«Esto es como un restaurante, en el que, si no hay el personal suficiente, al final la gente tiene que esperar y como no tiene un buen servicio se marcha cabreada y no vuelve». Así explica César Pociña como se sienten los trabajadores del Museu d’Història de Tarragona (MHT) después de unos días de Semana Santa en los que se ha trabajado a destajo en los monumentos de la ciudad, con cifras de visitantes que se acercan a niveles récord.
La imagen de colas de turistas esperando para entrar a la Capçalera del Circ, en la Plaça de la Unesco, contrasta con los ‘malabares’ para cubrir todas las plazas con una plantilla insuficiente. «Hubo momentos en los que, entre el segundo piso del Pretori y la terraza, había alrededor de 300 personas y nosotros solo éramos dos. Tienes más la sensación de pastor de ovejas que de vigilante del recinto», añade este trabajador.
El Museu d’Història de Tarragona gestiona el conjunto formado por Circ i Pretori, el Passeig Arqueològic, el Amfiteatre, el Fòrum de la Colònia, la maqueta romana y las casas Canals y Castellarnau. Habitualmente, cada uno de los grandes monumentos cuenta con dos o tres personas, que se encargan de controlar y proporcionar la información necesaria, hacer las estadísticas y la taquilla. Esto hace que, en los días de gran afluencia, «entre once de la mañana y tres de la tarde ni siquiera tienes un momento para sentarte o ir al baño».
Los propios empleados aseguran que esto se traduce en que «no podemos dar un servicio adecuado». «A veces el turista la única información que dispone es la que le podemos dar nosotros, pero hay momentos en que se generan situaciones muy desagradables y muchos visitantes se marchan insatisfechos porque no podemos ofrecerles el trato que se merecen», añade Pociña. Es uno de los cinco trabajadores que a finales de septiembre del año pasado se quedó trabajando en el museo, a partir de un contrato de nueve meses por acumulación de tareas. «Este vence en junio y supuestamente volverán a contratarnos hasta octubre y después ya veremos», añade. Desde 2016 va encadenando contratos para cubrir vacaciones de verano, que después de Santa Tecla expiran y así sucesivamente, una situación que afecta a una veintena de personas que llevan años reivindicando una estabilidad.
El Museu d’Història de Tarragona acumula un problema endémico de personal desde hace muchos años. En sus mejores momentos tuvo una plantilla de una sesentena de personas que se ha ido reduciendo por las jubilaciones y la falta de reposición. Ahora esta cifra es de 41 empleados, de los cuales cuatro están de baja, por lo que el número de personas disponibles es de 37. Aquí se incluye el refuerzo que se hizo en otoño, con cinco empleados por acumulación de tareas. «Es una fórmula administrativa que podemos utilizar cuando no tenemos suficiente personal y nos permite contratar a gente sin que sean parte de la plantilla», justifica el concejal de Patrimoni, Hermán Pinedo.
El responsable del Àrea de Patrimoni es realista: «Existe un déficit estructural de personal que hace que ahora mismo no lleguemos a las necesidades reales del museo», asegura. Este explica que ha hecho un cálculo «realista», según el cual para finales de año, con la incorporación del Porta Tarraco, se necesitará un equipo de unas 50 personas, esto significa que incluyendo las personas que están ausentes, a causa de una baja, aún faltarán otras nueve personas.
«Desde Patrimoni hemos hecho la petición a Personal y estamos insistiendo en ello, pero esto ya es una cuestión de Recursos Humanos», argumenta Pinedo. Este confirma que se están haciendo «malabares» para ajustar los turnos y que la «situación complicada» llegará en verano, cuando el personal en plantilla inicia las vacaciones, lo que significa que cada mes quince personas estarán fuera. En mayo coincidiendo con Tarraco Viva se incorporarán 15 profesionales, hasta finales de verano para las sustituciones. «Siempre hay vacaciones por tanto contamos con ello, pero es verdad que vamos cortos de personal y cualquier imprevisto hace que incluso tengamos problemas para abrir los monumentos», justifica Pinedo.
El concejal de Patrimoni afirma que «hay interinos que llevan más de 15 años». Pese a ello, lamenta que «no es un problema de ahora» y lo atribuye a una «falta de planificación» sobre la situación de la plantilla. Asimismo, defiende que la administración local choca con la Ley de Estabilidad Presupuestaria que dificulta estas contrataciones. «No es un problema del museo, sino de todo el Ayuntamiento y de todas las administraciones en general», sigue explicando. «Las peticiones se han hecho muchas veces y la respuesta siempre ha sido la misma: ahora mismo no tenemos capacidad para contratar a nuevo personal», argumenta.
Esto hace que haya preocupación de cara a los próximos meses. «Hacemos todo lo que podemos con lo que tenemos, pero lo que no vamos a hacer es saltarnos los derechos laborales y que tengan que trabajar más de lo que les toca. No haremos pagar a los trabajadores los déficits del Ayuntamiento», afirma rotundo Pinedo. Y, en este sentido, manifiesta que «no me temblará el pulso si en algún momento hay que cerrar algún monumento. Intentaremos que no sea así, pero la situación es muy complicada».
Tal y como asegura el concejal, el problema viene de lejos. En algún momento no se ha podido abrir alguno de los recintos y muchos de los profesionales han ido sumando nombramientos temporales de forma reiterada, sin conseguir una estabilidad. De hecho, este tema llegó al pleno de noviembre de 2018, cuando los partidos de la oposición se aliaron y aprobaron una moción presentada por la CUP. Esta instaba al anterior gobierno municipal a la «readmisión inmediata» de 25 trabajadores que el 30 de septiembre habían perdido su empleo. En aquellos momentos, ERC denunció una situación en la que «se encadenan nombramientos de interinos temporales de una forma sucesiva para ocupar los mismos puestos de trabajo en la plantilla», un hecho que, a su juicio, demuestra que «las necesidades que no son temporales hasta el 30 de septiembre, sino estructurales».
La moción no era vinculante y quedó en agua de borrajas. Pasó lo mismo con la resolución del Síndic de Greuges que en febrero de 2019 también se pronunció y aseguró que estos trabajadores «debían ser readmitidos».
Desde el USOC, Carles Mallol, lamenta que «una Ciutat Patrimoni de la Humanitat no potencie más la cultura y la historia, y estemos constantemente con parches temporales». Mallol reconoce las limitaciones de la administración local. Pese a ello, afirma que «este año la tasa de reposición es del 120%, otra cosa es que haya la consignación presupuestaria por poder hacerlo, pero en función de las prioridades del gobierno pueden crearse unas plazas u otras».
Por su parte, John Olalla, del sindicato UGT en el Ayuntamiento, lamenta que «podría gestionarse de otra forma, con contratos fijos discontinuos que generan una estabilidad para las personas». Este asegura que es una cuestión que «estamos trabajando» con la corporación municipal, ya que «con la estabilización de los interinos habrá una parte de la plantilla que se beneficiará».