Confieso compartir con el alcalde una pasión por los callos para desayunar. No sé si está tipificado en el código penal compartir tripas, chorizo y garbanzos con un alcalde a primera hora de la mañana, pero cuando uno disfruta comiendo, las barreras se desmoronan. Los callos son como las trompetas de Jericó, pero en gelatinoso.
Nos encontramos en Casa Canals una mañana radiante. La luz es perfecta, el mar luce un azul de Pantone. Paseamos por las habitaciones barrocas mientras el fotógrafo se prepara. Huelen a cerrado. Es el olor de la historia. «¿Te imaginas vivir aquí?», me dice. «Yo no podría». El cuadro del señor Canals le mira fijamente mientras recorre la sala. «Míralo, me recuerda a alguien» Pero no me dice a quién.
Alcalde, ¿te arrepientes de algo?
El que no se arrepiente es que no recapacita. Pero es cierto que hay algunas decisiones donde, sinceramente, podría haber estado bastante más acertado.
Tu manera de mandar es bastante vertical: ordeno y mando.
Quizás. Yo escucho a todo el mundo, pero si elijo un camino, lo ando y asumo las consecuencias. Porque, es que si no, exactamente ¿para qué votan a un alcalde si no es para tomar decisiones? Sobre todo en una ciudad que no está acostumbrada a que se tomen excesivas decisiones. Grandes temas se han encallado por miedo a tomar una decisión y por eso lo que siempre se ha hecho en este ayuntamiento son los planes estratégicos. Planes estratégicos que quedan en un cajón.
¿No es por falta de dinero?
Una de las finalidades de la gestión es priorizar. Hay dinero, pero hay que priorizar. Y sí que es verdad que si quieres hacerlo todo, no harás nada. Al igual que si quieres contentar a todo el mundo, es la mejor manera de no contentar a nadie. Pero es verdad que en Tarragona, el Ayuntamiento es un transatlántico, ¿no? Un poco lento y gasta mucho.
Ojo con la metáfora, no te digan que el Ayuntamiento es el Titanic y tú el director de la orquesta...
¡No, no! Lo que quiero decir es que cuando fijamos un rumbo... no nos para nadie. Y eso es el Ayuntamiento de Tarragona. Hemos fijado un rumbo y, una vez fijado, el futuro de Tarragona es más que prometedor y además imparable.
¿Cuál es tu relación con el catalán ?
Muy buena, es la lengua de mi padre.
¿Eres bilingüe?
Sí. Con mi padre hablo catalán y con mi madre castellano. Mi padre es de Santa Oliva, un pueblo que está al lado de El Vendrell, y mi padre es de esos... catalán, catalán, catalán. Y con mis hijas hablamos los dos idiomas, así fue como me crié yo y como también se crió su madre.
¿Cómo se lleva la paternidad y la alcaldía? Porque esa es una pregunta muy típica que le hacen a las mujeres.
Pues me gusta que me preguntes eso siendo hombre. Yo soy padre divorciado y tengo la custodia compartida. Cuando me toca la semana de mis hijas, a las 4 y media en una reunión digo, lo siento, pero yo me tengo que ir, tengo que ir a buscar a mis hijas al colegio. Si lo hace una mujer, es como su obligación. Y si lo hace el hombre es como que te miran mal. Y eso es algo que no me deja de sorprender.
¿Pero, políticamente, cómo te afecta?
Es una visión un poco diferente de la ciudad. Yo entré como alcalde con 39 años y con dos hijas pequeñas. A lo mejor puedo tener más sensibilidad en algunas situaciones en las que, si no tuviese críos pequeños, pues directamente no viviría, sería por referencia. Pero bueno, lo que me afecta más es que soy una persona normal y corriente que hace cosas normales y corrientes y va al parque y a comerse un frankfurt con sus hijas.
Pero el hecho de tener chicas hace que, por ejemplo, el tema de seguridad te importe especialmente. Lo digo porque las mujeres sufren la inseguridad de una manera desproporcionada.
Pues me preocupa, pero tuviese hijas o no. Es preocupante que tú no puedas ir tranquilo por tu ciudad, seas hombre, mujer, niño, niña, abuelo o abuela. Y es innegable la inseguridad porque lo demuestran los datos. La inseguridad no es un tema subjetivo. Nos preocupa a todos. No es una percepción. Es una realidad y hay que solucionarlo.
¿Cuándo te emocionas durante las fiestas de Santa Tecla?
Reconozco que un momento muy emocionante es la entrada del braç. Es un momento que no se puede explicar bien con palabras. Tú le dices a alguien de fuera que te emociona entrar a una iglesia siguiendo a un brazo incorrupto de una santa, y te miran extrañados. Pero hay que vivirlo, seas creyente o no.
¿Eres creyente?
Soy creyente, sí.
¿Qué significa Dios para ti?
Si Dios no existiese habría que inventarlo.
«Yo escucho mucho a la oposición. No siempre dicen las cosas para hacer daño. Muchas cosas las dicen porque quieren aportar»
¿Pero eres practicante?
No. Me he educado en un colegio religioso, en La Salle. Pero creo que la Iglesia debería avanzar en algunos temas. Si no lo hace, va a tener un futuro complejo.
¿Qué tal son tus relaciones con el arzobispo?
Buenísimas.
Pues eres el único...
Lo sé, pero a mí me parece un buen hombre. Es un teólogo. Es un teólogo y es un buen hombre, pero es un hombre más conectado con lo metafísico que con lo terrenal.
¿Cómo llevas tú las críticas?
Bien, bien. ¿Por qué?
Tienes fama de gestionarlas mal...
No me molestan las críticas de aquellas personas que me conocen, que me aprecian y creen que deben criticarme algo porque entonces es algo que debo escuchar. A las críticas de personas que, aunque yo haga lo que haga, me van a criticar, no puedo hacerles caso, porque entonces me estaría paralizando. Churchill decía que no puedes llegar al final de caminos si te paras a tirar piedras a cada perro que te ladra. Hay que elegir bien, hay que relativizar. Yo escucho mucho las críticas constructivas. Las críticas destructivas no debo escucharlas.
«Reconozco que Salvador Illa siempre ha confiado en mí. Lo que le digo es que sólo le puedo devolver sangre, sudor y lágrimas»
¿Escuchas las críticas de dentro de tus filas?
Siempre, claro. Siempre, siempre. Pero también las que son de fuera. Yo escucho mucho a la oposición. No siempre lo dicen todo para hacer daño. Muchas cosas las dicen porque también quieren incidir desde fuera en la mejora de su ciudad. Yo no poseo la verdad absoluta ni lo pretendo.
Pero el hecho de que tengas un carácter fuerte, ¿te hace más inaccesible?
Me he criado con mi madre y mi hermana. Y vaya dos fuerzas de la naturaleza... Decías que soy de mando y ordeno, pero creo que lo que soy es una persona que es capaz de decir esto lo quiero así, lo quiero así. Con criterio.
¿Cómo es tu relación con Salvador Illa?
Fraternal. ¡Casi paterno filial!
¿Pasa la corriente?
Reconozco que Salvador siempre ha confiado mucho en mí. Lo que le digo es que, humildemente, lo que le puedo devolver es esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas.
¡Cómo te gusta Churchill!
¡Me encanta!
¿Cuándo veremos una Tarragona limpia?
Obviamente, eso forma parte de este mandato. Comprendo el enfado y si me permites una opinión personal, lo comparto. Lo que sí le puedo decir a la ciudadanía aprovechando esta oportunidad es que Tarragona va a estar limpia. Hay que tener un poco de paciencia y quizás no tengo derecho a pedirla, pero sí les puedo asegurar que Tarragona va a estar limpia.
¿Viviste en Campo Claro?
Claro, claro que viví. Nací en Pere Martell, que aún era de tierra. Mi madre tenía ahí el piso y la peluquería. A los dos años nos fuimos a vivir a Campo Claro. Yo viví con mi madre hasta los 16 años en Campo Claro. Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 9 años y mi padre regresó a vivir a Pere Martell. Pero yo vivía con mi madre hasta los 16, cuando ella se volvió a casar. Y entonces yo vivía con mi madre, pero también con mi padre. Lo que pasa es que mi madre tenía la peluquería en Francisco Bastos.
¿Qué recuerdas de esa peluquería?
Aprendí mucho. Las peluquerías son grandes, son universidades. Le explican a la peluquera lo que no le explican ni al psiquiatra. Yo he oído cosas allí que aún me retumban en la cabeza.
«No me molestan las críticas de las personas que me conocen, que me aprecian. Yo escucho mucho las críticas constructivas»
¿Qué hay que hacer para que la gente de los barrios no diga voy a Tarragona? ¿Y qué hay que hacer para que la gente de Tarragona vaya de vez en cuando a los barrios?
Mira, nosotros cuando vivíamos en Campo Claro, cogíamos el 6, y decíamos eso: voy a Tarragona. Y no lo decíamos a malas, era una realidad. Simplemente entendías que Tarragona era el centro y el río funcionaba como una barrera física y psicológica. El nuevo POUM acaba con esto, el centro de Tarragona será el río. Pasa de ser una frontera a ser el centro.
¿Qué tal te llevas con Sandra Guaita (alcaldesa de Reus)?
Es amiga y nos llevamos bien. No sabe la gente lo importante que es que tengamos una buena relación. Eso cambia el paradigma. No se podrán aprovechar desde Barcelona. Desde Barcelona no podrán aprovecharse de que Reus y Tarragona no nos llevemos bien. Y eso solo ya implica que no perderemos oportunidades. Que hemos perdido muchas. Muchas, muchas. Cuando vas dividido... a Barcelona o Madrid estás muerto, estás muerto.
¿Qué estás leyendo?
Ahora mismo, me estoy leyendo un libro sobre los Tercios de Flandes.
Vaya...Original elección...
Y también sobre el emperador Adriano. Me encanta la historia.
¿Y qué música estás escuchando?
Me gusta mucho Four Tops. I Can Help Myself. Es música de los 60. Es un temazo I Can Help Myself.
¿Eres un alcalde improbable?
Quizás esa es mi virtud. Soy hijo de mi tiempo. Es verdad que hace 20 años era imposible que un chaval de Campo Claro fuera alcalde. Es que Tarragona no es la misma. Y la sociedad no es la misma. Y la democracia ha dado situaciones como la mía.
¿Qué consejo le darías al chavalín que está en la peluquería?
No le daría ninguno. Hay que equivocarse en la vida. Es humano equivocarse y eso es lo que te forma el carácter y lo que te forma como persona. Lo único que le diría al niño es: sé un buen hijo. Mi madre me llama descastado a veces, que es muy fea esa palabra, ¿eh? Pero me lo dice así en tono de broma: descastado. Bueno, debo sacar más tiempo para ir a ver a mis padres.
Eso es importante alcalde...
Este último año no ha sido fácil. Además son mayores. Sí, sí. Lo pienso. Lo pienso, pero eso no lo publiques... pero es de aquellas cosas que lo piensas y tú mismo te buscas una excusa y eso está mal, está muy mal.
Me vas a permitir que lo publique porque es casi lo más importante que me has dicho.
¿Que soy un alcalde al que le gustaría tener más tiempo para ver a sus padres? Pues así es.
Alcalde, debes hacerlo, busca ese tiempo.
Sí, lo voy a hacer, lo voy a hacer. Y mira que mi padre es más durote, eh... Mi padre me llama y dice: ¡hombre! El hijo pródigo. Y me digo que tengo que hacerlo, que tengo que encontrar ese tiempo.