La subida desorbitada del carburante ha llevado a los pescadores tarraconenses a convocar una huelga que empezó ayer y que, si no hay novedades, se alargará hasta mañana. Ayer, en la Confraria de Pescadors de Tarragona no se vivía la actividad frenética de un lunes cualquiera. Ni marineros descargando pescado, ni pescaderos en la subasta pujando al mejor precio. En cambio, todas las embarcaciones estaban amarradas. Solo se respiraba ambiente de protesta, de haber tocado fondo, de no poder más. «Ahora ya no nos resulta rentable salir a faenar. Nos sale más a cuenta amarrar la embarcación, que salir a la mar. Como mínimo así no perdemos tanto dinero», explicaba Jaume Sans, patrón y vicepresidente de la Confraria. La huelga es secundada por todo el mediterráneo. En el caso de nuestra demarcación, ayer no hubo actividad en ninguno de los puertos pesqueros. El sector exige al gobierno central que baje los impuestos del gasoil y congele el precio. Si no les hacen caso, el colectivo amenaza con llevar a cabo acciones más contundentes.
Para hacernos una idea de lo que ha significado la subida del precio del carburante para el colectivo de pescadores, Tomàs Escoda, patrón de la embarcación Xarinola, cuenta que, antes de Navidad, cuando iba a repostar –lo hace cada quince días aproximadamente–, le costaba entre 4.500 y 5.000 euros. «Ahora, el precio se ha doblado y hace una semana llegué a pagar 10.000 euros por 9.000 litros», explica Escoda, quien añade que «hasta ahora íbamos haciendo, pero ahora ya es imposible. Una cosa es que vaya caro y la otra que no podamos pagarlo».
Los pescadores aseguran que, para poder hacer frente a este precio, necesitan al menos las ganancias totales de dos o tres días de trabajo. «El cuarto día lo utilizamos para pagar la seguridad social de los marineros. ¿Saben lo qué significa eso? Que trabajo para perder dinero», decía un armador, mientras aprovechaba el parón para hacer unos arreglos en su embarcación.
Esteve Ortiz, presidente de la Confraria de Pescadors de Tarragona, defiende la protesta asegurando que «es inviable tirar adelante un negocio que tiene pérdidas». Ortiz explica que la subida del precio del carburante, a diferencia de otros sectores también afectados por este incremento, no se puede cargar en el precio final del producto. «Nosotros vendemos el pescado a través del sistema de subasta a la baja», añade Ortiz, quien deja claro que el colectivo está dispuesto a todo para que se escuchen sus reivindicaciones.
La previsión es que la huelga se alargue hasta mañana, aunque a lo largo del día de hoy se celebrará una reunión entre los representantes del sector y de la administración, para intentar llegar a un acuerdo. Los pescadores piden que el gobierno central baje los impuestos y congele los precios del gasoil. «A ver, si de 50 euros de carburante que pagamos, 30 son impuestos que vienen directamente del Estado, es tan sencillo como que los reduzcan y todos viviremos mejor», explican Jaume Sans, vicepresidente de la Confraria de Pescadors de Tarragona.
El sector no descarta alargar las movilizaciones e incluso convocar una manifestación. Este parón tendrá un efecto inmediato en el ciudadano, provocando un desabastecimiento de pescado fresco y de kilómetro 0 en las pescaderías y, por lo tanto, un inmediato incremento del precio para el consumidor final en la tienda. «A este paso, acabaremos comiendo pescado de fuera, que no pasa controles ni nada por el estilo. Eso sí, aquí tendremos que dejar en tierra nuestras embarcaciones», añade el presidente de la Confraria, Esteve Ortiz.
La gota que ha colmado el vaso
La subida del precio del carburante es, según los pescadores, la gota que ha colmado el vaso. El sector lleva años y años agonizando. Los pescadores denuncian las constantes inspecciones a las que son sometidos. «Nos vigilan por aire, tierra y mar. Y si alguna cosa no les acaba de gustar, las sanciones que nos ponen son desproporcionadas», explica el vicepresidente de la Confraria. A esta vigilancia, hay que sumarle el plan plurianual que Europa tiene previsto para el Mediterráneo, y que limita al sector a pescar muy pocos días al año. Y por no hablar de la problemática que se encuentran los pescadores de la luz, quienes se las ven y se las desean para capturar boquerones y sardinas de tamaño considerable.
Desde hace un mes, a todo ello se le ha juntado la subida del precio del gasoil. «Si quieren que desaparezcamos que nos lo digan claro, pero que no jueguen más con nosotros», dice Ortiz, quien reconoce tener miedo de lo que va a ocurrir cuando Europa permita desguazar embarcaciones. «Más de una decidirá cerrar el chiringuito definitivamente», alerta el presidente.
Los puertos del Ebre
Los pescadores de la Ràpita y de l’Ametlla de Mar tampoco salieron ayer y no lo harán en la jornada de hoy, según han confirmado al Diari ambas cofradías, como protesta por el aumento del precio del carburante. En la Ràpita, una cuarentena de embarcaciones de la cofradía de pescadores Verge del Carme se quedaron amarradas al puerto en protesta por el aumento de precio. El puerto de la Ràpita es el que más factura de toda Catalunya. Los pescadores explican que la situación les es completamente insostenible.
«Hay barcas que tienen que gastar alrededor de 10.000 euros a la semana en combustible. Salimos al mar para pagarlo. El beneficio es mínimo», expresa el patrón de la Ràpita, Eusebi Rosales. Los pescadores ebrenses mantendrán la huelga también hoy martes, coincidiendo con la huelga de transporte.