En Hife, la compañía de viajes en autocar de Tortosa, la oferta de frecuencias ha quedado entre un 20 y un 25%. Y, dentro de cada autobús, la ocupación media de personas en un trayecto ronda el 7%. «La caída ha sido espectacular», reconoce el gerente, José María Chavarría. Nada más entrar en la página web de la compañía salta un mensaje que en otros tiempos sería una locura: ‘Se desaconseja viajar’.
Si bien el transporte de mercancías se mantiene con dificultades –más allá de la alimentación–, el de viajeros se ha hundido por completo en la provincia. «Lo único que se mantiene es el transporte de algunos trabajadores esenciales, pero poco más», añade Chavarría. Hife lo tocaba todo, desde el transporte interprovincial al autonómico, pasando por el urbano, y todo él se ha desplomado irremediablemente. Un ejemplo: las 15 expediciones diarias de Tortosa a Barcelona se han quedado en menos de la mitad, a Madrid se viajaba dos veces al día y ahora una vez a la semana mientras que un enlace primordial en estas fechas como es el de la Costa Daurada con Aragón se ha quedado minimizado. De siete u ocho expediciones diarias a Zaragoza se hace una. «En algunos destinos la reducción ha sido de más de un 90%, añade Chavarría.
«Máxima preocupación»
Las líneas, en general, se mantienen, siguen existiendo, aunque con una frecuencia y una afluencia de pasajeros por los suelos, también en los servicios urbanos que esta compañía daba a poblaciones como Amposta, Torredembarra o La Bisbal del Penedès. «Los viajes a lugares como País Vasco, Navarra o Madrid han bajado un 85%. El trayecto de Tarragona a Castellón se mantiene bastante pero hacia Valencia ha bajado mucho, igual que el servicio hacia el aeropuerto de Barcelona», cuenta el máximo responsable de la firma ebrense.
El traslado de colles castelleres o equipos de fútbol era también parte de este negocioAnte esta situación, la preocupación es máxima: «Nos vemos muy afectados por el turismo, sobre todo porque ahora empezaba la época fuerte para nosotros. Todos estamos muy preocupado y pensando en cómo saldremos de esta. Para ello necesitamos dejar a un lado todas las guerras entre nosotros y estar cohesionados».
El transporte acumula en Catalunya 2.859 ERTE y 18.891 empleados afectados; la mayoría, 2.449 expedientes y 14.792 trabajadores, corresponden al sector terrestre, pero también la vía aérea está afectada. Un ejemplo: en marzo llegaron a aeropuerto de Reus un 73% menos de pasajeros. «La situación es absolutamente dramática. Se han reducido todos los aforos y la propia movilidad ha bajado mucho. Las líneas regulares llevan un 3% o un 5% de lo que trasladaban normalmente, así que la disminución de ingresos es brutal», denuncia Josep Lluís Aymat, director general de la Federació Empresarial d’Autotransports de la Província de Tarragona (FEAT).
Las cifras son contundentes y similares a las de cualquier otro sector que se ha visto golpeado con severidad. La FEAT asume una bajada de actividad de un 80% y de la facturación en un 90%. «No podemos apenas mover nada, estamos trabajando en porcentajes muy bajos», cuenta Francesc Domènech, presidente de FEAT y de la empresa Transports Públics del Priorat, con sede en Falset. Esos traslados intercomarcales también se han visto reducidos a tasas insignificantes. Esta compañía conectaba el Priorat con comarcas como el Baix Camp o la Ribera d’Ebre.
Sus pérdidas son cuantiosas. El 30% de la facturación correspondía a los servicios discrecionales y el 35% al transporte escolar, dos ámbitos de nula actividad. El 35% era de esas líneas regulares que se mantienen pero con una afluencia mínima. «A nosotros no nos afecta tanto el turismo pero sí todo lo demás en cuanto a discrecionalidad: clubes de fútbol, excursiones, actividades de asociaciones de mujeres… Y todo eso está parado», lamenta Domènech. «Muchas empresas de transporte escolar, de un día para otro, se quedaron sin actividad. El servicio discrecional que ofrecen otras está ligado a actos como esquiadas, aplecs de colles de sardanas, salidas, colles castelleres… Mires donde mires la afectación es total», asume Aymat.
«La caída ha sido brutal»
Las cifras en Autocares Nika, otra empresa tarraconense, también son para echarse a temblar. «Nuestra caída ha sido brutal, el trabajo se ha reducido un 98%. Lo único que hacemos es el transporte de personal a fábricas. Tenemos casi toda la flota parada y la facturación a un 5%. La situación es catastrófica», cuenta Elisa Miquel, gerente de una empresa que ha tenido que aplicar un ERTE de fuerza mayor: solo trabajan cinco conductores de una plantilla de 53, el 9%.
En este caso, el impacto ha sido general. «Nos dedicamos mucho a colegios y ahora vemos que el curso se da prácticamente por finalizado y no sé si se volverá antes de septiembre», explica Miquel. Nika también se nutre en buena parte del movimiento turístico. «En abril normalmente empezábamos a coger a grupos de reconocimiento del territorio, de agencias inglesas que vienen a la zona. Luego, en el mes de mayo, comienza la touroperación turística. Pero todo está a cero, no tenemos ni una reserva», cuenta la responsable de esta firma, sumida en la incertidumbre: «Estaremos a la espera de que se pueda reconducir un poco el turismo en septiembre, porque el propio sector da la temporada alta por perdida. Pero no sabemos si van a venir rusos, si el turista local se va a mover…». La labor de Nika es vital en el la estructura turística de la zona, conectando aeropuertos con lugares como Salou, Girona o el Baix Penedès y decisiva en las excursiones.
Empresas tarraconenses como Hife, Nika o Autocars Domènech sufren grandes pérdidasPero si hay un termómetro certero para testar la debacle de la movilidad y comprender la incidencia en el sector es la movilidad en el corredor de Tarragona a Reus. La afluencia de pasajeros ha caído a más de la mitad, en concreto un 51%, pasando de los 94.580 de marzo de 2019 a los 45.898 de este año. Son unos 1.600 pasajeros menos cada día, según datos del Departament de Territori.
Y todo ello teniendo en cuenta que el transporte funcionó con normalidad las dos primeras semanas del mes, hasta que el día 14 se decretó el estado de alarma, con lo que en abril la bajada será más brusca. Las expediciones que cubren todas las paradas entre las dos principales ciudades de la provincia cayeron un 57% (de 65.647 a 37.744), las universitarias un 39% (de 5.715 a 3.486) y el bus exprés vio reducirse sus pasajeros un 37%: de 23.218 personas a 14.509.
Tampoco el negocio del taxi vive un momento más esperanzador. Apenas se mantiene el 20% de la actividad. «Si antes hacías nueve carreras en un día, ahora haces cuatro como mucho. Sale muy poco trabajo. La mayor parte es para ir al hospital o a algún centro de salud», cuenta Joaquim Olivé, presidente del gremio en la provincia. En Tarragona capital, el ayuntamiento y el sector han decidido suspender el 80% de las licencias por lo que la flota de 93 vehículos se ha visto reducida a 20, suficiente para cubrir los servicios mínimos.