La directora general de Patrimoni Cultural de la Generalitat de Catalunya, Elsa Ibar, anunció ayer una inyección económica de aproximadamente 230.000 euros para reformar el tramo de Muralla de la Baixada del Roser, una de las más afectadas según el informe sobre el estado de los monumentos en Tarragona. «Ya habíamos hecho una primera fase de impermeabilización, ahora vamos a por la segunda», apuntaba Ibar. Este próximo jueves, el ente autonómico se reunirá con el Ayuntamiento «para afrontar los temas y marcar cuáles son las prioridades».
La representante de la Generalitat ha asegurado al Diari de Tarragona que la mayoría de informaciones que aparecen en el informe sobre el estados de los monumentos de Tarragona ya se apuntaron en el plan director de la muralla, elaborado en 2015. «No nos tenemos que preocupar ni alertar. Lo único que debemos hacer es ocuparnos del patrimonio, estar encima», aseguraba Ibar, quien añadía que «nos gustaría tener más recursos, pero desde las administraciones hacemos esfuerzos para mantener el patrimonio».
Las causas
A lo largo de las 149 páginas dedicadas a la Muralla, los técnicos diseccionan las causas que han hecho que el monumento presente el estado actual. Cada tramo tiene diferentes particularidades, teniendo en cuenta el estado de conservación, los trabajos de restauración que se han hecho o su integración en la ciudad actual. Más allá de la falta de mantenimiento en muchos tramos, el agua y la vegetación son dos de los principales problemas que afectan a la Muralla. «Hay que resolver los problemas de humedad existentes en los paramentos –tramos de los muros romanos– por la concentración del agua de lluvia que se produce en varios sectores de la Muralla», apunta el informe.
En este sentido, concreta: «El agua de la lluvia es un factor desencadenante de deslizamientos que puede afectar, fundamentalmente, a aquellos tramos que no tienen ningún tipo de protección al paso de ronda». Por lo tanto, los técnicos proponen «proteger de la lluvia todos los tramos sobre los que aún no se ha actuado y en aquellos donde el paseo de ronda es a cielo descubierto». Y sigue: «Se encuentran en esta situación el Fortí Negre y el tramo que va desde este hasta el tramo reconstruido del Hort de l’Arquebisbe; todo el tramo del antiguo Escorxador-Passeig de Torroja, el tramo de las últimas casas del Passeig de Sant Antoni y el baluarte del mismo nombre».
Cinco puntos conflictivos
El estudio divide el muro romano en ocho sectores, que coinciden con los establecidos en el Pla director per la restauració de les muralles de Tarragona, de octubre de 2015, y que es citado en varias ocasiones en el informe. Las zonas en las que habría un riesgo de caída de piedras más elevado son cinco: el Passeig de Torroja, en la zona del parking del Seminari, en el entorno del Hort de l’Arquebisbe, a la Baixada del Roser y en los alrededores del Portal del Roser. La suma de todos estos tramos afectados supera los 350 metros de muralla, tal como aparecen detallados en diferentes mapas del informe. En todos ellos, los técnicos reclaman que se haga una actuación de manera «muy urgente».
El documento incluso recuerda que «especialmente en los sectores del Passeig de Torroja y de la Via de l’Imperi que toca al portal del Roser», hay «tramos del muro exterior de las murallas» en los que «se producen constantes desprendimientos de fragmentos pétreos, lo que hace necesaria una intervención de conservación-restauración para consolidar y fijar, entre otras cosas, los sillares afectados».
De hecho, en algunos de estos puntos, como en el Hort de l’Arquebisbe o en la Baixada del Roser, en 2005 y en 2013, hubo desprendimientos importantes de la muralla que obligaron a hacer actuaciones para repararlos. Parece que no fueron suficientes.