Los pescadores, a favor de nuestros hermanos payeses y ganaderos. Estamos totalmente en contra de la Unión Europea, del gobierno español y de los ecologistas. ¡Todos son unos ‘farts d’olla’! Vergonzoso. Este es el mensaje que se puede leer en la pancarta que los pescadores han colgado en el puente de entrada al Serrallo. Con estas palabras, el barrio quiere mostrar su apoyo a los payeses y ganaderos, colectivo que lleva días manifestándose en las carreteras de todo el país. Y es que las reclamaciones de ambos colectivos son muy similares, teniendo en cuenta que la pesca y la payesía son las bases principales del sector primario. El exceso de burocracia o la falta de relevo, son algunas de las reivindicaciones compartidas.
«Queremos que campesinos y ganaderos sepan que estamos de su lado. Que no solo les entendemos, sino que nos ponemos en su piel día tras día», explica el presidente de la Confraria de Pescadors de Tarragona, Esteve Ortiz. Son muchas las semejanzas que hay entre ambos colectivos. Empezando por la burocracia, acabando por el intrusismo y pasando por la falta de relevo. «A modo de ejemplo, los payeses dicen que los lobos se hacen con su cosecha. A nosotros nos pasa lo mismo con los atunes. Devoran el pescado y, además, las administraciones nos prohiben capturarlas», asegura Ortiz.
El exceso de burocracia también es una reclamación compartida. Los pescadores aseguran que, una vez terminada su jornada laboral, se ven obligados a hacer horas extras para cumplir con los requisitos de las administraciones. «Tienes que marcar cuando sales a faenar, cuando llegas, cuando descargas. También lo que has capturado y lo que has vendido. Y todo ello en tiempo récord y sin equivocarte en nada porque, si algo está mal apuntado, las sanciones son impagables», asegura Josep Miquel Budesca, patrón de la embarcación Ebenista Primer.
Otro pescador –en este caso del arrastre– explica como a las cinco y veinte de la mañana ya está en su embarcación. Llega a tierra sobre las cinco de la tarde, pero no sale de la Confraria hasta las siete. Cuando llega a casa, está un rato con su familia, se ducha y cena. Después es momento de abrir el ordenador y hacer todo el papeleo del día. «¿Esta es manera de vivir?», se pregunta.
El presidente de la Confraria explica que las administraciones hacen sentir a los pescadores como delincuentes. «No es solo la burocracia, también nos encontramos con inspecciones constantes que nos hacen vivir con miedo», asegura Ortiz, quien añade que «las multas suelen ascender a 6.000 euros. Nos están arruinando».
Al igual que los payeses, los pescadores creen que Europa y el resto de gobiernos «quieren que desaparezca el sector primario. Y lo peor de todo es que lo van a conseguir», añade el presidente.
Muestra de ello es la falta de relevo generacional que hay en el colectivo, consecuencia de lo anteriormente explicado. Los pescadores actuales aseguran que son la última generación. Aquí termina todo. Cuando estos se jubilen, la pesca –al menos en Tarragona– se acabará. «Tengo un hijo de 11 años y creo que se le daría bien pescar. Pero ya ni nos lo planteamos. Él ve el humor con el que llego a casa después de una jornada laboral. Con eso tiene suficiente», dice Budesca, quien recuerda que, cuando él empezó a ir a la mar, en el año 1995, había 38 embarcaciones del cerco. Ahora solo quedan cinco. «Dicen que Europa quiere mantener el sector primario. Sin embargo, solo nos da ayudas para desguazar las embarcaciones, es decir, para desmontarlas. No se entiende, se contradicen», acaba Budesca.
Al igual que los payeses, los pescadores alertan de que quien acabará sufriendo las consecuencias de esta situación son los consumidores, la ciudadanía. «Cuando nosotros ya no existamos, la población comerá pescados de otros países, que no pasarán ningún tipo de control», comenta el presidente de la Confraria, quien culpabiliza de todo a los ecologistas y a los gobiernos. «Las normativas las hacen desde Bruselas, pero el ejecutivo español y catalán tampoco dan la cara por nosotros. Nos están machacando y se están cargando el sector primario», explica, indignado, Ortiz.
¿Y por qué no se manifiestan?
La pregunta que surge de todo esto es: ¿Y por qué los pescadores no se unen a las protestas de los payeses y ganaderos? La respuesta nos la da el presidente de la Confraria. «No podemos perder más días de pesca. En cuestión de dos meses, empezamos con el paro biológico del sector del arrastre», explica Ortiz. Algunos pescadores aseguran que «si no salimos a la mar, no cobramos. Ni nosotros ni nuestros marineros. No nos podemos permitir este lujo», dice uno. Otro comenta que «los payeses, mientras se manifiestan, pueden estar más tranquilos que nosotros porque los tomates siguen creciendo».
Los pescadores tienen una larga trayectoria de protestas y huelgas. Pero en la actualidad, la percepción es de resignación. Están cansados de tanta lucha y de tanto «oídos sordos», aseguran. «Algunos pensamos ya solo en jubilarnos y dejar todo esto atrás», asegura otro patrón.
Pere Guinovart, coordinador de la Unió de Pagesos del Camp de Tarragona, recuerda como hace años ambos colectivos llevaron a cabo una movilización conjunta por el tema de la subida del precio del gasoil. «Las problemáticas del sector primario son muy parecidas», añade Guinovart.
Empieza temporada
Para el sector del cerco –las embarcaciones que van a la sardina y al boquerón–, la temporada empezó el pasado viernes. Todavía es pronto para poder hacer valoraciones, pero todo apunta a que la tendencia seguirá siendo la de los últimos años: pocas capturas.
El paro biológico del sector empezó el pasado 15 de noviembre y ha durado tres meses. Más que nunca. «Nos lo imponen así desde Europa y, ahora, durante el mes de marzo, deberemos hacer un día de fiesta a la semana», explica Budesca. Se trata de medidas que, según las administraciones, garantizan la regeneración de las especies marinas. Sea como sea, el colectivo de los pescadores está tocado y casi hundido. Veremos como evoluciona.