La mecánica era sencilla, tocaba salir a la misma hora del mismo sitio para llegar a un mismo destino: la Plaça de la Font de Tarragona. Esa era la premisa de la 9a Cursa de Transports del Camp de Tarragona organizada por la Associació per a la Promoció del Transport Públic (PTP) con el apoyo de la Autoritat Territorial de la Mobilitat del Camp de Tarragona. El evento tenía tintes de competición deportiva, pero permitió comparar lo que supone elegir una u otra forma de transporte para desplazarse desde otros municipios hasta la ciudad o dentro de ella.
Para hacer el experimento decidimos acompañar al grupo que hacía el recorrido urbano desde el CAP de Sant Pere i Sant Pau hasta la Plaça de la Font.
Al reto se habían apuntado tres técnicos del departamento de Mobilitat del Ayuntamiento de Tarragona que iban en coche particular, patinete eléctrico de alquiler y autobús urbano, así como el propio concejal del área, Xavier Puig, en bicicleta. Quien escribe optó por ir caminando.
Pedalear con ventaja
Aunque la PTP realizará un informe detallado de los resultados en cuanto a rapidez, coste económico o generación de contaminantes de cada transporte, ayer ya era posible saber la ‘foto finish’ es decir, en tiempos absolutos, quién había llegado primero. En el caso de Tarragona fue la bicicleta.
El concejal de Mobilitat, quien iba en la bicicleta eléctrica en la que suele moverse por la ciudad, calculaba que había tardado unos seis minutos en hacer el trayecto. La hora de salida eran las nueve de la mañana, un momento de mucho tráfico en las entradas al centro, más fáciles de sortear en bicicleta que en coche. Además, al ir en bicicleta pudo hacer el recorrido puerta a puerta sin tener que preocuparse por donde aparcar. De hecho en este último aspecto prometió que se habilitarán zonas para aparcar dentro de los distintos edificios municipales tanto para los empleados como para los visitantes.
Aunque algunos de sus compañeros de gobierno tienen la bicicleta como hobby, reconoce que de momento él es el único que la usa como medio principal de transporte.
En cuanto a sensación de seguridad admitía que al tratarse de un momento de tráfico denso los coches van más lentos y la sensación de seguridad aumenta.
En segundo lugar y al mismo tiempo llegaban los técnicos que iban en coche y patinete, porque hay que contar en ambos casos que se requería un tiempo para aparcar. En el caso del que viajaba en coche, además, es abonado del aparcamiento de Saavedra, con lo que no se aventuró a buscar alguna plaza de zona blanca o azul. En su caso el abono mensual de día cuesta 60 euros, con lo que lo menos que le habrá costado aparcar este día son dos euros, sin contar el coste del combustible o del mantenimiento del vehículo. En la carrera anterior que se desarrolló en 2019 el coste de ir en coche resultó entre 7 y 10 veces superior al de ir en transporte público en el Camp de Tarragoba.
En el caso de la persona que iba en patinete no pudo competir con la bicicleta porque por la carretera del Pont d’Armentera no se puede ir en este vehículo. Aprovechó, no obstante, parte del carril bici. En cuanto a seguridad el técnico señalaba que «los coches comienzan a respetar y la regulación a 30 km hora ayuda». Eso sí, dos de los patinetes que probó para alquilar no funcionaban. Google Maps calculaba que el alquiler para este trayecto costaba entre 4 y 5 euros, aunque podría costar algo menos con los abonos que ofrecen las compañías.
La técnica que iba en autobús llegó la tercera, pero hay que tener en cuenta que le penalizó que la salida fuera un poco más tarde de lo inicialmente planteado, por lo que ya había pasado el autobús que iba más directo. El billete sencillo cuesta un euro, pero si se tiene la TTarraco el viaje puede salir hasta por 0,20€. A esa hora, pasada la entrada de las escuelas, el autobús (en especial el 54) no iba lleno. El trayecto dura unos 20 minutos.
Como era de esperar, esta reportera llegó la última, aunque la caminata de 2,8 km (4.660 pasos; 34 minutos) no resultó pesada, en especial porque era de bajada y a esa hora había 19º y estaba nublado.
Había otras personas haciendo el mismo camino por el Pont d’Armentera, (por la nacional 240 habría sido bastante más inhóspito) como una mujer que señalaba que dejó de usar el coche para ir a trabajar al centro porque no encontraba donde aparcar. Caminar, señalaba, no solo es gratis, sino que se puede controlar el tiempo y eso da tranquilidad. Además hay buenas vistas del mar y de la Catedral. Eso sí, hay zonas donde no hay ninguna sombra y en los días de calor «me caía la gota».
El reto de llegar a Tarragona
Carles García, técnico de la PTP explica que el reto real estaba en llegar desde distintos municipios a Tarragona. En este caso venían personas en diferentes vehículos de Altafulla, Cambrils, El Vendrell, Miami Platja, Reus, Salou, Valls y Vila-seca. En ninguno de los casos el transporte público fue el primero en llegar.
En algunos municipios, además, los datos empeoraban respecto a la carrera del 2019. Pasaba en Salou. Tanto en tren, como en autobús, este año se tarda más. «Los técnicos tenemos claro que el Camp de Tarragona es un diamante en bruto en lo que se refiere a la movilidad. Hay mucho que mejorar, pero faltan inversiones», resumía.
Aunque hubo experiencias de todo tipo como la de los técnicos de movilidad del ayuntamiento de Mont Roig. Se sorprendieron porque la persona que venía en autobús y la que lo hacía en coche eléctrico, llegaron a la vez.
Daniel Pi, portavoz de la plataforma, estaba satisfecho porque el primer objetivo de la carrera; conseguir que los ciudadanos se planteen maneras de movilidad alternativas al coche, se había cumplido.
El segundo objetivo es reivindicar las mejoras en el transporte público «necesitamos que sea fiable para ganarnos la confianza de los usuarios», señalaba.
Apuntaba además que se pueden poner en marcha algunas medidas que fomenten la competitividad, en tiempo, del transporte público, como reservar carriles bus y semáforos con prioridad a las entradas de las ciudades.
Eugenia Doménech, Gerente de la ATM del Camp de Tarragona, también reconocía que en la movilidad interurbana del territorio «hay un amplio margen de mejora» y señalaba que hemos hecho avances, pero los cambios en infraestructuras son lentos».
Doménech aludía, además al lema de este año que es combinar transportes. En su caso había venido de Barcelona usando el autobús, el ferrocarril y un coche eléctrico compartido. En este sentido Pi insistía en que «esto no es una guerra al coche, sino de hacer su uso más esporádico y pensar en cómo podemos combinar distintos transportes en cada ocasión».