La peor parte del episodio de lluvias del día de Santa Tecla se lo llevó la Escola Miracle. Un muro de contención, que separa el callejón sin salida –llamado Passatge del Sol–, con uno de los patios interiores del colegio, cedía y se desmoronaba hasta la pista de juegos. Los vecinos de la calle relataban como vivieron lo sucedido. «Nos asustamos mucho, porque el ruido fue escalofriante. Ya hacia tiempo que alertábamos del mal estado de este muro», explicaban. Algunos de ellos tuvieron que ser desalojados y pasar la noche en casas de familiares. Por suerte, hoy, después de que los arquitectos e ingenieros municipales analizaran el inmueble, los afectados pudieron volver a sus casas.
Por su parte, la directora del centro, Araceli Luque, destacaba insitu que no se tuvieron que lamentar daños personales, teniendo en cuenta que, ayers, no había niños en el patio porque era día festivo. «Es un muro que normalmente presenta humedades y que, justo hace una semana, avisamos de su estado al Ayuntamiento. Fue la secretaria del colegio, que vive en esta calle, la que nos alertó de que el muro se había ido separando del asfalto», explicaba la directora de la Escola Miracle, quien añadía que «no nos pensábamos que la cosa fuera tan inminente». Pese a ello, Luque celebraba que el desprendimiento hubiera tenido lugar el mismo día de la lluvia. «Me daba miedo que hubiera quedado afectado y que, el lunes o el martes, cediera», comentaba.
El lunes, el colegio abrirá con total normalidad, ya que la estructura del edificio principal no ha quedado dañado. Además, el Ayuntamiento ha cedido a la escuela el Parc de les Granotes para ampliar la zona de patio si es conveniente, como ya hizo durante la pandemia.
Hasta el lugar de los hechos se desplazaron el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el alcalde de Tarragona, Pau Ricomà, acompañado de alguno de sus concejales. Tras la reunión de coordinación y la visita a las instalaciones de la Escola Miracle, la comitiva se desplazó hasta uno de los puntos negros del temporal: la calle Josep Ras i Claravalls, la avenida que une la playa con la Vall de l’Arrabassada. Lo nunca visto. Trozos de carretera, que habían sido arrancados y arrastrados el día anterior por la fuerza del agua que caía del barranco de la Budallera, yacían en el suelo. Un escenario dantesco. A primera hora de la mañana, los operarios sacaban los coches que habían sido también arrastrados. Todavía se están buscando los propietarios de algunos de los vehículos afectados.
Los vecinos lamentaban lo ocurrido y se señalaban constantemente las rodillas, mostrando hasta donde les llegaba el agua. Por su parte, el presidente de la Associació de Veïns de la Vall de l’Arrabassada, Josep Maria Bertran, aseguraba que el episodio del jueves se vivió «con preocupación». Bertran explicaba que «hace más de diez años que reivindicamos soluciones para esta zona. Desde que desmantelaron la antigua circunvalación, siempre hemos tenido sustos de este tipo. Parece que no entiendan que la Vall de l’Arrabassada está rodeada por dos rieras», y añade que «sabíamos que esto pasaría y sabemos que volverá a pasar».
El alcalde Tarragona, por su lado, quiso destacar el trabajo de los servicios de emergencia y la actitud «ejemplar» de la ciudadanía. «Seguramente, no tenemos que lamentar daños personales gracias al comportamiento de los tarraconenses», decía Ricomà, quien aseguraba que «ahora es momento de evaluar los desperfectos y de intentar repararlos para devolver la normalidad a la ciudad». Finalmente, el alcalde se excusó ante las reclamaciones vecinales diciendo que «necesitamos inversiones de otras administraciones, como de la Agència Catalana de l’Aigua, para resolver estos problemas».
El Serrallo se recuperó enseguida
Otro de los barrios que quedó afectado por las fuertes lluvias fue, como ya es costumbre, el Serrallo. «El problema llega cuando cae mucha agua en un plazo de tiempo muy corto. Las bombas se colapsan y no son capaces de engullir», explicaba una vecina, Carme Pedrol. El resultado fue que los dos puentes quedaron totalmente inundados y el barrio incomunicado. «Si algún día ocurre una desgracia, nos tendrán que rescatar por mar. Por tierra imposible», añade Pedrol. Además, quedó dañado el suministro eléctrico y los vecinos se quedaron un buen rato sin luz. Operarios del Port llegaron rápidamente al lugar y, mediante bombas, consiguieron que la normalidad se restableciera antes de lo que es habitual en temporales de este calibre. Sin embargo, fueron muchos los vecinos que sufrían por un posible desbordamiento del río Francolí que, durante un rato, bajaba con fuerza.
A la otra punta de la ciudad, en la Part Alta, se hundió un falso techo de una vivienda de la calle Civaderia. Los bomberos informaban que el resto de la estructura del inmueble no estaba afectado. También la pista de tenis y el campo de tiro de Sant Salvador, el campo de fútbol de la Floresta y los pabellones de Sant Pere i Sant Pau y del Serrallo quedaron afectados por el agua. La mayoría de semáforos de la ciudad dejaron de funcionar.
Adiós al Teclatapa
Quienes también sufrieron daños fueron los organizadores del Teclatapa en la Plaça Verdaguer y la Barraques del Passeig de les Palmeres. En el primer caso, los responsables estaban esta mañana recogiendo las carpas totalmente destrozadas por el temporal. Se vieron obligados a suspender los dos días –ayer y hoy– lo que significa una pérdida importante de dinero. Además, algunos de ellos tenían la comida en las neveras, que quedarons in electricidad. Una Santa Tecla para recordar.