Recollida de Tarragona: «Cuando la gente aplaude sube la adrenalina»

La Recollida dels Passos es uno de los actos más concurridos de la Semana Santa tarraconense, cuando las cofradías llevan los pasos a la Plaça del Rei para iniciar la procesión del Sant Enterrament

29 marzo 2024 21:27 | Actualizado a 29 marzo 2024 21:27
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Era el gran día, y como cualquier gran evento, no podían faltar las prisas y los nervios de última hora después de tantos meses de ensayo, en los que las cofradías habían preparado con especial devoción un nuevo Viernes Santo, esta vez sin amenaza de lluvia y muy concurrido durante todo el día.

En la Plaça del Rei, acababan de tocar las campanas que marcaban las cuatro de la tarde, cuando empezaron a sentirse los tambores y el ruido de las lanzas picando en el suelo, acompañados por el inconfundible sonido de las sandalias de los Armats, acariciando el suelo. Poco a poco se abrían las puertas de la iglesia de La Sang, mientras la cohorte romana hacía el último saludo a la imagen del San Cristo, antes de iniciar la Recollida dels Passos.

Tras este último ritual y con paso ligero, el séquito iniciaba el camino hacia una Baixada de la Pescateria repleta hasta la bandera, ansiosa de emociones. «La gente no tiene paciencia y nos han echado, como si tuviera que pasar un camión. Ya podría empezar a llover», decía un señor muy enfadado entre el público, después que tuvo que abandonar su sitio en la primera fila.

En la Rambla Vella ya estaban plantados L’Oració a l’Hort y el Vetlleu i Pregueu, los dos misterios de La Salle que esperaban pacientemente, dispuestos a abrir el camino hacia la Plaça del Rei, donde horas más tarde empezaba la procesión del Sant Enterrament.

Nueva banda infantil

Este año, esta entidad recuperaba la banda de tambores infantil que acompañó a L’Oració a l’Hort en su particular subida. Entre sus componentes, Guillem Torrellas, de nueve años, que acompañado de su hermano Ferran (13 años), se estrenaban en la formación. «Cuando estás subiendo y todo el mundo aplaude te sube la adrenalina. Ha sido muy emocionante», decía el segundo.

Unas sensaciones muy similares vivía Aina Alonso, de tan solo siete años. «Lo mejor ha sido poder hacerlo junto a mis amigas Elna, Jana y Berta», decía todavía emocionada.

$!Los Armats tras saludar el paso de La Soledat, delante de las puertas de la Catedral de Tarragona. foto: Pere Ferré

Raquel Moreno ha sido la jefa que en este último mes y medio se ha encargado de ensayar con los niños. «Es una asignatura que teníamos pendiente, porque antes de la covid ya teníamos banda, pero los niños se hicieron mayores y se incorporaron a la otra formación». Los trece jóvenes que ayer se estrenaron en su primera recogida con el timbal constituyen «una cantera muy importante para garantizarnos una continuidad de cara al futuro», argumentaba.

La llegada a la Plaça del Rei es un momento muy especial, que algunos cofrades incluso vivían con lágrimas en los ojos. Sin aire y todavía recuperándose del titánico esfuerzo, los portantes del Descendiment analizaban la subida, después que este año podían participar de nuevo en la procesión, ya que en 2022 sufrieron un incidente que averió el paso.

1.500 kilos

«Esta subida siempre cuesta y con el nuevo chasis hemos ganado un poco de peso», decía el jefe de los Portants, Àngel Vicient, todavía recuperando el aliento. Aunque en este caso tenían la ayuda de las ruedas, los 1.500 quilos que pesa este misterio obligan a los trece portantes y al conductor a ir con los cinco sentidos, especialmente en las subidas y bajadas. Pese a ello, estaban exultantes. «Esperamos que esta sea nuestra primera procesión normal desde 2019», decía Vicient.

$!Antes de iniciarse la procesión en la Plaça del Rei, cuando ya habían llegado todos los misterios. foto: P. Ferré

La recogida, igual que más tarde la procesión, tiene sus momentos mágicos, y uno de estos es cuando enfila la Baixada de la Pescateria La Verònica, de los Natzarens. La música de las cornetas contribuye a mecer el misterio en un balanceo constante que parece que hace fácil lo que no lo es, ya que este es uno de los pasos más pesados de la Semana Santa transportado a cuestas.

La recogida suma grandes momentos, como el saludo del Sant Sepulcre y La Soledat

A las 17.30 horas, las escaleras del Antic Escorxador estaban abarrotadas. De lejos ya podían escucharse llegar los Armats, mientras el Sant Sepulcre y La Pietat esperaban pacientemente. Tras los tres saludos de rigor, el séquito se ponía de nuevo en marcha para su última parada. En este caso, en el Pla de la Seu, donde esperaba imponente La Soledat, en otro de los grandes momentos de la tarde.

Junto a las paredes de la Basílica Metropolitana se registra otra de estas fotografías imperdibles, cuando el Sant Sepulcre espera a La Soledat en la esquina de la calle de Les Coques antes de proseguir su camino.

Tras esta muestra de complicidad era el momento de volver de nuevo al punto de partida: la Plaça del Rei. Minutos más tarde hacían aparición de nuevo los Armats. Eran las 18.15 horas, cuando acababan la recogida y podían recuperar fuerzas, antes de iniciar el recorrido de la procesión, de nuevo abriendo el camino.

«Ahora la sensación es de muy cansados. Sobre todo la espalda, que quieras que no la tengo muy cargada de la coraza, y las sandalias también son incómodas», decía Pol Mascarell, uno de los miembros más jóvenes de este grupo de privilegiados, que ayer sumaba su tercer año ejerciendo como representante de la cohorte romana. Era el momento de merendar y de disfrutar de las sensaciones. Sin embargo no tenían un ‘no’ para las docenas de personas que les pedían poder sacarse una foto. «Al final, cuando todo acaba, te quedas con estos momentos», decía Àlex Gómez, a quien, orgullosas, acompañaban su madre, su hermana y la tía.

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