La Rambla Nova de TGN suma más de una veintena de locales vacíos

Las fusiones bancarias han tenido un fuerte impacto en esta arteria principal que, poco a poco, se ha visto compensada por la apertura de panaderías con servicio de cafetería

14 junio 2018 19:57 | Actualizado a 19 junio 2018 18:14
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Asegura un empresario de la ciudad que hace unos meses estuvo con directivos de la marca Ralph Lauren que sopesaban la apertura de una tienda de esta firma en la Rambla Nova. Era día de mercadillo. Ni siquiera quisieron ir a visitar el local. Viendo el entorno consideraron que éste no era un sitio adecuado para comercializar una ropa con unos estándares elevados. 

Los comerciantes consideran que la presencia de los marchantes en esta vía principal –durante un periodo de casi doce años– ha sido un elemento adicional que ha hecho que esta arteria haya ido perdiendo su atractivo en los últimos tiempos. «No ha sido nada positivo, aunque éste no es el único problema», asegura Salvador Minguella, presidente de la asociación de comerciantes Via T.

La difícil situación por la que pasa el comercio en el centro de Tarragona es «un cúmulo de muchas pequeñas cosas». Las dificultades de aparcamiento, los precios de los alquileres, los cambios en los hábitos de consumo y la competencia de las grandes superficies son algunos de los argumentos reiterados. No obstante, en el caso concreto de la Rambla Nova hay un factor que ha sido decisivo: la crisis del sistema financiero, que ha derivado en una cifra mucho más reducida de entidades y el cierre de oficinas en todos los pueblos y ciudades.

La Rambla Nova era el eje de las entidades financieras. El Banco del Comercio, el Banc Català de Crèdit, el Gallego, el Vizcaya, el Zaragozano, el Banco Promoción de Negocios, el Natwest y el Condal –que llegó incluso a tener dos oficinas– son algunos de los nombres que han desaparecido completamente del mapa. Desde 1952, hasta 46 locales han acogido esta funcionalidad en algún momento u otro de su historia. Son datos que ha recogido Rafael Vidal, autor del libro El comerç de la Rambla de Tarragona, pas a pas. 

Cambio de hábitos

Vidal camina aún todos los días por este eje para recopilar nuevas informaciones y comprobar la evolución. Su impresión al comparar la Rambla de antaño con la actual es que «no s’assembla d’un ou a una castanya». Sitúa el inicio de la transformación en los noventa, con la construcción de las grandes superficies comerciales. El cierre de los pequeños cines en el centro y la llegada de las franquicias son otros de los elementos que señala como determinantes. «Ahora las fusiones de la banca han acabado de rematarlo», argumenta.

Desde la Plaça de la Imperial Tarraco al Balcó del Mediterrani la banca suma un total de catorce oficinas, y tan solo las grandes entidades financieras han sobrevivido en este eje. Esto hace que la cifra de locales vacíos en la Rambla Nova sea en estos momentos de 21, un dato al que habrá que sumar la Llibreria de la Rambla, que ayer mismo anunció que cierra sus puertas tras una trayectoria de más de cincuenta años.

Proliferan las panaderías

Si la cifra de locales vacíos no es más elevada se debe a la proliferación de panaderías con servicio de cafetería que se ha producido recientemente. Costa Rica, Panet y Enrich son algunos de los más recientes que han llegado en cuestión de meses, y que se sumaban a la oferta similar de locales como Flaqué y Granier. 

Hoy hace tres meses de la inauguración de Enrich, una cadena nacida hace 95 años en Barcelona y que, tras su apertura en la Fira de Reus, seguía su expansión en el territorio con su primera tienda en Tarragona. Vanessa Casamayor, directora comercial de Enrich, asegura que estudiaron algunos emplazamientos cerca del Mercat Central y las calles adyacentes. «Somos un tipo de negocio que nos gusta estar en el rovell de l’ou. Es un zona de paso, en la que se mueve todo», dice.

Casamayor es consciente de que «estamos bien acompañados» en cuanto a negocios de características similares. Considera que «beneficia que la gente pueda escoger. No son competencia». Y el sello de esta firma es el pan, que tienen expuesto en un espacio privilegiado del mostrador.

Josep Maria Baiget, de Segells Monedes TAU, es uno de los históricos. Desde 1980 ocupa el local esquinero con la calle Canyelles, espacio al que se trasladó desde unos metros más arriba. Para este especialista en compraventa de objetos de antigüedad, uno de los principales problemas es el precio de los alquileres. «Si quieres estar en el centro, los precios son carísimos», argumenta. El precio del metro cuadrado se sitúa entre los 50 y los 55 euros, siendo la Font del Centenari la línea divisoria entre el extremo marítimo (más caro) y el interior (más económico).   

Rafael Vidal asegura que no tan solo el comercio se ha visto perjudicado. «De los bares y cafeterías tan solo queda el Moto Club, el resto han ido desapareciendo todos», indica. Librerías, ópticas, farmacias, zapaterías, heladerías, cafeterías y un largo etcétera de negocios siguen poblando este eje. «La oferta no está mal, quizás lo que está peor es la ropa», indica Minguella. Pepe Jeans cerró recientemente, previamente lo había hecho Queralt, que posteriormente fue ocupada por John Berri. Con el traslado del mercadillo está previsto un lavado de cara de la Rambla. El presidente de la Via T incluso va más allá: «Debería considerarse que la última coca sea peatonal. Toda la Rambla no, pero la gente debería poder pasear más».

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