La Santa Tecla Petita ha cerrado su ciclo después de tres días demostrando el talento infantil de la cultura popular en la ciudad. El broche de oro lo han puesto las entidades de fuego con el Correfoc Petit. Momentos antes de la acción, una Rambla Nova cortada al tráfico y repleta de gente, precedía el caos que se acercaba. La indumentaria oficial eran la ropa tejana y los sombreros de paja, bajo los que se escondía el miedo y las ganas de los niños y niñas por el espectáculo que estaba por venir. De fondo, el retumbar de los tambores de las diferentes entidades anunciaba el infernal acto.
Nuevamente, ha sido el Ball de Diables Infantil quien ha liderado la marcha, sumiendo la Rambla Nova en un caos de chispas y humo, ahora sin la solemnidad que caracteriza a la cercavila, estaban rodeados del resto de jóvenes y mayores que querían bailar con el fuego. A estos les han seguido, como no podía ser de otra manera, las bestias pequeñas de la ciudad, conformadas por el Drac Petit, el Bou Petit, la Vibrieta y el Griu Petit.
Para esta cita han contado también con refuerzos de toda Catalunya, con formaciones de diablos y figuras de fuego de Torredembarra, l’Espluga de Francolí, Valls y Caldes de Montbui como invitados en esta edición.
A partir de las ocho de la tarde, el sol ha caído, y con las farolas apagándose a su paso, el espectáculo de luz ha cobrado aún más potencia. A la altura del Monument als Herois, muchas familias esperaban impacientes, con los gritos de miedo y emoción como banda sonora de una tarde marcada por el fuego.
La marcha diabólica les ha conducido hasta la plaza Corsini, donde la oscuridad se ha hecho más presente y todas las entidades han podido ofrecer su mejor espectáculo. Así concluye el ritual de la Santa Tecla Petita, dando paso a los días centrales de la fiesta, donde las entidades principales llenarán de nuevo las calles de cultura.
