Las huelgas se han disparado en Tarragona en un 2023 que ha empezado especialmente convulso. De enero a marzo ha habido 2.672 participantes en huelgas en la provincia, quintuplicando el dato del mismo periodo del año pasado (475). Otro indicador revelador es el de las jornadas no trabajadas. La cifra se ha elevado a 3.303 solo en la provincia, en este primer trimestre, seis veces más que en 2022 (498), según el balance de la Estadística de Huelgas y Cierres Patronales del Ministerio de Trabajo. Los recuentos están condicionados por los parones clave de algunos colectivos numerosos como los de la sanidad o los de la justicia, ámbitos públicos que acumulan meses con altos niveles de conflictividad laboral.
Todos estos incrementos se producen a punto de cumplirse dos años de la escalada sin fin de la inflación que, entre otros efectos, comportó la pérdida del poder adquisitivo por parte de la clase trabajadora. De hecho, ese va a ser el ‘leit motiv’ de la movilización de hoy, 1 de mayo, y lleva tiempo siendo el frente de batalla de los sindicatos. «Es importante que aumenten los salarios, ya que durante la pandemia las empresas han ganado mucho dinero y hay beneficios que no se están repercutiendo en el territorio», dice Mercè Puig, secretaria general de CCOO en Tarragona. «Tenemos un 20% de pobreza en la sociedad y muchos de ellos son trabajadores que no pueden llegar a final de mes», apunta Joan Llort, su homólogo en UGT.
Los conflictos laborales por las subidas de sueldo se han ido evidenciando en algunos sectores pero, al menos hasta ahora, no se estaban reflejando en los registros oficiales de huelgas. En Tarragona, se pasó de las 21 huelgas de 2021 a las 15 de 2022, un 29% menos; y de 14.396 jornadas perdidas a 13.815, un 4% menos, según los datos del Observatori de Treball de la Generalitat. En Catalunya, el año pasado hubo 93 huelgas, menos que el anterior (97) y que en 2020 (81), y muy por debajo de los años posteriores a la crisis financiera, cuando los parones se elevaban más allá de los 130 cada año, hasta alcanzar puntas que rozaban los 200.
Más jornadas perdidas
La dinámica, sin embargo, ha empezado distinta este año. En Catalunya, las 16 huelgas que hubo en enero superan a las 12 que se notificaron el mismo mes del año pasado. En Tarragona ese mismo mes hubo tres (en diciembre, el mes anterior, solo una, y en enero de 2022, también una).
Las 2.804 jornadas perdidas en ese primer mes del año dejan en testimoniales las 21 de un año atrás. Pero no solo fue en ese mes de enero. Las estadísticas estatales van más allá y demuestran que la tendencia se perpetuó a continuación. En marzo, por ejemplo, hubo 460 jornadas no trabajadas por huelga en Tarragona, superando el dato de 411 del año anterior.
Todos estos números están marcados por movilizaciones como la de los médicos, que se produjo en enero, a pesar que de finalmente se desconvocaron más días de huelga que estaban anunciados para febrero. También salieron a la calle los profesores y poco después se ha inflamado otro sector público como es la justicia. Primero, el colectivo de letrados acumuló casi dos meses de inactividad en protesta, que agravó aún más el colapso de un sistema que ya estaba saturado. Ahora son los funcionarios de la administración de justicia los que se movilizan, todo ello para reclamar mejoras retributivas. Y, por si fuera poco, jueces y fiscales también preparan una huelga que podría hacerse efectiva en cuestión de días.
No se puede entender este ambiente de protesta en las calles y ese incremento de huelgas sin el hondo impacto del IPC y su desfase con los sueldos. Tarragona cerró 2022 con cifras récord en casi 15 años en lo que se refiere a alzas salariales, con la ironía de que la inflación desbocada, pese a a atemperarse en los últimos meses del año, se ha ido comiendo con creces esas subidas de sueldo.
Alzas salariales
El incremento de salarios pactado bajo convenio en la provincia dio un empujón en diciembre y se situó en un 3,5%. Hay que volver a la época de la burbuja inmobiliaria para ver un incremento igual. En 2008 la subida fue de 3,74%, en una de las últimas alegrías antes de la honda crisis financiera desatada. Son alzas muy significativas, sí, pero que quedan lejos de las cotas sobre las que ha cabalgado la inflación en 2022. Ese final de año la inflación se quedó en un 5,5%, prácticamente el doble que la subida salarial.
Los balances sindicales son agridulces. Se ha hecho trabajo en la negociación colectiva pero se asume una pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores sin precedentes en décadas. «Queda la duda de si podríamos haber hecho más, conseguir más cosas, pero hemos negociado convenios en los que hemos incorporado la actualización de las tablas salariales ligadas al IPC, que era algo que no estaba presente en muchos», reconoce Joan Llort. El líder sindical ha reivindicado que en el último año se han acordado subidas de entre el 7 y el 9% en los convenios del sector del metal, de las químicas y de la construcción. «En las negociaciones a nivel de convenios colectivos nos ha costado muchísimo, hemos estado convocando huelgas en muchos sectores», sostiene Puig.
El conflicto también ha sido la tónica en la industria, nuevamente con algunos resultados mejores que otros. «Las subidas de sueldo a nivel de convenios colectivos se han quedado lejos del IPC, por lo cual la pérdida de poder adquisitivo es importante. Es el año en el que se han cerrado menos convenios. En el sector petroquímico no se han aplicado revisiones con carácter retroactivo, y la situación es compleja», exponía en cuanto a balance de 2022 Toni Carmona, secretario de organización del sindicato STR, que aun así extraía algunos aspectos positivos: «Me quedo con la huelga en Repsol, que sirvió para conseguir la subida con el 100% del IPC hasta 2024. También en BASF se ha logrado una mejora sustancial».
Desfase con el IPC
Esta dinámica al alza de las huelgas en las últimas semanas también se reproduce en el global de Catalunya. De enero a marzo ha habido 35.032 participantes en parones y 43.535 jornadas no trabajadas como repercusión; son saldos muy alejados de los del año pasado, con 13.504 y 12.741.
Atrás quedan casi dos años de pérdida de poder adquisitivo. Desde que los precios empezaron a dispararse, con el fin del confinamiento y los cuellos de botella por el suministro de muchos materiales, la inflación llegó a repuntar un máximo de un 11% anual en la provincia. Mientras tanto, la subida media pactada en los convenios colectivos en estos dos ejercicios no superó ese tope del 3,5% que se logró a finales del año pasado. Por lo tanto, durante meses el coste de la vida ha estado creciendo el triple que los salarios, y eso teniendo en cuenta solo aquellos sueldos bajo convenio.
Es una diferencia de más de siete puntos que se traduce en una pérdida de poder de compra de 1.600 euros anuales por asalariado, según los datos de la Agencia Tributaria, que sitúan la retribución media en 21.387 euros. Así, los salarios han subido 748 euros de media en este tiempo. Deberían haberlo hecho en 2.350 más para absorber el coste de la vida.
Manifestaciones en Tarragona y Tortosa
La movilización en este 1 de mayo, Día de los Trabajadores, tendrá dos puntos de especial importancia en la provincia. A las 12.00 horas se iniciará desde la Plaça Imperial Tarraco la manifestación en Tarragona. En las Terres de l’Ebre, la concentración será a las 11.45 horas desde el CAP El Temple.
Con el lema ‘Con las cosas de comer no se juega’, los principales sindicatos harán tres reivindicaciones fundamentales, todas ellas marcadas por el contexto de la inflación y la pérdida de poder adquisitivo.
Entidades como CCOO y UGT piden aumentar salarios y bajar precios, además de reclamar a las empresas un mayor reparto de los beneficios. Habrá concentraciones simultáneas en las principales ciudades tanto de Catalunya como de toda España.
Los dos sindicatos principales han denunciado que hay empresas poco dispuestas a negociar los convenios y las dificultades que se encuentran para mejorar las condiciones de las plantillas. De ahí que llamen a mantener vivo el espíritu de protesta más allá de este Primero de Mayo.
Por eso no descartan nuevas movilizaciones y jornadas de huelgas en otoño con la finalidad de desencallar convenios, como el de oficinas y despachos, el de funcionarios de la justicia o en el ámbito de la educación. Las concentraciones también reivindicarán unos servicios públicos de calidad.