Sensores basados en Inteligencia Artificial para envejecer en casa

Un grupo de investigadores del Departament d’Enginyeria Informàtica i Matemàtiques (DEIM) de la URV idea un sistema para monitorizar la actividad de las personas vulnerables que viven solas

05 agosto 2024 21:36 | Actualizado a 06 agosto 2024 07:00
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La población europea y la tarraconense envejece. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de hace tan solo unas semanas, recogidos por el ‘Diari’, en 2034 el 23% de la población de la provincia tendrá 65 años o más y los abuelos y abuelas centenarios serán más del doble que ahora. Si este año se cuentan 272, en una década se estima que habrá 626. La necesidad de atender la dependencia será una de las prioridades.

Un grupo de investigadores del Departament d’Enginyeria Informàtica y Matemàtiques (DEIM) de la Universitat Rovira i Virgili (URV), liderado por el catedrático Domènec Puig, ya está trabajando en esta previsión. Ha ideado un sistema basado en la Inteligencia Artificial para monitorizar la actividad y los parámetros vitales de personas vulnerables, mayores o con algún tipo de discapacidad, que viven solas. Se trata del proyecto ICARE, financiado por el Departament de Drets socials de la Generalitat gracias a los fondos Next Generation. Además de la URV, cuenta con la colaboración del Institut d’Investigació Sanitària Pere Virgili en cuanto al asesoramiento médico y de la Fundació Ave Maria de Sitges, que dispone de residencias y pisos tutelados para personas vulnerables.

Es un sistema no invasivo. Los datos que aporta deben ser leídos por un profesional

El objetivo de la iniciativa no es otro que preservar la vida independiente en el domicilio el mayor tiempo posible. «Nosotros desarrollamos el software de los sensores que se instalan por las diferentes estancias de la vivienda, cuya característica principal es que no son intrusivos, no disponen de cámaras ni alteran el día a día de las personas», destaca Domènec Puig. A partir de los datos que se capturan de forma continua, el cuidador social, un médico o un supervisor, puede inferir la actividad humana en la vivienda. «Por ejemplo, hay sensores en base a gases. Es decir, la concentración de CO2 en una habitación es mucho más alta si la persona no se mueve de allí. Así se puede saber si se ha quedado todo el día en la cama, si ha ido al lavabo, si se ha preparado el desayuno y otros movimientos, sin necesidad de una vigilancia directa», explica Puig.

Como complemento, una aplicación móvil permite conocer parámetros como el ritmo cardíaco, la respiración o la presión sanguínea, únicamente enfocando la cara del paciente. «Este método tampoco es invasivo. No hace falta que la persona tenga nada conectado ni se hace ningún reconocimiento facial. Simplemente se tiene que poner ella misma el móvil delante de la cara periódicamente», comenta el catedrático de la URV.

Los domicilios tutelados

«Debemos generar que en el domicilio podamos tener una buena forma de vivir», defiende Jordi Cerezuela, patrón delegado del Instituto de Robótica para la Dependencia, una institución que actúa a nivel estatal. Es también Director General de la Fundació Ave Maria de Sitges, que gestiona centros residenciales principalmente destinados a personas con discapacidad intelectual y mental, así como acompañamiento a la solitud y que es donde se instalan los dispositivos de la prueba piloto. «Nosotros intentamos innovar. Trabajamos con robots asistenciales bien para centros o bien para dar apoyo en la propia vivienda. Participamos en el trabajo de campo, que consiste en detectar a personas a las que les podamos instalar los sensores para empezar a hacer las pruebas. Somos los que periódicamente vamos y tenemos contacto con los destinatarios», dice Cerezuela. Este explica cómo, a pesar de que en sus instalaciones cuentan con médicos, enfermeros y psiquiatras, la gestión de la lectura de los datos aportados por los sensores la llevan a cabo a través de trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales.

«Podemos disponer incluso de alertas. Con este tipo de tecnología lo que hacemos es que la teleasistencia pueda avanzar, esta debe ser la filosofía de cara al futuro», manifiesta Cerezuela. Un futuro que en muchos casos ya es presente si se tiene en cuenta la falta de plazas residencias, especialmente públicas, o las dificultades que muchos ciudadanos tienen para abonar los precios de las residencias privadas.

En el centro de todo el proceso está la prevención. Hatem Rashwan, otro de los investigadores, resalta que toda la información recogida se centraliza en una plataforma inteligente que está en fase de desarrollo. Este sistema será capaz de procesar los datos y hacer las recomendaciones a cuidadores sociales y médicos, que en base a todo ello tomarán las decisiones finales. La finalidad no es solucionar problemas puntuales, sino disponer de todo el historial del paciente y anticiparse en la detección de enfermedades. «Es un sistema de apoyo a la decisión», destaca el catedrático de la URV.

«Lo que buscamos es la tecnología para la independencia. Por un lado, mirar de aminorar la sensación de solitud. Por otro, dar más garantías de que podemos actuar cuando una persona vive sola. Tenemos que mejorar la asistencia a domicilio y que no todas las soluciones sean privadas», dice Cerezuela.

«La Inteligencia Artificial está muy de moda, para bien o para mal, depende de quién hable de ella, parece que pueda vencer la voluntad de las personas o que pueda gobernarlas. Nosotros, desde la universidad, abogamos por la bondad de la tecnología, queremos desarrollarla por el bien de los ciudadanos», concluye Puig.

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