Durante los últimos años de sequía, las campesinas y los campesinos no se han cansado de repetir lo que pasaría, y tanto el pantano de Siurana como el de Riudecanyes han ido vaciándose de forma progresiva.
Si se analizan los últimos diez años, los datos de la Agència Catalana de l’Aigua marcan una línea que desciende y vuelve a ascender para acabar bajando de nuevo.
Estado de los embalses de Siurana y Riudecanyes durante la última década
Fuente: Agència Catalana de l'Aigua (ACA)
El caso de Siurana ha sido más progresivo: estando a un 98% de su capacidad en el año 2014, fue bajando hasta el 22,90% en 2018, para llenarse de nuevo en tan solo dos años y situarse en el 94,90% en 2020 y, a partir de ahí, iniciar un camino de sequía que se alarga hasta el día de hoy, con ese 2,70%.
De igual forma, Riudecanyes, lleno al 100% en 2014, fue vaciándose de forma intermitente hasta alcanzar el 29,90% en el año 2018. Sin embargo, se recuperó rápidamente y, en 2019, ya estaba en un 85,60%.
Volvió a alcanzar el lleno total en 2020, pero su caída fue de golpe, ya que pasó del 100% al 20,90% en tan solo doce meses. Un dato que ha decrecido hasta el actual 2,60%.
En las esperanzas de las payesas y de los payeses del territorio sigue estando que lleguen esas tan ansiadas lluvias y que lo hagan de forma continuada, no en una tromba incontrolable como ha sucedido en otras ocasiones.
Y es que, a pesar de que gran parte de Tarragona no esté afectada por las restricciones –en especial la costa, gracias al minitrasvase del Ebre y al Consorci d’Aigues de Tarragona (CAT)–, los pantanos de la demarcación son los más vacíos de las cuencas internas, gestionadas por la ACA.
Para vislumbrar la magnitud de las estadísticas, el siguiente embalse que está más vacío de Catalunya es el Darnius Boadella, a un 17,56% de su capacidad.
Fuera de las cuencas internas, la situación es dispar. Positiva en el embalse de Flix (81,75%), el de Mequinenza (92,37%) y el de Riba-roja d’Ebre (93,33%), pero paupérrima en Els Guiamets (2,97%) y Ulldecona (2,15%).
Esa diferencia se justifica por la realidad de que Riba-Roja y Flix dependen de Mequinenza, lleno por las lluvias que se han sucedido en algunas regiones de la vasta cuenca del Ebre.
La gota que colma el vaso
A muchas y a muchos, les va en ello el pan. Desde Cornudella de Montsant, Joan Dolcet, Josep Vallverdú y Ramon Alzamora, vecinos del pueblo reflexionan sobre el tema: «Aquí, antes se hacían miles y miles de quilos de vendimia, y ahora...».
También exponen la bajada de población que ha habido en el municipio durante las últimas décadas: «Vemos muy cruda la continuidad del sector si todo sigue así», aseguran.
En el Priorat, territorio agrícola, la sequía ha azotado especialmente y ha sido la gota que ha colmado el vaso de una payesía que ya llevaba tiempo quemada por la burocracia que tiene que llevar a cabo el sector y por los continuos requisitos que se les exigen, cuando, tal y como exponen, «no es así para los productos que vienen de fuera».
Sea como sea, la situación es extremadamente complicada para muchos agricultores y agricultoras que ven cómo su trabajo se viene abajo por la situación climática y se sienten impotentes por no poder hacer nada para solucionarlo.