La urbanización del entorno de la Ermita de la Salut empezará el año que viene. Se trata de una noticia largamente esperada para los vecinos de esta zona de la ciudad, que viviendo a escasos metros de uno de los barrios más nuevos de la ciudad, como es la Vall de l’Arrabassada, todavía no disponen de unos servicios básicos en condiciones.
«Por fin, ahora ya podemos decir que por parte del Ayuntamiento lo tenemos todo», asegura el concejal de Urbanisme, Nacho García Latorre. Desde los servicios técnicos de urbanismo se están acabando de redactar los pliegos para la licitación de un proyecto del que empezó a hablarse hace casi más de veinte años, cuando se constituyó la Associació Administrativa de Cooperació Ermita de la Salut.
El proyecto afecta al Polígon d’Actuació (PA)-102, conocido como el de las Parcel·les Iborra. Se trata de una zona con unas 45 parcelas, en las que viven una treintena de familias. En total, ocupa una superficie de 56.995 metros cuadrados, con viviendas que fueron desarrollándose en medio de campos de cultivo, y que con el paso de los años se convirtieron en primeras residencias.
La urbanización de los terrenos debe permitir dignificar un sector en el que las casas todavía tienen fosas sépticas, ya que carecen de alcantarillado. Esta precariedad también se ve en el suministro del agua y de la luz, además de la fibra óptica. «Al final, estamos hablando de poder tener unos servicios que nos permitan vivir como el resto de la gente en una ciudad del siglo XXI, porque ahora para muchos vecinos conectarse a la fibra óptica es un suplicio», argumenta el presidente de la Associació Administrativa de Cooperació Ermita de la Salut, Enric Casasayas.
Las obras transformarán la estructura de calles existente, con los servicios y aceras, como cualquier otra parte de la ciudad. «Al final, lo que queremos es poder llegar a casa de noche con una cierta seguridad», apunta Casasayas. Esto permitirá una reorganización de la movilidad, de forma que el actual vial de acceso a la Ermita de la Salut tan solo será de subida y tendrá una continuidad, con una nueva calle de bajada, que conectará con la calle Mercè Rodoreda. Al respecto, García Latorre explica que «estamos estudiando cómo queda recogido en los pliegos, para que esta parte de las obras se haga en época estival y que no afecte a la escuela».
El Ayuntamiento asegura que «la parte que cambiará más es la más próxima a la Vall de l’Arrabassada, porque se abrirán calles más anchas». Asimismo, en esta parte ubicada en la falda de la montaña, también se construirá buena parte de las 136 viviendas que incluye el proyecto, que deben contribuir a mejorar este entorno.
Y es que la inversión que se llevará a cabo prácticamente alcanza los cinco millones de euros, de los cuales unos 700.000 los aportará el Ayuntamiento de Tarragona, mientras que la parte que asumirán los vecinos se sitúa alrededor de los 4,1 millones.
García Latorre asegura que «ha costado mucho resolver las alegaciones y recursos, lo que ha retrasado la aprobación». No obstante, el responsable de Urbanisme defiende que, ahora sí, «esto sigue adelante». Sin embargo, no lo hace con la celeridad esperada por parte de los vecinos afectados. Después de que en noviembre del año pasado, el gobierno municipal aprobó de forma definitiva el proyecto de urbanización, estos esperaban que las máquinas pudieran entrar a trabajar este 2024. Ahora ven, como una vez más pasarán el año nuevo en las mismas condiciones. «Nos dijeron que la licitación estaría a punto en septiembre u octubre, después en diciembre y ahora ya estamos hablando de enero o febrero, lo que imposibilita que las obras puedan iniciarse a lo largo del primer trimestre de 2025, como nos habían dicho», lamenta Casasayas.
El último calendario que les presentó el Ayuntamiento sitúa el inicio de los trabajos en el mes de julio, por lo que, los afectados aseguran que «no podemos confiar en la palabra del Ayuntamiento». «Todo parece encarrilado, pero al final, la dinámica sigue siendo la misma, de dilatar los plazos y de retraso en retraso», afirma este representante vecinal.