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Comunidades modestas en Tarragona se ajustan el cinturón: menos iluminación en parkings o zonas comunes, higienización más espaciada y seguros sin tanta cobertura

04 agosto 2022 22:41 | Actualizado a 05 agosto 2022 07:00
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Una limpieza más espaciada, mantenimientos menos intensos o recortes de iluminación en algunas zonas comunitarias. Hay hasta ajustes en los ascensores para gastar menos. Son varias de las medidas de las comunidades de vecinos de Tarragona para hacerle frente a la inflación, intentos de amortiguar las subidas de las cuotas y, por tanto, de evitar una afectación más grave sobre los vecinos. Cuando muchos sectores se preparan para ajustar su dispendio energético por obligación del Gobierno, las escaleras llevan semanas estrechándose el cinturón para llegar a final de mes.

Inevitablemente, algunos servicios ya se resienten en aquellos vecindarios con más dificultades. «Cada comunidad tiene sus peculiaridades. Un poco de margen siempre hay. Se puede ajustar la ventilación del parking. Implantar bombillas led de bajo consumo es algo también muy generalizado», reconoce Fabián Huguet, presidente del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona.

Se ajusta la ventilación en aparcamientos y se pone memoria a los ascensores para ahorrar

La eficiencia no es solo un frente medioambiental, sino una necesidad para que las facturas no se disparen con un IPC al 11% en la provincia. «La situación es complicada por cómo está la luz», apunta Huguet. No sucede en todos los entornos, pero sí en muchos. Héctor Ruana, gerente de la Cambra de la Propietat Urbana de Tarragona, hace una diferenciación: «Hay que separar las comunidades con un cierto nivel y las que están en espacios socioeconómicos más deprimidos, donde sí se hace una búsqueda de la máxima eficiencia. Suprimimos todo lo superfluo o lo que no es necesario, además de que renegociamos condiciones con proveedores».

«La situación empeorará»

No es sencilla ni grata la labor estos días de los administradores de fincas, esmerados en explicar a los vecinos, en reuniones más o menos tensas, que en muchos casos no queda otra que subir las cuotas ordinarias para asumir las subidas. «Tenemos dificultades para sacar adelante los presupuestos. Hay cuotas de vecinos morosos que tienen que asumir el resto. Estos incrementos redundan en subidas. La situación no es crítica pero hay un pequeño repunte de esa morosidad comunitaria. Todo apunta a que la situación empeorará. Las rentas de los hogares y las familias quedan reducidas», cuenta Ruana, que añade: «Cuando se habla de incrementar cuotas en una vecindad, originas un conflicto existencial».

Es entonces cuando se ponen sobre la mesa posibles medidas de ahorro, para que la vulnerabilidad no se dispare. «Hay una labor de ser eficientes, reduciendo a cero algunas partidas, renegociando e incluso disminuyendo el nivel de los servicios», explica Ruana desde la Cambra de la Propietat Urbana de Tarragona.

«Intentas ajustar donde puedes pero la situación es muy complicada y lo seguirá siendo», dice Fabián Huguet, presidente del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona

Por ejemplo, la limpieza puede pasar de tres días por semana a dos. «En alguna póliza hemos sacado garantías que no eran estrictamente necesarias, por ejemplo como una cobertura por pérdida de documentación». Limpieza con una mayor periodicidad o sustituir una instalación de jardinería por otra que precisa menos mantenimiento son alternativas que se ponen en marcha. Además, en ese objetivo proliferan los temporizadores. Se prescinde de iluminación en algunos espacios y en otros se despliegan sensores para que las luces se enciendan solo cuando detecten movimiento.

Ana Bozalongo, administradora y asesora jurídica del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona, también está viviendo estos ajustes a la orden del día: «Cuesta mucho aprobar presupuestos, tenemos que hacerlos muy ajustados a los gastos reales, con poco margen. Todo se encarece y, en muchos casos, los sueldos son los mismos».

Menos días de limpieza

Bozalongo indica que «la gente entiende que los presupuestos y las cuotas tienen que subir», lo que no evita que se dé un alza de la morosidad que pueda ir a más. El balance de gastos e ingresos se convierte en un complejo tetris que hay que cuadrar. «Vas jugando con las partidas, por ejemplo, con la limpieza. Ese desembolso subió muchísimo con la Covid. Ahí no importaba gastar, porque la gente quería mucha más higienización. Pues bien, ahora se recorta ahí sin problemas».

La sectorización por plantas en los parkings es otra de las medidas para evitar dispendios excesivos en la luz, completamente desbocada, así como algunos pequeños ajustes incluso en el ascensor. En aquellos elevadores más antiguos –en los nuevos ya viene de serie– se instalan dispositivos de memoria para que pueda realizar diferentes paradas en un mismo recorrido sin que tenga que regresar a la planta baja.

La limpieza extra motivada por la pandemia también se ha caído de la factura

La instalación de placas solares en los edificios es otro de los recursos que comporta un ahorro a largo plazo, pero la inversión inicial está fuera del alcance de muchas comunidades y se descarta a las primeras de cambio.

Manuel Sosa, abogado y administrador de fincas en Tarragona, también confirma que «en aquellas comunidades más modestas se están intentando suprimir gastos en aquello que no es indispensable». Este experto inmobiliario pone otro ejemplo: «En alguna urbanización con farolas antes, por seguridad, tenían la luz toda la noche encendida y ahora se apaga. Esa iluminación da seguridad a los vecinos, pero se prescinde de eso para ahorrar. O, por ejemplo, si hay ocho farolas solo se activan cuatro, la mitad. Estás perdiendo confort en tu entorno para pagar menos».

Los suministros como el agua, la electricidad o los servicios ligados al mantenimiento ahogan cada vez más a los hogares

El encarecimiento es generalizado en todos los productos pero sobre todo en aquellos que tienen que ver con la energía. En junio, la electricidad y el gas se encarecieron un 44,8% en Tarragona en relación con el año pasado, según los balances del IPC ofrecidos por el INE.

El impacto es directo no solo en las comunidades sino en los hogares, ahogados por el aumento de las tarifas de la mayoría de suministros. Así, las partidas destinadas a la conservación y reparación de la vivienda han aumentado casi un 7% en la provincia y los bienes y servicios del mantenimiento en el domicilio casi un 6%. La jardinería y el cuidado de animales domésticos en casa son ahora un 6,3% más caro, mientras que si tenemos coche el dispendio se ha disparado un 26%, fruto de cómo se han desbordado los combustibles. A eso se añade una cesta de la compra cada vez más prohibitiva: los alimentos han subido más de un 13% en este último año. El agua y otros suministros del hogar vinculados a la energía son un 22,7% más caros.

Más contenidos están los precios en el alquiler, que sube pero no en los rangos del IPC. «La revisión de las rentas está topada en el 2% por el Gobierno, y eso limita la afectación», dice Héctor Ruana, gerente de la Cambra de la Propietat Urbana. No pasa así con los locales, susceptibles de subir más, aunque luego se impone la negociación. «Los propietarios empatizan con los inquilinos porque quieren que los locales no se queden vacíos. Se negocia y a lo mejor se busca un punto intermedio, entre ese 2% y el 10% del IPC», zanja Ruana.

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