Forzaba a una mujer a ejercer de prostituta en Tarragona y asaltaba a sus clientes

Cuando las víctimas subían al vehículo de ella o a un piso aparecía el acusado con una pistola y les robaba lo que llevaban

19 mayo 2017 18:24 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:52
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Una mujer, amenazada de muerte por un hombre, hacía de señuelo y concertaba citas de contenido sexual con hombres para que él las intimidara con un arma de fuego y les robase lo que llevaban encima. De esta manera asaltó a dos hombres, uno de ellos dos veces. Ahora, la Audiencia Provincial de Tarragona ha condenado a Manuel B.O. a una pena total de diez años y ocho meses de prisión: tres años y medio por cada uno de los dos delitos de robo con intimidación, un año y nueve meses por tentativa de robo con intimidación, cinco meses por un delito de resistencia y un año y medio por tenencia de armas prohibidas.

Se han tenido en cuenta las circunstancias atenuantes de reparación del daño, pero la Audiencia ha eliminado la de confesión porque cuando la hizo los investigadores ya iban detrás de él. Asimismo tendrá que indemnizar a un mosso d’esquadra con 450 euros por las lesiones sufridas.

Por su parte, la mujer también estaba inicialmente acusada de haber participado en los tres atracos, pero finalmente ha sido absuelta al concurrir la eximente de miedo insuperable.

La sentencia inicial

La sentencia inicial del Juzgado de lo Penal número 4 de Tarragona relataba unos hechos que la Audiencia Provincial ha dejado en suspenso. En dicho relato se indicaba que una ciudadana de Bielorrusia de 26 años –ahora absuelta– concertó una cita con la víctima, a quien había conocido a través de una página de anuncios por internet. El lugar del encuentro fue la calle Eivissa de Tarragona, a donde el hombre acudió con su vehículo. Cuando la acusada se disponía a subir al coche, apareció Manuel, esgrimiendo un arma corta. Conminó a la víctima a subir a su vehículo y dirigirse hacia Perafort. Le hizo detenerse en un camino, lugar donde le obligó a entregarle los objetos que llevaba consigo: 230 euros, un reloj, una cadena de oro, unas llaves y un teléfono móvil.

A las doce del mediodía del día 2 de junio, la acusada volvió a concertar una cita con otro hombre. Se encontraron en el antiguo paso de ferrocarril de Reus. El hombre detuvo su vehículo para que la mujer subiera. En este momento apareció Manuel, abrió la puerta del copiloto y apuntó al conductor con una escopeta recortada para apoderarse de cuantos objetos llevara consigo, no logrando su propósito ya que la víctima logró escapar del lugar. Cogió las llaves del coche y dejó al asaltante en el lugar.

Segunda cita

El mismo día 2 por la tarde la acusada se citó nuevamente con el primer hombre en un apartamento situado en la calle Penedès de Salou. Ambos entraron en el piso mientras Manuel esperaba en el rellano hasta que la acusada abrió la puerta. Una vez en el interior Manuel propinó un puñetazo a la víctima. Mientras le exhibía un arma de fuego corta y un cuchillo –colocándoselo en la nuca– registró sus pertenencias, indicándole que fuera a la bañera. A continuación, dijo a la mujer que bajara a la calle y registrara el vehículo de la víctima.

Cuando la mujer regresó al domicilio, el acusado ató a la víctima con bridas y le indicó que se pusiera de cara a la pared. Manuel mantuvo relaciones sexuales con la acusada haciendo uso de violencia física. Posteriormente, Manuel abandonó el domicilio, dejando atados con bridas a la víctima y a la mujer, llevándose 30 euros y un reloj.

Presencia policial

A las diez de la noche del mismo día Manuel se encontraba en las inmediaciones del último piso. Al ver que del portal salía un mosso d’esquadra, subió a su vehículo para huir del lugar. El agente le hizo señales para que se detuviera, pero el acusado se encaró hacia el mosso, que tuvo que apartarse para evitar ser atropellado, golpeándose levemente con la parte delantera del coche.

Manuel y la mujer iniciaron una relación de contenido sexual a través de un anunció en una página de internet donde ella ofrecía sus servicios como chica de compañía. Ella concertó las citas con las víctimas bajo amenazas de muerte vertidas hacia su persona y la de sus familiares, que se venían produciendo desde mayor de 2014. Él ejercía sobre ella actos de violencia física y sexual, «originando en la misma un intenso temor que determinó la anulación de sus facultades cognitivas y volutivas».

El acusado tenía una escopeta recortada –arma prohibida–, dos escopetas –de las que disponía licencia y permiso– y una pistola detonadora.

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