Mi lugar favorito de la provincia se encuentra Tarragona, mi ciudad. Es un lugar en movimiento y con muchas perspectivas, así que podría decir que mi rincón, más que un lugar fijo es una ruta que me lleva a recorrer el Bosc de la Marquesa por mar y por tierra.
Cuando necesito calmar la mente y encontrar serenidad y calma, sobre todo durante los últimos meses de actividad frenética en la Associación d’Hostaleria de Tarragona, pero también poniendo en marcha mi proyecto personal de consultor hotelero, me pongo las zapatillas en la Platja Llarga para atravesar el Bosc de la Marquesa hasta la Playa de la Móra. He pasado los últimos quince años como director de hotel y posteriormente director de operaciones en una cadena hotelera, trabajando con una alta intensidad. ¡Siempre enfoco los proyectos con mucha ilusión y dándolo todo!
Me gusta el contraste entre la Llarga, una playa virgen que no ha cambiado a lo largo de los años, y el Bosc de la Marquesa. Cuando empiezo a subir por las rocas y entro en este bosque de pino blanco, de pinocha recubriendo el suelo, de arena, de raíces gruesas que sobresalen de su hábitat natural .... ¡Es un momento de wow! No lo sé describir de otro modo. El Bosc de La Marquesa es especial. Mientras corro, voy bordeando los acantilados, paralelos al mar, hasta la Playa de la Móra. Me encanta cuando llego a un punto donde se abre un claro entre los pinos frondosos y veo la Waikiki o la Rocaplana. Es un mirador natural increíble. Dos playas paradisíacas que tenemos al lado de casa. Y me gusta especialmente ir en otoño, invierno o primavera, porque cuando se acaba el verano, hay días que estoy prácticamente solo.
Pero mi playa preferida desde donde empiezo la ruta, es la Larga. Puede que no sea la más espectacular, pero para mí es una playa virgen, familiar, de toda la vida, auténtica. Si te fijas, es una playa que a pesar de su accesibilidad, no ha cambiado con los años. Es una playa donde voy con mi familia y que me trae muchos recuerdos.
Digo que es familiar, no sólo porque voy con mi mujer y mis dos niñas, también porque miss abuelos gestionaron durante muchos años la restauración de la ciudad residencial de la Platja Llarga y el Restaurante El Iot, también el Jocker o El Torreón, antes de pasar al sector hotelero. Llevo la profesión en los genes y hay rincones como este que me recuerdan esta herencia familiar que tanto ha influenciado en mi carrera profesional y en mi vida personal.
Mi rincón o itinerario preferido, tiene una doble vertiente. Porque normalmente llego a él corriendo, pero uno de los otros deportes que practico es el pádel surf, y esta afición me permite ver el Bosc de la Marquesa desde dentro al mar. Creo que es una de las fotografías más bonitas y desconocidas que tiene Tarragona.
Ver este rincón desde el agua me da calma y serenidad. Es un lugar de reflexión. Es el escenario ideal para ordenar ideas y dejar atrás preocupaciones. Este paisaje me permite apretar el botón pausa durante unas horas.
Este espacio natural, entre la Platja Llarga y la Platja de la Móra es como un pequeño oasis que me aporta tranquilidad, pero también alegría y positivismo. Es un lugar que me conecta con lo básico y consigue recordarme que la presión del día a día hace que tal vez no le dé el tiempo que se merece la naturaleza, la familia, el cuerpo. Yo soy una persona autoexigente y esta calidad seguramente me ha permitido conseguir muchas metas personales y profesionales, pero creo que es necesario alejarse del ritmo frenético que la sociedad nos impone, para conectar con lo más esencial y, a menudo, imprescindible. Y el Bosc de La Marquesa es para mí un aliado perfecto para conseguirlo.