El futuro Museu d’Història de Tarragona, un punto de inflexión necesario

Ya era hora de que Tarragona empezara a volar alto y que pusiera su patrimonio en el epicentro. También era hora de que se hable de los más de 2.000 años de historia de la ciudad, sin centrarse única y exclusivamente en los romanos

18 junio 2024 20:11 | Actualizado a 19 junio 2024 07:00

Toquemos madera porque la Tarragona Complexa tiene una sombra muy alargada. Sin embargo, ya sea porque ha llovido poco o porque algo ha cambiado, pero hace tiempo que no tenemos que correr por culpa de un desprendimiento en la Muralla o en la Torre del Pretori. El patrimonio ha dejado de ser el patito feo de las concejalías, o al menos la que manejaba menos recursos, un cambio de rumbo que se puso en marcha con el cierre del Amfiteatre a causa de los problemas estructurales y que tiene en el futuro Museu d’Història una oportunidad para empezar a volar alto.

El proyecto todavía es embrionario, pero tiene unas base sólida. Tarragona tiene un Museu d’Història sin una sede física y Ca l’Agapito representa un marco ideal. Sus paredes son el claro ejemplo de esta transformación y este reciclaje urbano de la ciudad a lo largo de sus más de 2.000 años de historia. Un relato que ahora tiene que articularse y que debe permitir explicar esta constante evolución desde la época romana hasta nuestros días.

Tarragona es romana y de esto no hay ninguna duda, pero también es moderna, medieval y contemporánea. La Tarragona industrial, que comportó la creación de los barrios, también merece ser explicada, así como los años de la Guerra Civil, el Franquismo y la Recuperación de la democracia.

El Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT) mantendrá la hegemonía en cuanto al periodo romano y su papel nadie lo discute. Más aún cuando encara su vuelta a la Plaça del Rei, tras una larga y tortuosa reforma integral que debe dejarnos un museo de última generación. Y estas nuevas tecnologías también son las que deben constituir el medio a partir del cual los tarraconenses y sus visitantes se reencuentren con esta historia, que después ‘pisarán’ o contemplarán cuando paseen por este gran museo al aire libre que constituye la ciudad.

Falta el dinero y avanzar en la redacción de los proyectos para seguir dando nuevos pasos. No es poco. No obstante, el Museu d’Història de Tarragona debería ser un proyecto de ciudad, de aquellos que siguen adelante independientemente de quien gobierne en la Plaça de la Font.

Nos indignamos cuando decimos que Tarragona es la única capital catalana sin una estación de alta velocidad. Se nos olvida que también es la única sin un museo que explique su historia, una anomalía a la que se debe poner fin de una vez por todas.

Se ha abierto el melón

El Ejecutivo de Viñuales abre el melón en un momento en el que Patrimoni ya no tan solo pone parches sino que ha tomado la iniciativa. Durante muchísimos años, las inversiones llegaban en cuentagotas y la mayoría de las veces estaban vinculadas a actuaciones de mantenimiento cuando el barco ya hacía aguas por todas partes. Y cuando se tomó la iniciativa acabó con actuaciones como la de las gradas de Sedassos o el Teatre Romà, sobre las que es mejor poner un tupido velo.

Quizás debería redactarse un plan de acción de ciudad, para evitar volver a tirar el dinero a la papelera

La lista de temas pendientes es larga, pero en los últimos cinco años han empezado a encarrilarse algunos temas. El Amfiteatre todavía no ha reabierto la parte de las gradas, pero ya no se teme que pueda caer en cualquier momento y hay un marcha un plan director que marcará la hoja de ruta.

La restauración de las fachadas de la Torre del Pretori es otro de los hitos que se ha conseguido en los últimos tiempos, mientras está encarrilada la recuperación de la Sala del Sarcòfag y de la Volta Llarga del Circ, con los accesos.

Un salto adelante

Todavía no forma parte de la lista de los ‘acabados’, no obstante, también estará mucho mejor dentro de poco el Fòrum de la Colònia, que cuenta con tres millones de euros para un lavado de cara integral gracias a los fondos Next Generation. Las ayudas europeas también permitirán iniciar las obras de la Necròpolis, que recibirá una inyección económica de siete millones.

La subvención no será suficiente para hacer todo lo que tiene que hacerse en este espacio. No obstante, será una ayuda muy importante para que Tarragona pueda empezar a vivir y explicar su patrimonio acorde al lenguaje del siglo XXI, siguiendo los pasos del mapping de la Volta del Pallol.

La lista todavía es larga y en algún momento deberá acabar de ponerse el hilo en la aguja en cuanto a la Muralla. El punto de mira es el tramo de la Baixada del Roser, donde Incasòl hace más de cuatro años debería haberse iniciado una restauración que permita abrir al público un tramo del camino de ronda.

La creación de un consorcio con todas las administraciones o la definición de un nuevo modelo de gestión son otros de los temas pendientes. Sin embargo, por fin puede afirmarse que Tarragona ha empezado a creerse que este patrimonio que la ha puesto en el mapa de las ciudades Patrimonio de la Humanidad es su mayor tesoro. Quizás ha llegado el momento de que este plan de acción quede recogido en una hoja de ruta que sea la de la ciudad, más allá de los colores políticos. De esta forma, a lo mejor nos evitaríamos ‘tirar’ 200.000 euros a la papelera, como con la recuperación del Fortí de Sant Jordi.

Nos indignamos cuando decimos que Tarragona es la única capital catalana sin una estación de alta velocidad. Se nos olvida que también es la única sin un museo que explique su historia
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