Minutos después de saberse flamante alcalde electo para Tarragona, Rubén Viñuales lamentaba la baja participación, a todas luces una mala noticia para cualquier sistema democrático. La abstención se había disparado este 28-M pero no solo en aquellos lugares históricamente más abonados a ella, como precisamente su barrio de procedencia, Campclar, sino también en enclaves que han estado siempre mucho más movilizados y también de mayores rentas, como Llevant o el Eixample.
Si la participación descendió en las zonas más deprimidas, menos interpeladas en un entorno no tan polarizado como en 2019 y sin el eje soberanista sobre la mesa, aún se ha desplomado más en los lugares de mayores recursos.
Eso ha sucedido tanto en Tarragona como en Reus. En la capital, en las urbanizaciones de Llevant la abstención ha subido casi un 16%, superando el dato de Campclar (10%), Bonavista (7,6%), Sant Salvador (8,2%) o Torreforta (8,7%). Si en Llevant votaron 7.480 personas hace cuatro años, ahora han sido 6.119. El soberanismo (ERC y Junts) ha pasado de 3.278 votos a 2.078.
Ponent cae pero menos
A su vez, también en el centro de la capital, con rentas más altas, el crecimiento de esa desmovilización es mayor: en el Eixample, una zona que abarca toda la Rambla y las calles de alrededor, y en el Nou Eixample Nord, que engloba desde la Avinguda Roma hasta la Avinguda Catalunya pasando por la Imperial, el incremento de la abstención sobrepasa el 13% y supera con creces los registros de Ponent y de los barrios del norte como Sant Pere i Sant Pau y Sant Salvador.
Por lo tanto este 28-M ha hecho que confluyan dos dinámicas: el unionismo, en buena parte exhausto, no se ha movilizado tanto en la periferia, históricamente mucho más abstencionista, pero también el independentismo se ha quedado en casa. No quita todo ello que la abstención se cebe con las clases más desfavorecidas. Los cuatro barrios con menos participación son todos periferia obrera, entre Ponent y Sant Salvador. En el Institut Escola Mediterrani, en la calle Riu Ter de Campclar, está el récord de la abstención: solo votó un 33,7%, 18 puntos menos que la media y 30 de diferencia con el local de la Associació de Veïns del Miracle, el colegio electoral donde más se votó (63%).
Se da la circunstancia de que esa zona de Campclar es la que tiene la renta más baja. No es la excepción. Los 12 colegios con más abstención están todos en Ponent, y en ninguno de ellos se llega al 44% de movilización. Escola Campclar, Escola Torreforta o la Escola Riuclar son otros puntos con alta abstención que se corresponden con las rentas más bajas. Lo mismo sucede con Bonavista: la Escola, el Centre Cívic o la Llar de Gent Gran han sido lugares con muy escasa movilización.
A menos renta, más abstención
«Los barrios con rentas inferiores siempre votan menos, por formación, por nivel educativo, por falta de centralidad. Las personas con menos recursos tienen menos interés por la política y están menos ubicadas ideológicamente», asegura Marc Guinjoan, profesor de los estudios de Derecho y Ciencia Política en la UOC. Guinjoan añade: «Hay que poner de relevancia la comparación con la anterior cita, la de 2019. Entonces había también elecciones europeas y hay que recordar el contexto, con Puigdemont y Junqueras como candidatos, y por tanto con una concurrencia competitiva muy alta. El independentismo estaba debatiendo hacia dónde avanzaba».
Ernesto Pascual, también profesor de Ciencia Política en la UOC, sostiene que «en las municipales siempre hay una mayor abstención pero ahora podemos concluir que hay una desmovilización del bloque de izquierdas». Pascual cree que «el aumento de la desmovilización revela un cierto cansancio hacia el sistema político, por ese planteamiento de batallas tan duras. Ese desencadenante tiene que ver con el Procés. Hay mucho voto independentista que se ha quedado en casa. Hay un agotamiento después de tantos años de movilización política. Si estás mucho tiempo movilizado, eso acaba desgastando».
En estos comicios, más que el tradicional desencanto de las zonas más desfavorecidas para ir a las urnas, llama la atención lo que ha ocurrido con el voto en otros lugares. «La participación ha bajado en todos los sitios pero sobre todo en aquellos municipios más independentistas. Parece que hay una parte del electorado de Esquerra que se ha abstenido, en desacuerdo con las políticas del Govern, por ejemplo, o que simplemente no ha encontrado una motivación», apunta Guinjoan.
Desmotivación y desactivación
Uno de los factores que puede influir es el «castigo al independentismo por la falta de estrategias», aunque eso no significa, según Guinjoan, que el voto a ERC, mucho más pragmática y dialogante ahora en términos de Procés, se haya ido a Junts, más idealista en su programa. «Algunos alcaldes más relevantes del ‘puigdemonismo’ han perdido las elecciones. Lo que está claro es que desde ERC muchos votantes no han entendido esta estrategia. Puede haber un poco de desmotivación y desactivación», dice Guinjoan, que añade: «Lo que pasa es que cuando hay menos cosas en juego, se tiende a votar menos. Por decirlo de alguna manera: en el unionismo ya no hay tantos alicientes para votar a Ciudadanos como hace unos años».
¿Puede haber una sanción del soberanismo a ERC por haber renunciado a aspectos del Procés? «No lo creo. Cuando se hacían encuestas, se veía que la gente era más partidaria de una posición más moderada que de confrontación. De hecho, es la opción del PSC, que crece. ERC deberá leer bien los resultados. Está siendo desgastada por la acción de gobierno», dice Pascual. Otra derivada: el descenso de la polarización en un eje hace «volver a los ejes tradicionales, las políticas de sanidad, educación...».
En la abstención de la clase obrera, también profunda, el profesor ofrece otra lectura: «La política se está volviendo posmaterialista, hablando de temas como identidad. Hay una serie de debates que al electorado socialista no le interesan tanto, porque no forman parte de las soluciones reales a sus problemas vitales. Por ejemplo, sucede cuando se habla más de feminismo o de identidades sexuales antes que del trabajo, del aumento de precios, del salario mínimo... De ahí por ejemplo las elecciones que ha convocado Sánchez, porque se estaba dejando llevar mucho por la agenda de Podemos».
Carlota Moragas, doctora en Antropología y Comunicación y profesora en la URV, sostiene que «estamos ante una abstención que ya se preveía» y apunta que «desde el punto de vista de la comunicación política los mensajes de campaña de algunas formaciones no han logrado movilizar a su electorado». También recalca los cambios en el contexto: «La sociedad no está tan polarizada. No hay líderes políticos en la cárcel. En el caso de ERC en Tarragona y Reus, los mensajes tenían poco contenido ideológico. En todo caso, la estrategia de ERC en clave Procés, apostando por el diálogo, no ha dado el rédito esperado. Su electorado no se ha sentido llamado a votar».
La bajada más grande, en el centro y urbanizaciones
En Reus sucede algo similar a Tarragona. El escrutinio del 28-M muestra que el Col·legi Rosa Sensat es la zona en la que menos se votó: solo cuatro de cada diez. Se corresponde con buena parte de los distritos más humildes de la ciudad, como son Mas Pellicer y Mas Abelló. Ahí la renta media por persona es de 5.962 euros, según el INE. Es, con mucha diferencia, la más baja. Pero ahí la participación, ya estructuralmente muy baja, solo retrocede un 7,95%.
De la misma manera que pasa en Tarragona, es en otros puntos de la capital del Baix Camp con rentas más mayores donde la abstención ha crecido más entre 2019 y 2023.
Donde más sube la abstención en el Col·legi Prat de la Riba. La participación se ha desplomado casi 14 puntos en este ámbito que corresponde al mismo centro de Reus y que abarca desde el entorno del Mercat Central a la Plaça Prim. En segunda posición está la zona de votación del Polilleuger Joan Rebull, con un descenso de más del 12% en la movilización. Engloba una de las áreas más pudientes de la ciudad: 19.422 euros de media por persona. Se incluyen urbanizaciones como El Pinar, La Mineta o el barrio de Niloga, también muy céntrico.