Cada año, cuando llegan los meses de más calor, los vecinos de Solimar y Monnars se ponen a rezar y a colocar un cirio al patrón de Tarragona, Sant Magí. Temen que en cualquier momento las casas queden destruidas por un incendio forestal. Situada en una zona que algunos consideran privilegiada del término municipal, dicha urbanización no dispone de la obligatoria franja de seguridad que contempla la ley. El Ayuntamiento asegura que el pleno aprobó una partida para realizar estos trabajos en el término municipal y que cuando se contrate a la empresa se decidirá dónde se actúa, según las necesidades más urgentes.
Las dos urbanizaciones son en realidad un solo bloque de viviendas, donde incluso sus residentes no saben dónde empieza una y donde la otra. La calle más problemática es la situada en la zona del extrarradio. Es la Vora Bosc, que prácticamente está rodeada de bosque –en menor medida está la Vora Mar, ubicada más cerca de la antigua carretera N-340–.
En algunos puntos, la calle está asfaltada y con sus correspondientes aceras. Pero hay tramos que es un camino de tierra, aunque tenga consideración de calle. Pero en ninguno de los dos casos se cumple la normativa que indica que hay que tener una franja de protección de 25 metros, libre de vegetación, para evitar que un incendio forestal pueda llegar hasta las mismas viviendas. Y es que el bosque se encuentra a ocho metros del muro de las casas.
Zona particular
Los vecinos aseguran que el bosque donde se tendría que hacer esta franja es particular. Y que el Ayuntamiento tendría que instar al dueño a cumplir la normativa. Y si este no lo hace, el Consistorio lo debería hacer de forma subsidiaria y pasar después la factura.
La urbanización se comenzó a construir hace unas tres décadas. Fue precisamente en aquella época cuando un importante incendio asoló la zona de Boscos de Tarragona, cuando Solimar todavía no existía. Por ello, los vecinos saben que si no se toman medidas, el fuego les puede llegar a ellos.
Y en algunos puntos, el bosque está a tocar de las casas, como en la confluencia de las calles Vora Bosc y Andròmeda. En el catastro figura que hay un paso de dos metros de ancho que separa el bosque de las casas. Pero sólo está sobre el papel, porque sobre el terreno la realidad es que el matorral y los pinos llegan a las paredes de las fincas.
El vecindario, cuando llega el verano, también está muy pendiente de la línea de media tensión que cruza la urbanización. Unas torres que están clavadas en una zona considerada verde. «No cumple la distancia de separación con las casas», aseguran los vecinos. Las chispas, al parecer, saltan cuando hay una sobretensión. Cabe recordar que esta línea llega a la urbanización después de pasar por en medio de zona boscosa.
Un arquitecto añade que, según el POUM, las líneas de media tensión tendrían que ir soterradas.
El pasado mes de noviembre, el pleno aprobó el mapa de franjas que se tenían que limpiar. «La segunda fase es licitar los trabajos. Se hará de forma inminente, como mucho en tres semanas. No nos encantaremos», señala al Diari el concejal de Seguretat Ciutadana i Protecció Civil, Manel Castaño. Cuando esté resuelto el concurso –tras las alegaciones, si las hay–, se espera que en el mes de mayo comiencen los trabajos.
¿En qué zonas?
Todavía se desconoce en qué zonas del término municipal se va a actuar. El mapa lo confeccionará la empresa contratada –la adjudicación es por dos años– junto con los técnicos de Protecció Civil y Medi Ambient del Ayuntamiento. Castaño reconoce que en el 2019 no se hicieron estos trabajos porque el anterior Ayuntamiento «no hizo los deberes».
En el 2015 se realizaron franjas de protección en Bonsol, Boscos, Florimar, Llevantina y Colls Majors. Y durante los años 2017 y 2018 se han efectuado trabajos de mantenimiento. Cala Romana se limpió por primera vez en 2018 y también se tiene que hacer mantenimiento. Pero actualmente, los agentes rurales ya trababan en ampliar las franjas de las urbanizaciones a las instalaciones aisladas, como masías.