Han transcurrido solo seis meses de mandato pero parece que haya pasado un mundo. Medio año después que cesara el gobierno que entre 2021 y 2023 formaron ERC, Junts y CUP, este jueves Esquerra y juntaires han escenificado que han pasado página de la influencia que, durante los últimos tiempos, habían ejercido las anticapitalistas.
Desde 2015, ERC y CUP siempre habían votado en bloque todos los presupuestos municipales, mientras que Junts –antes CiU– lo había hecho desde 2016. Sin embargo, el 28 de mayo las cupaires quedaron fuera del Saló de Plens. Desde entonces, la tensión en la Plaça de la Font ha bajado revoluciones. De hecho, el nuevo alcalde, Rubén Viñuales (PSC), aprobó las cuentas el pasado 29 de noviembre con el mayor consenso del siglo XXI: 20 de 27 votos. Pese a ello, ahora la CUP ha presentado alegaciones, que este jueves han sido rechazadas por sus dos exsocios: ERC y Junts. Formalmente, no han denegado las alegaciones, sino que se han limitado a «aprobar definitivamente» las cuentas del 2024.
«Una ciudad más amable»
El presupuesto del próximo año ha recibido también el aval de ECP. Su portavoz, Jordi Collado, ha tenido un recuerdo para la CUP. «Cuando a alguien no le avala la ciudadanía debe aceptar la situación», espetó, destacando que en la negociación presupuestaria «hemos logrado que no haya un recorte lineal del 5%». Sandra Ramos (PSC) asegura que el ‘no’ al presupuesto de PP y Vox –que criticarn la subida de tributos y el endeudamiento– «les sitúa en el bloque de la irrelevancia junto a la CUP».
ERC y Junts, en cambio, moderan el discurso contra su exsocio. «No es nuestro presupuesto, pero hemos llegado a acuerdos que van en la línea de la cohesión y la sostenibilidad. Fiscalizaremos que se cumplan los 4,2 millones pactados», ha indicado la portavoz de Esquerra, Maria Roig, quien valora que las cuentas ponen las bases para impulsar «una ciudad más amable».
Por su parte, Jordi Sendra (Junts) aseguró «respetar las alegaciones de los grupos extraparlamentarios», pero enfatizó que las cuentas han incorporado «el 95% de nuestras peticiones», por lo que son unos números «buenos para la ciudad».
A la práctica, Esquerra y Junts per Catalunya se desmarcan de las cupaires, pasan página y apuestan por mirar hacia adelante sin mantener un ojo permanentemente en el retrovisor hasta 2027.