Laura Román es la representante de la Fundación Vicente Ferrer en Tarragona y cuenta que, en los siete viajes que ha hecho a India en compañía de personas que se interesan por la labor de la entidad, la reacción siempre es la misma: «se sienten abrumados porque la gente es muy generosa y muy agradecida. Siempre tienes la sensación de recibir más de lo que das».
Román, profesora de la URV, ha podido volver a comprobarlo estos días porque es una de los cuatro voluntarios de Tarragona que participan en la Anantapur Ultramarathon. Son parte de un grupo de doce en el que hay, además, participantes de La Seu d’Urgell, Madrid y Andorra, casi todos de la misma familia.
La carrera, de 170 kilómetros, comenzará mañana miércoles por la tarde y terminará el jueves por la mañana. En los equipos, cuyos componentes se van relevando, también participan corredores locales.
El fin, no obstante, no es competitivo, sino que la idea es conseguir fondos para los proyectos de la fundación. En esta edición de la carrera, que es la número diez, el objetivo es crear una red de centros de preescolar para 250 niños y niñas de 3 a 6 años en el Valle de Katmandú, en Nepal, país donde la fundación también colabora.
Los corredores (el año pasado fueron más de 400) se encargan de organizar eventos solidarios en sus países de origen o de buscar patrocinadores directos para el proyecto.
Pese a que no es una carrera competitiva, se trata de una prueba exigente. La parte más satisfactoria, explica Román, es que pasa por diferentes aldeas de la región de Anantapur «y da igual la hora que sea que la gente está despierta esperando que pase la carrera para darte agua y comida y hacer un poco de fiesta con nosotros». El recorrido finaliza en Batalapali, lugar donde está enterrado Vicente Ferrer.
Un kilómetro, una vida
El impulsor de la Anantapur Ultramarathon es el corredor y voluntario canario Juan Manuel Vieira, quien comenzó la iniciativa ‘1 km 1 vida’. Vieira pudo ver la labor de la fundación ‘in situ’ y se comprometió a correr en India un kilómetro por cada niño que se lograra apadrinar. La acogida fue tan grande, que lo que pensaban iba a ser una carrera de unos pocos kilómetros, acabó convirtiéndose en una prueba de ultra distancia.
En aquella primera edición Vieira corrió los 170 kilómetros en solitario, pero a partir del año siguiente comenzaron a sumarse cada vez más participantes.
Independientemente de si se participa o no en la ultramarathton, ‘1 km 1 vida’ ha ido creciendo y ya cuenta con distintas iniciativas para recaudar fondos para la fundación que se pueden ver a través de su web.

Conocer sobre el terreno
Además de la ultramarathon, los participantes también pudieron participar este fin de semana de dos carreras comunitarias en las que han corrido junto a niños y jóvenes con algún tipo de discapacidad.
Además de prepararse para las carreras, cada día los participantes van a conocer alguno de los proyectos que tiene la fundación para mejorar la vida de las personas más vulnerables. Este año han podido conocer el trabajo que hacen en escuelas, hospitales, un proyecto ecológico y otro para favorecer el emprendimiento de las mujeres.
Junto a Román participan personas de diferentes edades (la menor tiene 19 y el mayor 59) «y esto es muy enriquecedor, porque ves que cada generación vive la India de diferente manera».