Padres de acogida: «Claro que lloras cuando se van, pero te queda lo que has hecho por su futuro»

En el Camp de Tarragona hay 54 niños viviendo con una familia de acogida. Esta es la historia de Francesc y Patricia, y de la experiencia que ha cambiado sus vidas

23 noviembre 2024 20:30 | Actualizado a 24 noviembre 2024 07:00
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Eva (nombre ficticio para proteger su identidad) es, a sus 16 meses de edad, un terremoto. Nada más vernos nos ofrece la salchicha de plástico que está preparando en una cocinita de juguete. De vez en cuando pide a Patricia o a Francesc que la cojan en brazos; cuando lo hacen les explica algo ininteligible, y sigue a lo suyo.

Patricia Cañadillas y Francesc Cusidó son los padres de acogida de Eva. La conocieron con apenas dos días después de nacer en el hospital y la niña no ha conocido otra familia que no sea la que conforman esta pareja y sus dos hijas de 20 y 18 años.

La suya es una familia de acogida de urgencia, es decir, acoge temporalmente en su casa a niños y niñas de 0 a 6 años a quienes se ha declarado en situación de desamparo mientras se estudia si pueden regresar con su familia biológica o si se propone para ellos otra medida como una familia adoptiva.

Ni un niño de 0 a 6 en centros

Justamente esta semana, la consellera de Drets Socials, Mònica Martínez Bravo, anunciaba que en Catalunya hay 280 niños de 0 a 6 años viviendo en un centro residencial. «Crecer en una institución afecta su bienestar y desarrollo. Nos encontramos delante de una situación inaceptable», aseguraba, a la par que anunciaba un plan dotado con 2,3 millones de euros para garantizar que ningún menor de esta edad ingrese en un centro.

Eva es la tercera niña que acogen Francesc y Patricia. Reconocen que «nuestras hijas lo pasaron tan mal cuando la primera se fue con su familia adoptiva que parecía que no repetiríamos; pero aquí estamos».

Lo que les ha hecho repetir la experiencia, reconocen, es el hecho de saber «que parte de lo que ella (Eva) será mañana, tiene que ver con lo que hacemos hoy».

Aunque la experiencia compensa, Patricia reconoce que es emocionalmente exigente: «Yo estoy en mi rutina, con la niña para arriba y para abajo, y se me olvida que no es mi hija. Pero a veces la ves dormida y te viene la misma frase: ‘....Y si nunca más’ Y lloras»

Se refiere al miedo a que la familia que finalmente tenga la tutela de Eva decida o no seguir en el contacto con ellos. Hasta ahora, en las dos acogidas anteriores, las familias de las bebés, tanto la que fue a una familia adoptiva, como la que regresó con su madre, han querido mantener el contacto. En el segundo caso, además, se fueron de vacaciones al país de la madre para poder ver a la niña.

Pepa Escoda es la coordinadora del Centre d’Acolliments Familiars de la Casa Sant Josep, fundación de la Xarxa Santa Tecla que se ocupa del acogimiento en el Camp de Tarragona y Adolf Quetcuti, es técnico del servicio. Ambos señalan que, efectivamente, las familias que ostenten la tutela de estos niños tienen el derecho de decidir si mantienen o no el contacto con las familias de acogida, aunque cada vez es más frecuente que la relación se mantenga y trabajan mucho en ello «porque es parte de la historia de vida de ese niño». De hecho, cada niño cuenta con un álbum de fotos y una caja con tres objetos significativos de las casas donde ha estado (juguetes, cuentos, una mantita...)

Una familia normal

Cuentan Francesc y Patricia que la primera vez que pensaron en acoger fue cuando conocieron a un grupo de niños que vivían en un centro residencial. Él es chocolatero y decidió organizar un taller para ellos. En ese momento sintieron que podrían hacer más.

Ella reconoce que el proceso para convertirse en familia de acogida le pareció largo, «sobre todo para alguien impaciente como yo», pero él agradece toda la formación que han recibido: «Es normal, hay que garantizar que estos niños estén bien».

Los técnicos aclaran que, de entrada, las familias no tienen por qué tener unas características particulares. No es condición que tengan hijos propios, ni hay que tener pareja, aunque sí es necesario ser mayor de 25 años y tener al menos 14 años más que la persona acogida. Actualmente, en el Camp de Tarragona hay 54 menores viviendo en una familia de acogida.

Después de una primera entrevista en la que los técnicos explican en qué consiste la acogida, los interesados deciden si quieren iniciar el proceso. Es necesario aportar documentación básica, como antecedentes penales, o un certificado de salud y acudir a entrevistas. También hay que contar con espacio en casa pero, sobre todo, con tiempo. De hecho, en las acogidas de urgencia es necesario que una de las dos personas de la pareja no trabaje o demuestre que cuenta con el tiempo suficiente, no solo por la propia atención que necesitan los niños, sino porque tienen que desplazarse cada semana a hablar con los profesionales que hacen seguimiento del caso.

«Pero los requisitos son muy básicos, nosotros somos una familia normal, no somos ricos ni mucho menos», insiste Patricia.

Reconoce Francesc que antes de comenzar la formación se preguntaba: «¿Qué me van a enseñar si yo ya he criado a dos hijas? Pero la verdad es que nos ayudó mucho». Todas las sesiones las iban comentando con sus hijas.

Admiten que los nervios cuando llega un bebé a casa son como los de un padre primerizo «aunque sientes más responsabilidad si cabe», explica ella.

Cuando acabaron la primera acogida tuvieron un tiempo de pausa, pero se acabó enseguida porque ya había otra bebé esperando. Como se trata de casos de urgencia, les avisan de un día para otro. «Toca correr a instalar la sillita del coche, a armar la cuna...» cuenta Francesc. Y es que, como explican los técnicos, hay una gran necesidad de familias. De hecho todas las del Camp de Tarragona están ocupadas actualmente.

Tanto Pepa Escoda como Adolf Quetcuti han trabajado en centros residenciales y explican que allí los niños tienen cubiertas todas sus necesidades por parte de profesionales, que hacen lo mejor por su bienestar y desarrollo. Estar en una familia, no obstante, ofrece otras cosas como la individualidad y un afecto en exclusiva.

El equipo de la Casa Sant Josep se encarga de hacer seguimiento a las familias y está disponible las 24 horas para atender cualquier problema que puedan tener. Son los encargados, además, de hacer un seguimiento detallado de la evolución de los niños para enviar a Fiscalia, no solo con la familia, sino también con la escuela, el centro de salud y todos los profesionales que atienden al menor, teniendo en cuenta que se trata de niños que están bajo la tutela de la administración.

Las familias de acogida cuentan con una asignación económica para ayudar a sufragar la manutención. Según la web de Drets Socials, la prestación es de unos 500 euros mensuales para los menores de 0 a 9 años, aunque hay complementos en función de las características de la acogida o de si los niños tienen algún tipo de discapacidad.

Actualmente, los técnicos están preparando un documental con adultos que han estado en acogida. En sus testimonios todos coinciden en una misma palabra al hablar de lo que habían hecho por ellos estas familias: oportunidad. Patricia, por su parte, tiene claro lo que la acogida le ha aportado a los suyos: «Es un amor que no esperabas, una experiencia para toda la vida».

Tipos de acogimiento

El acogimiento familiar puede ser de urgencia, simple, permanente, especializado o de vacaciones y fines de semana. En los primeros tres casos, la diferencia viene marcada por el tiempo que se calcula que puede durar la acogida.

En el acogimiento especializado, llamado acogimiento en unidad convivencial de acción educativa (UCAE), las familias deben disponer de una formación y experiencia relacionadas con la educación, la infancia y la adolescencia para dar respuesta a las necesidades educativas o cuidados especiales que necesitan.

En la modalidad de vacaciones y fines de semana, los niños son mayores de 9 años y la acogida se realiza fines de semana y vacaciones escolares.

En Catalunya hay 787 familias acogedoras de las distintas modalidades y 923 niños y adolescentes acogidos.

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