Santiago J. Castellà Surribas es presidente de la Autoritat Portuària de Tarragona desde finales del pasado mes de octubre, cuando cogió el relevo a Saül Garreta. Castellà es académico, aunque en los últimos años su carrera se ha dirigido hacia la política. Primero como senador y más tarde como subdelegado del Gobierno.
¿Cómo se ve el territorio desde el Port de Tarragona?
El puerto es la puerta de entrada más importante a la ciudad. Y al final la posibilidad de tener una industria y una economía potentes tiene mucho que ver con el puerto. Este ha construido Tarragona y Tarragona se ha construido desde el puerto.
Siempre ha sido un cargo poco político. ¿Cree que por esto explica su perfil?
Soy una persona muy transversal, capaz de hablar con todo el mundo desde las ideas políticas que tengo, de transformación de la realidad desde un punto de vista progresista. Esto lo he puesto en práctica en la Subdelegación, que era un espacio complicado porque no formaba parte de las dinámicas normales de la política en Tarragona. En cambio, hemos generado un espacio de encuentro, consenso y relación muy bien aceptado por todos los sectores.
¿Quién le propuso como presidente del puerto?
La decisión es de Salvador Illa, pero creo que lo consultó con el alcalde de Tarragona y la alcaldesa de Reus. Y también hay una persona que políticamente ahora es muy relevante, que es Javier Villamayor. Tanto Javier Villamayor como Rubén Viñuales han sido alumnos míos.
El día de su presentación comentaba que quería ser un presidente de consenso.
Sí, el puerto no permite hacer política y sería malbaratar uno de los activos más importantes que tenemos en el territorio. Por tanto, lo que podemos ofrecer es un espacio de consenso, lo que significa que el puerto no debe tomar decisiones autónomamente, ya que lo que hacemos va a repercutir en el territorio.
Hace cuatro días le venían a ver a la Subdelegación pidiéndole mejoras en infraestructuras. Ahora le tocará ir a usted.
Sí, yo creo que a nivel de infraestructuras en los últimos años se han dado pasos decisivos: la ampliación del aeropuerto, las ampliaciones que ha habido en el puerto, el túnel del Coll de Lilla y la liberación de la AP7. Sin olvidar el tercer carril, que supondrá la renovación de toda la línea de la costa con traviesas, catenarias y sistemas de seguridad nuevos, que la harán mucho más fiable.
Saül Garreta fue el presidente de la descarbonización. ¿Seguirá esta línea?
La línea de descarbonización es básica e imprescindible para todos los sectores económicos. O conseguimos descarbonizar la economía o no llegaremos a sitio. Aunque a mí me gusta más hablar de desfosilización, porque el carbono será finalmente un producto que podremos utilizar para realizar nuevos materiales, para que no tengamos que sacar más productos de la naturaleza. Debemos ser un puerto verde para una economía azul.
La Vall de l’Hidrogen ha sido uno de los caballos de batalla. ¿Tiene una base sólida o se ha querido ir demasiado rápido?
Falta una implicación clara de la Generalitat y ahora podremos tenerla. Hasta ahora no la hemos tenido y es necesario avanzar, teniendo en cuenta que todavía existen muchas incertidumbres, ya que una de las cuestiones que se plantea es si el precio para la industria será competitivo.
¿Qué rumbo marcará Santiago Castellà?
Seguramente la actividad logística portuaria debe verse más consolidada y reforzada. Y, por tanto, toda la definición de los usos de los diferentes muelles y la finalización de las obras. El Moll de Balears y el Contradic de Ponent son decisivos. Además, hace falta repensar todo el tema de la ZAL para poner tenerla en funcionamiento cuanto antes.
¿Volver a hablar del puerto puertas adentro?
Sí, es lo que nos va a permitir hablar mucho más del puerto como un actor territorial potente, e implicar a todos los sectores.
El día de su toma de posición oficial se refería a la ZAL como la joya de la corona. ¿Cómo ve que sea un espacio para la industria?
Debemos entender el momento político. Si desde el puerto se puede contribuir a la reindustrialización del territorio, atrayendo a industrias estratégicas que generen conocimiento, aporten talento y generen puestos de trabajo y riqueza, debemos estar a la altura.
¿La idea es que venga una industria?
Hay muchas posibilidades. Si existe esta opción, la miraremos con muy buenos ojos. La ZAL es un terreno especialmente estratégico para la reindustrialización.
¿La antigua Universidad Laboral debe acabar siendo espacio portuario?
Es una posibilidad a la que no vamos a decir que no. Debemos encontrar las condiciones idóneas, pero el futuro urbanístico de Tarragona debería pensar que la Laboral no es la mejor ubicación para los temas educativos y, por tanto, debe ser una ubicación para actividades de logística portuaria o industriales.
El Ayuntamiento no quiere que las mercancías peligrosas pasen por la A-27, después de que la ampliación de la terminal de La Boella incrementará esta cifra. ¿Se entiende cuando inicialmente esta infraestructura había sido concebida como salida del puerto?
Debemos atender y estudiar todas las posibilidades que hay. Tener puerto significa que puedan entrar y salir las mercancías para la industria, y por tanto debemos encontrar las mejores soluciones posibles. Estoy seguro de que será posible encontrar el consenso. De todas formas, más del 90% de las mercancías del puerto salen a través del rack. La salida en camiones no deja de ser algo relativamente excepcional.
La apuesta por el ferrocarril pasa por la entrada en funcionamiento del Corredor del Mediterrani prevista para 2026. ¿Qué supondrá esta conexión con Europa?
Es básica, ya que nos sitúa como uno de los puertos importantes del Mediterráneo y, por tanto, también nos permite complementar con otras actividades de nueva industria, nuevos combustibles y nueva energía. Es una de las apuestas más estratégicas que se ha hecho. Lo tenemos tan encima y ha sido tan lento que a menudo no lo valoramos.
Sin embargo, este incremento de tráfico supondrá que la vía colapse.
Como territorio debemos avanzar con los deberes que ya nos hemos puesto, que pasan por la definición de un trazado adecuado de la línea de interior, porque lo necesitaremos sí o sí.
Pero el tiempo corre en contra. Todavía se están estudiando las alternativas, mientras todos sabemos lo que tarda una obra de estas características.
Si existe consenso territorial podrá hacerse rápido, ya que lo peor que puede pasarnos es que cada uno grite por su cuenta. Debemos tener una voz única ante el Ministerio para concretar y consensuar el trazado. Todos debemos ponernos las pilas, porque el tiempo va en contra.
¿Esta voz única puede ser el puerto?
El puerto yo le veo más como el espacio de consenso. El espacio que ayude a que después haya voces potentes, que seguramente deben ser alcaldes.
Desde el puerto había un equipo de trabajo para definir esa salida sur. ¿Seguirá la actividad de este grupo?
Sí, el tren no puede pasar por en medio del Serrallo. Y esto debe ser una idea en la que trabajemos lo más rápido posible, mientras encontramos el mejor encaje para la salida del ferrocarril hacia el sur. Y todo esto si lo complementamos con la estación intermodal o el trazado de las mercancías por el interior, deberemos encontrar soluciones. Soy un optimista, pero creo que son posibles y que si entendemos el papel de la industria, el de la movilidad de las mercancías y la importancia que tiene para el territorio, será relativamente sencillo encontrar soluciones consensuadas.
¿Le preocupa que comporte la pérdida de oportunidades?
Llevamos una historia de haber perdido oportunidades históricas, ya que todas las cosas cuestan mucho y tardan muchos años. Debemos conseguir acelerar, ya que el momento de cambio actual es altísimo. Antes podíamos estar hablando de la fachada marítima 30 años y no ocurría nada. Ahora, con la transición ecológica y la transformación digital, cada año cambia el contexto y debemos saber tomar decisiones muy rápidas. O conseguimos acelerar las lógicas de transformación del territorio o si perdemos ese tren puede ser muy definitivo. Y el tren pasa por la descarbonización, dotarnos de energía, la reindustrializar y la economía circular.
Dice que es optimista, ¿Cree que se está dando un escenario de oportunidades para el territorio?
Lo que hoy decidamos será determinante para los próximos años. Nunca hemos sido tan interpelados por el futuro como ahora. Lo que decidimos ahora será determinante para el futuro y lo peor que podría ocurrirnos es no decidir nada. La inercia no nos llevará a nada.
¿Por qué hasta ahora ha sido todo tan lento o cuesta tanto?
Actualmente, los cambios geopolíticos son muy rápidos. Lo que significa que Trump haya ganado la presidencia estadounidense tiene efectos inmediatos en la geopolítica mundial, por tanto, no podemos detenernos. Tengo la sensación de que Europa va tarde. Necesita reaccionar aceleradamente, porque es la voz del humanismo ilustrado en el mundo. Y en un momento de cambio tecnológico muy acelerado, si nuestra voz no es fuerte, no quedará nadie defendiendo el medioambiente, los derechos humanos, la igualdad entre hombres y mujeres o la democracia.
Empezábamos esta reflexión hablando de Tarragona y seguramente las similitudes son importantes, ¿no?
Efectivamente, también el Camp de Tarragona está dando un salto a la modernidad. El área metropolitana va a cambiar muchas lógicas de funcionar y de pensar. Tenemos mucha actividad cultural, oferta gastronómica, paisajística, enológica, centros de conocimiento y posibilidades industriales. Cuando tomemos conciencia de esta profunda metropolización daremos un salto a la modernidad decisivo.
¿El Port se quedará con la Plaça de los Carros?
Lo tendremos que trabajar con el Ayuntamiento y no son temas exclusivamente de decisión política, sino que existen condicionantes jurídicos, técnicos y administrativos muy importantes. Es de las zonas más mediterráneas de la ciudad y por tanto es una ventana que ambas administraciones debemos ver como una oportunidad de desarrollo urbano, de nuevos usos y de regeneración del espacio muy interesante.
Prácticamente esta fachada marítima portuaria se ha rehecho en los últimos años. No sé, si pudiera elegir un proyecto o una actuación, ¿qué le gustaría liderar?
El tema de la actividad cultural y de repensar la actividad que hacemos en los Tinglados. Aunque soy especialmente sensible con el mundo de la pesca, ya que vengo de familia que tenía barcas, en Sant Carles de la Ràpita, y tengo la percepción de que en las últimas décadas no se ha prestado suficiente atención al mundo de la pesca, que ha sufrido mucho, que está sin relevo y que garantiza muchos elementos de proximidad, autenticidad y lazos familiares con relaciones intergeneracionales.
Aquí tiene mucho camino que por recorrer. Se ha hecho muy poco.
Dentro de pocos años nos arrepentiremos si perdemos todo lo que ahora tenemos. Es un buen momento para renovarnos sin dejar de ser lo que siempre hemos sido.
Le gustaría poder abrir la cofradía y que fuera un sitio que la gente de Tarragona pudiera conocer cómo funciona.
El edificio de la cofradía permite muchas posibilidades y debe haber puntos gastronómicos y de explicación. Con ello, sin darnos cuenta, explicaremos sostenibilidad, respeto al medio y las tradiciones y formas de vida con valores que quizás se están perdiendo, como la cultura del esfuerzo.
¿Será el presidente que acabe con las palomas?
Yo creo que nadie querría acabar con las palomas, pero sí reducirlas y aquí los equipos técnicos del puerto y de la ciudad están trabajando con estrategias creo que muy acertadas para poder limitar los efectos más negativos de la presencia de palomas. Hoy miércoles habrá una comisión mixta entre el Ayuntamiento y el Port de Tarragona y hemos hecho una agenda de muchos puntos de trabajo, entre los cuales hay este.
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