El Ayuntamiento de Tarragona todavía no ha sacado el concurso para la nueva concesión del parque ecohistórico del Pont del Diable, después que en febrero del año pasado la empresa Limonium renunció al año de contrato que le quedaba para la gestión de la finca de titularidad municipal.
Ambas partes aseguran que están trabajando para la «extinción» del convenio que debe poner fin a una relación de diez años. A partir de ahí, el concejal de Patrimoni, Nacho García, asegura que «valoraremos qué ha pasado y por qué pasó, antes de ponernos a trabajar en la nueva concesión».
Ahora mismo no hay una fecha para que se den a conocer las bases del nuevo concurso. Primero debe acabarse de cerrar la carpeta anterior, en la que tanto el Ayuntamiento como la compañía Limonium habían denunciado varios incumplimientos en los acuerdos establecidos. A partir de ahí, se valorará si la nueva empresa seguirá haciéndose cargo de la gestión de la totalidad de la finca –que en total suma 32 hectáreas– o si se desvinculará la parte medioambiental de la patrimonial.
Las actividades familiares, conciertos y visitas nocturnas han acabado. Sin embargo, dentro de la programación estable del Museu d’Història de Tarragona, el 4 de febrero tendrá lugar la primera de las ocho visitas que incluye la actividad ‘Històries amagades de Tarragona’, que este año se fija precisamente en el Pont del Diable.
La finca, que ejerce de puerta de entrada a los caminos de la Anella Verda, está registrando una afluencia de visitantes considerable desde la pandemia. Especialmente durante los fines de semana, cuando en determinados momentos incluso puede llenarse un parking en el que no se ha conseguido acabar con los problemas de inseguridad.
Es la Collserola de Tarragona. Los excursionistas conviven con los ciclistas y las familias que salen a pasear o a hacer un picnic en el merendero de la Casa del Guarda, después de caminar los 217 metros de longitud del spectus del Acueducto de Ferreres.
Esta constante presencia humana se nota en los plásticos y papeles que siempre acaban quedándose tirados en medio de la naturaleza. Sin embargo, a grandes rasgos, el hecho que ahora no haya nadie que se ocupe de la gestión de la finca no ha supuesto un deterioro del espacio.
La excepción la encontramos en la Casa del Guarda, que ha sido víctima del incivismo y la inseguridad fruto de estos más de doce meses de abandono. Ventanas rotas, otras de manifiestamente forzadas y el sistema de alarmas tirado por el suelo son algunos de los ejemplos. Aunque la peor parte se la llevan los antiguos baños, ubicados en un módulo prefabricado, cuyas puertas han sido forzadas y en los que es mejor no adentrarse a explorar.
Trabajos forestales
Desde el Ayuntamiento de Tarragona se asegura que el mantenimiento de la finca ha pasado a manos de Parcs i Jardins, que hace trabajos puntuales. En paralelo, desde la Casa d’Oficis se ha puesto en marcha, por primera vez, un módulo de Treballs Forestals, en el que participan ocho jóvenes de 18 a 29 años.
La formación empezó este mes de enero y se prolongará hasta el mes de abril. Durante estos cuatro meses recibirán la parte teórica, que complementarán a partir de mayo con las prácticas.
Según lo previsto, la administración local contratará al equipo hasta el mes de octubre para que puedan poner en práctica los conocimientos adquiridos en la zona del Pont del Diable y sus inmediaciones. Según se ha asegurada, esta brigada se encargará de los trabajos de mantenimiento, limpieza del sotobosque, además de pequeñas mejores en la red de caminos.