«Podríamos encarar la peor campaña forestal de los últimos daños», afirmaba con rotundidad el conseller de Interior Miquel Buch durante su comparecencia esta semana en el Parlament para presentar el dispositivo de prevención y extinción de incendios durante esta temporada veraniega, que comienza oficialmente el próximo sábado.
Los malos presagios del máximo responsable de los Bombers de la Generalitat vienen avalados por las cifras: este año han ardido en Catalunya 368 hectáreas, más del doble que el año pasado –cabe tener en cuenta que un solo incendio, el de Arties, afectó a 300 hectáreas–. En la demarcación de Tarragona, el número de hectáreas que han ardido este año supone un 50% más que en todo el 2018.
Los incendios ocurridos durante el mes de mayo en Montferri –16 hectáreas el pasado día 12– y Pradell de la Teixeta –10 hectáreas el día 29, además de otros más pequeños en los últimos días en las Terres de l’Ebre, denotan un matorral muy seco. En ambos siniestros se produjeron focos secundarios, que pueden convertir un siniestro en un ‘gran incendio’ al abrirse su frente. La superficie quemada en ambos es ya mayor que en todo 2018, cuando el fuego más grande fue uno en Cabra del Camp (Mas del Plata) de cinco hectáreas.
Las previsiones con las que trabajan los Bombers de la Generalitat son de un escenario muy adverso. El invierno ha sido largo, cálido y seco, muy similar al que se vivió en 2004-2005 y en 2011-2012. Así, las zonas del Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre son las están peor de Catalunya –junto con Girona y el sur de Barcelona–.
La humedad que dejaron las lluvias de abril y mayo está desapareciendo, y ello deja una vegetación seca. Y por ahora, las previsiones no marcan lluvia –los pronósticos la dan para agosto–. La próxima verbena de Sant Joan será una prueba de fuego, nunca mejor dicho, para los equipos de extinción.
La costa
En estos momentos, la zona más conflictiva de la demarcación es el litoral –al contrario de lo que ocurre habitualmente en pleno verano–. Las lluvias de hace unos diez días en el prelitoral, que dejaron hasta 20 litros por metros cuadrado, han provocado que siga habiendo algo de humedad. Sin embargo, en base al Pla Alfa –que cada día emite por la mañana el Cos d’Agents Rurals–, ayer todas las comarcas de la demarcación de Tarragona –excepto Montsià– tenían un nivel de peligro de 1 sobre 3.
En cuanto a los medios aéreos, Bombers de la Generalitat dispondrá de 25 helicópteros y 12 avionetas. Dos de estas seguirán estando en el aeropuerto de Reus. Respecto a los helicópteros, se mantendrán las bases del 112 –para el aparado de dirección de incendios– y la de Prades. En cambio, la que estaba en un punto elevado de El Montmell cambiará, aunque el enclave estará cerca.
Pero para hacer frente a la campaña forestal, los parques de bomberos de la demarcación siguen teniendo unos vehículos de unos quince años de antigüedad y con muchos kilómetros a sus espaldas, con lo que a menudo tienen que pasar por el taller. Desde hace más de dos años está pendiente la compra de 92 autobombas, pero todavía no se ha licitado la adquisición.
Menos contratos, pero más largos
Bombers de la Generalitat contratará a menos personas pero con más meses de duración. Y ello en previsión de que la campaña de incendios forestales no termine a mediados de septiembre, como sucedía antes, sino que se alargue durante el otoño. También se prevé que dicho personal – los auxiliares forestales– tengan más capacidad de movilidad.
Para este mes se prevé que en el Camp de Tarragona se incorporen 18 nuevos bomberos voluntarios. Hay voces que aseguran que no van a paliar el grave problema de personal que sufren los parques de bomberos voluntarios, que no pueden acudir a muchos servicios, con lo que tienen que venir bomberos de otros parques que están más lejos.