«Ya estamos más tranquilos», cuenta entre suspiros un grupo de estudiantes de La Bisbal del Penedès. Para ellos las pruebas de acceso a la universidad han comenzado con susto porque el conductor del autobús que los traía al Campus Catalunya de la URV esta mañana se ha equivocado de ruta y han llegado más tarde de lo previsto. Pese a todo, han podido presentar el examen que inauguraba las PAU de este año, el de Lengua Castellana y Literatura, y les ha ido razonablemente bien.
Este año son 4.035 los estudiantes de bachillerato y ciclos formativos de la provincia de Tarragona que aspiran a entrar en la universidad; un 3,6% más que el año pasado y un 9% más que en 2022. Es el tercer récord consecutivo de matriculaciones.
Antonio García Español, coordinador de las pruebas por parte de la URV, explica que la cifra está estrechamente ligada a la natalidad (los que presentan este año han nacido mayoritariamente en 2006) por lo que pronostica que la cifra seguirá creciendo hasta el año 2026, cuando está previsto que se llegue a los 4.500 alumnos. A partir de entonces el número comenzará a desplomarse.
La logística: custodia policial
En la demarcación las pruebas se realizan en 22 tribunales, entre los que se encuentran los campus de la URV (Catalunya y Sescelades, en Tarragona; campus Bellissens, en Reus, campus Vila-seca y Campus Terres de l’Ebre, en Tortosa) y en algunos centros de secundaria que colaboran en la organización.
Los exámenes impresos que responden los alumnos viajan en cajas selladas y son custodiados por los Mossos d’Esquadra cada día desde Barcelona hasta las distintas comisarías de los municipios donde hay tribunales. Desde allí los van a buscar las universidades organizadoras; en el caso de Tarragona la URV, y quedan a cargo del presidente/a del tribunal. Los tribunales suelen estar formados a partes iguales por profesores universitarios y de instituto.
Las pruebas, explica Español, han comenzado sin mayores incidencias más allá de los alumnos que no sabían encontrar el aula donde les tocaba examinarse. Las mismas están organizadas por orden alfabético pero, presumiblemente por los nervios, muchos no han sabido ubicarlas. El profesor pone el ejemplo de una clase donde debían presentarse los estudiantes con apellidos entre la A y la C: de Acosta a Camprubí, y un estudiante apellidado Bertrán comentaba que «yo no aparezco en la lista».
De Ruiz Zafón a Irene Vallejo
En el examen de castellano los alumnos han podido elegir entre un fragmento de la obra ‘La sombra del viento’, de Carlos Ruiz Zafón, o analizar un artículo de la columna de la filóloga y escritora Irene Vallejo en el diario El País. También han tenido que responder dos de cuatro preguntas, dos de ellas sobre las lecturas obligatorias ‘Nada’ de Carmen Laforet y ‘La Fundación’ de Antonio Buero Vallejo y otras dos sobre figuras retóricas.
En el Campus Catalunya el primero en salir de la prueba ha sido, Xavier Boada; lo ha hecho tras terminar la primera hora (los estudiantes tienen hasta 90 minutos para responder pero deben permanecer en el aula los primeros 60). Un enjambre de periodistas se aproximaba a saber su opinión sobre la prueba. El resumen era: «accesible».
Entre los alumnos había también algún profesor, como Noemí García, que acompañaba a sus alumnos del Institut Altafulla. Después de años de pequeños incidentes, como alguien olvidaba el DNI o el diccionario de Latín, la de hoy era una mañana relativamente tranquila más allá de una alumna que ha tenido una pequeña crisis. Sus alumnos estaban de lo más contentos del apoyo emocional.
El segundo examen de la mañana ha sido el de lengua extranjera. El 98,6% ha elegido inglés. En comprensión oral, los estudiantes escucharon una entrevista de radio al chef escocés con estrella Michelin Michael Smith. El ‘listening’, complicado de entender para algunos, fue carne de memes en las redes sociales todo el día.
Por la tarde ha habido exámenes de la fase específica para los alumnos que quieren subir nota hasta los 14 puntos. La parte común de las PAU seguirá mañana con las pruebas de Historia o Historia de la Filosofía y la materia obligatoria de modalidad.
El dato: las chuletas de siempre
En los últimos años la URV ha incorporado un aparato para detectar el uso de ‘pinganillos’. El coordinador de las PAU, Antonio García Español, apunta no obstante que la mayoría de quienes pillan copiando usan métodos tradicionales: «escribiendo en las piernas, las calculadoras y los diccionarios de latín y griego»