Las UCI de Tarragona esquivan el colapso gracias a la bajada de ingresos

La mayor levedad de ómicron y la vacuna parecen salvar, por ahora, a intensivos del colapso absoluto y cambian el patrón. Hay un 47% menos de enfermos graves que en otras oleadas

27 enero 2022 12:40 | Actualizado a 28 enero 2022 09:49
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«Estamos viendo que la ocupación en las UCI se está frenando, incluso antes de que empiecen a bajar los contagios. Y es probable que las hospitalizaciones sigan creciendo algo, pero percibimos que los intensivos se están salvando del colapso más grave», indica Àlex Arenas, catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas en la URV. La revolución de ómicron es tal que, si no hay un cambio de tendencia, el patrón epidémico de la Covid-19 se ha modificado.

Si en el repliegue de otras olas bajaban primero los casos, luego las hospitalizaciones y, por último, las UCI, ahora ha sucedido al revés: la incidencia de contagios sigue desbocada, con récord día tras día, pero los ingresos en intensivos parecen haberse contenido. No son descartables más repuntes, pero por el momento la cifra lleva unos días estabilizada e incluso con una ligera tendencia a la baja. No hay que cantar victoria y siguen las llamadas a la prudencia, pero la sensación entre los sanitarios es que los intensivos parecen no crecer.

Por debajo de otras olas

A principios de enero había 39 pacientes ingresados en UCI por Covid-19. Ahora hay 44, después de alcanzar una punta de 50, hace unos días, que se ha conseguido reducir a partir de entonces, aunque sea lentamente. Bien es verdad que la situación es de saturación y que los hospitales han tenido que reabrir espacios, una vez más, para acoger a enfermos graves, pero también es cierto que la ocupación de estos críticos dista mucho de los máximos a los que se ha llegado en otras oleadas.

La más fácilmente comparable es la tercera, la de la Navidad del año pasado, desatada también en enero. En aquel momento se llegó al máximo de hospitalizados críticos por Covid-19 de toda la emergencia, con 94, prácticamente el doble que ahora. También en la primera oleada se superó con crece los registros actuales (80) y en la segunda (75), y teniendo en cuenta que la incidencia era muchísimo menor que en la actualidad, desbocada por completo.

De no complicarse más la situación, el pico de esta sexta ola habrá tenido un 47% menos de pacientes de coronavirus en UCI en relación con el precedente más equiparable. «Es algo que nos lleva a hablar nuevamente de los beneficios de las vacunas, que además hacen que las estancias en los hospitales sean algo menores», indica Àlex Arenas. «Si miras la relación entre casos notificados e ingresos convencionales y en UCI, estamos en la proporción más baja, más favorable. Las UCI no están tan tensionadas como en otras oleadas. La impresión que tenemos que se seguramente hemos llegado al pico, pero no hay que bajar la guardia», explica el doctor Òscar Ros, vocal de relaciones institucionales del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT). Ros añade que «a pesar del número de enfermos, la presión no es tan alta, y vemos un comportamiento de la enfermedad que insinúa que algo está cambiando».

Ros cree que «en el momento en que ómicron está desplazando a una variante más lesiva como era delta, ya hay una afectación más positiva». El representante del COMT considera que «es muy probable que mucho de lo que queda en las UCI sea delta y no ómicron». Sin embargo, está por ver que la nueva cepa, hegemónica y muy contagiosa, sea inherentemente más benévola. Todo influye. «La historia natural de los virus muestra que cada vez que pasan por el huésped va debilitándose en su patogeneidad, porque las dos partes llegan a una entente. Así, puede ser que ómicron sea una versión algo más atenuada, pero en la ecuación hay que considera también el éxito fundamental de las vacunas».

En intensivos hay una situación de equilibrio, porque los pacientes de delta que salen se compensan con los de ómicron, que entran pero en una menor proporción. En Catalunya se sigue más o menos la misma dinámica. Ayer se logró bajar de los 500 enfermos en UCI (495), pero pese a que los números pueden variar de un día a otro, lo importante es que se aleja ese umbral de 600 tan temido.

Estabilización de ingresados

También en hospitalizaciones hay una cierta estabilización. Los 242 pacientes suponen un descenso respecto a los últimos días. Quedan lejos de los 368 que hubo en la tercera ola, sin vacunas generalizadas, e incluyen, por primera vez, una casuística nueva derivada del tsunami de ómicron. «En los ingresos generales hay una presión significativa, pero hay que tener en cuenta que una buena parte de enfermos de Covid ingresan en realidad por otra causa, pero se les hace el cribaje y dan positivo. Pero son pacientes que, si no fuera por la otra dolencia que tienen, estarían en casa, a veces asintomáticos. Un 45% de pacientes son de este tipo, en los que la Covid es un hallazgo casual».

No sucede tanto en las UCI, donde realmente la Covid sí es el motivo que lleva a los enfermos a tener que requerir estos cuidados especiales, aunque no siempre. Salut reconocía ayer que entre un 8 y 10% de ingresados en UCI son hospitalizados con Covid pero no por Covid. La directora del CatSalut, Gemma Craywinckel, dijo ayer que la contabilización cambiará a partir de ahora teniendo en cuenta esas salvedades. Por eso el número de ingresos puede reducirse algo durante los próximos días.

«Volvemos a tener el perfil de enfermo que se ha complicado y la vacunación sigue siendo clave», explica Ros. El porcentaje de hospitalización en UCI respecto al estado vacunal se mantiene desde hace meses. «Entre el 70 o el 75% son no vacunados o vacunados incompletos. El resto son vacunados con toda la pauta completa y entre ellos marca mucho la patología previa, las comorbilidades que se puedan arrastrar», dice Ros. Como vacunados incompletos se consideran aquellos que tienen dos dosis pero que no se han puesto la tercera inyección, la de refuerzo.

A pesar de todo, la situación sigue siendo extrema, por el agotamiento mental, emocional y físico de los sanitarios, en especial en las UCI. «En la hospitalización convencional, los valles entre picos de las olas han dado un respiro. No ha sucedido así en intensivos, porque ahí se mantiene una ocupación alta durante más tiempo, porque el estado se complica y tiene estancias más largas», indica Ros.

El doctor Josep Maria Serra, anestesiólogo en el Pius de Valls y presidente del sector de hospitales concertados en Metges de Catalunya, sostiene que «ya ha dado tiempo a que la entrada de la nueva variante se pueda ver en los hospitales, que siguen en tensión». Serra agrega que «las ocupaciones siguen siendo altas, aunque no tanto como en otras ocasiones, porque en esta oleada todo es muy distinto. Está la menor gravedad de ómicron, no sabemos si por sí sola o por tener a tanta gente vacunada, pero también en intensivos hay tratamientos más exitosos, que nos están sirviendo».

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