente de la sala de juegos Costa Win, explica que «nosotros cumplimos a la perfección con la normativa», y asegura que existe un control riguroso a la hora de dejar entrar a los clientes. «No solo comprobamos que sean mayores de edad, sino que también miramos la base de datos por si tuviera la entrada prohibida». Costa Win abrió en la calle Governador González hace 10 años.
La voz de los expertos
El Diari ha hablado con algunos expertos para conocer más sobre el tema. Cristina Delgado es coordinadora de programas de prevención del Proyecto Hombre de Catalunya. Dice que el hecho de que haya un salón de juegos cerca de un centro educativo «genera un factor de riesgo que puede hacer que un adolescente acabe cediendo y entrando», asegura Delgado, quien añade que «dependiendo del momento vital o de si estoy o no vulnerable, hay más probabilidades de que acceda al local si lo tengo al abasto».
Según la encuesta Estudes del Plan Nacional de Drogas, un 21,5% de los estudiantes españoles de entre 14 y 18 años han jugado con dinero en el último año. Tanto de manera presencial como en línea. Otro de los datos es que un 83% de estos jóvenes han jugado a videojuegos. «Cuando pensamos en juego con dinero, nos viene a la cabeza las apuestas y las máquinas tragaperras, pero lo cierto es que los videojuegos, si no se acompaña bien, podrían ser la puerta de entrada del mundo del juego», dice Delgado.
Por su parte, Angel Belzunegui, profesor de Sociologia de la Universitat Rovira i Virgili, asegura que Tarragona no es un ciudad con una gran densidad de salas de juegos, si la comparamos con otras como Murcia, que está la primera en el ranking. «Otra cosa es donde se encuentran este tipo de establecimientos», explica Belzunegui, quien asegura que «ninguna de estas ubicaciones es escogida al azar o de manera espontánea. Todas tienen detrás un estudio de mercado, lo que explicaría que estos empresarios optan por calles donde pasen probables clientes, jóvenes y adolescentes».
Otra de las apreciaciones que hace Belzunegui, y que se puede extraer de un estudio, es que la mayor parte de jóvenes, de entre 14 y 17 años, prefieren jugar presencialmente que online. «Nos sorprendió porque pensábamos que encerrados en su habitación jugarían con más facilidad. Sin embargo, resulta que en casa sienten miedo por dejar señales, no se acaban de fiar. En cambio, en la calle les garantizan el anonimato», explica Belzunegui. El profesor de la URV ve con buenos ojos el plan de usos, «quizás no tendrá tanta trascendencia para aquellos que ya sean consumidores habituales, pero sí que permitirá alejar la tentación».
Inseguridad
Para los vecinos de la zona centro de Tarragona, la presencia de este tipo de negocios aumenta la percepción de inseguridad. «Independientemente de lo que ocurre dentro de estos locales, cuando las personas salen fuera se generan peleas, discusiones y vandalismo», dice Ana Alonso, vicepresidenta de la Associació de Veïns de Tarragona Centre, quien asegura que «además, el callejón que hay al lado del Costa Win –se refiere al Passatge Cobos– facilita el encuentro entre jóvenes que hacen trapicheo de droga».
Por su parte, Josep Maria Brull, gerente del Costa Win, asegura que se trata de un tema puntual que ocurrió hace un par de años y que ya se ha solucionado. «De hecho, nosotros fuimos los primeros interesados en que terminaran los problemas. Por eso denunciamos el tema a la policía», explica Brull, quien recrimina a los vecinos «que nos culpen a nosotros, en lugar de a las personas que generan inseguridad».
Sea como sea, el Ayuntamiento de Tarragona pretende endurecer la normativa para que no proliferen este tipo de negocios en la ciudad.