El domingo de Carnaval en Tarragona tiene un evento que no deja a nadie indiferente: el darrer polvo del Rei Carnestoltes y su Concubina. Bajo este satírico nombre se esconde una tradición reciente pero ya consolidada, una versión local de la popular fiesta Holi, que cada año atrae a decenas de familias, jóvenes y veteranos dispuestos a sumergirse en una explosión de color.
Desde el mediodía, la plaça de la Disbauxa se llena de participantes que, al ritmo de los últimos éxitos musicales pinchados por un DJ, se arrojan polvos de colores sin miramientos. Poco a poco, el suelo se convierte en un lienzo teñido, y lo mismo ocurre con las prendas de los asistentes. Muchos aprovechan para despedirse de sus disfraces de Carnaval, mientras que otros, quizás menos previsores, acabarán con un recuerdo imborrable en su ropa del día a día. Ni hablar de las manos y las caras, donde los colores se adhieren como símbolo de la fiesta.
A pesar de la ausencia del sol, algunos resisten hasta dos horas en la nube de colores. A última hora, con la plaza comenzando a vaciarse, los más pequeños aprovechan para revolcarse en el suelo teñido, como si el objetivo final fuese acabar completamente pintados. Mientras, sus familias disfrutan de una bebida o se dejan llevar por la música.
Cerca de las dos de la tarde, la fiesta llega a su fin y se inicia el desalojo de la plaza, dejando tras de sí el rastro de una celebración que, aunque inspirada en la tradición hindú, tiene un trasfondo muy tarraconense.
El darrer polvo es una iniciativa del Ball de Serrallonga que se celebra desde 2022 y que, más allá de su vertiente lúdica, recupera una tradición histórica de la ciudad: las antiguas peleas de harina entre carniceros y pescadores en el mercado. Aquellas ‘guerras’ de harina desaparecieron hace más de 30 años, pero ahora reviven en su versión moderna, adaptada a los nuevos tiempos y consolidada como uno de los actos más esperados del Carnaval de Tarragona.
