El obispo de Girona, el tarraconense Octavi Vilà, fue el encargado de presidir la procesión y las misas en honor a Santa Tecla, el pasado 23 de septiembre. Lo hizo porque el arzobispo de Tarragona, Joan Planellas, le cedió el honor por su condición de tarraconense. Fuentes del Arquebisbat aseguran que, unos días antes, Planellas le hizo la propuesta a Vila de forma personal. El obispo de Girona fue el gran protagonista eclesiástico de la jornada. Paseó detrás de la reliquia del Braç de Santa Tecla, con su báculo en mano y acompañado del arzobispo de Tarragona y del vicario general, mosén Santiago Soro.
Esto de ceder la presidencia de algún acto religioso es una acción muy habitual dentro de la iglesia. Tanto que incluso podemos poner la mirada a 700 años atrás. Durante la primera procesión de la entrada del Braç de Santa Tecla, en el año 1321, también se invitaron a todos los arzobispos de la provincia eclesiástica tarraconense que, por aquel entonces, era muy grande.
Planellas quiso tener un gesto amable con Vilà. El obispo de Girona nació en Tarragona y, de pequeño, disfrutaba de las fiestas de Santa Tecla desde la ventana de su casa que, curiosamente, daba a la Plaça de la Font. Des de bien jovencito, Vilà no se perdía ni los castells ni la procesión.
A nadie se le escapa la relación de amistad que une a Planellas y Vilà. Tanto que incluso en la toma de posesión de Vilà como obispo de Girona, Planellas estuvo a su lado de forma constante. «El arzobispo de Tarragona ha querido tener un gesto amable y cederle la presidencia de las misas y de la procesión, teniendo en cuenta que es el primer año que es obispo de Girona», explican fuentes de la institución.
Algunos testigos explican que, al terminar la procesión, Vilà aseguró que aquella jornada y aquel gesto de Planellas había sido un regalo para él. Durante el recorrido, la gente le saludaba. Y es que Vilà conoce y ha compartido vida con los ciudadanos de Tarragona. «Estaba contento, alegre y todo el rato agradecía esta oportunidad», explican. Después de la misa y antes de la procesión, Planellas y Vilà comieron juntos en el Palau Episcopal. Los detalles del menú no han trascendido.
Consultados algunos expertos, podríamos decir que, en época contemporánea, es la primera vez que el arzobispo de Tarragona cede la presidencia a otro representante eclesiástico.
Una mala temporada
El papel de Planellas en Tarragona no está siendo nada fácil desde su llegada. La realidad es que se ha encontrado con algunos prtblemas que no le están haciendo pasar una buena temporada. Hablamos de las dimisiones de los ecónomos o del conflicto interno que hay en La Sang. Sea como sea, Planellas no ha acabado de encontrar su lugar en la ciudad. Solo faltaba que no presidiera la procesión más importante del año para los tarraconenses. Sin embargo, el gesto que tuvo hacia Vila le honra como arzobispo. Nunca es tarde para empezar a valorarlo.