«Nos gusta la velocidad. Intentamos revolucionar el coche en momentos del día que sabemos que no hay mucha gente paseando. Normalmente es por la noche. Nunca ha pasado nada, ni pasará. Tenemos mucha experiencia al volante». Este es el testimonio de A. P., uno de los jóvenes que se dedica a hacer carreras de coches nocturnas en los barrios de Ponent. Según él, no son carreras ilegales, «simplemente nos gusta correr con el coche».
Los vecinos no pueden más. Aseguran que cualquier día habrá una desgracia. «Hasta el día que no atropellen a alguien no van a parar», explica David Martínez, un vecino de Torreforta que trabaja en un bar cercano a los puntos más calientes. «Cada día, a la misma hora, vemos como se acercan los vehículos. Ya los esperamos», añade. Las zonas más problemáticas se concentran en los barrios de Ponent, concretamente en Torreforta y Campclar. Las calles Sant Benilde, Riu Glorieta, Riu Tordera o la Rambla de Ponent, son algunos ejemplos.
Se trata de calles largas, con varios pasos de peatones y con glorietas. «Nos va bien porque así nos obligamos a frenar de golpe y premiamos a quien acelera más rápido», asegura A. P., quien explica que ya hace dos años que lleva a cabo esta práctica.
El Ayuntamiento es conocedor de esta situación y el presupuesto tiene prevista una partida de 100.000 euros para instalar reductores de velocidad en las calles más problemáticas.
«Destrozan coches»
A los vecinos les preocupa y les molesta que se hagan estas carreras ilegales y que los coches alcancen esta velocidad en medio de la calle y a plena luz del día. «Hay vehículos que llegan a 100 kilómetros por hora. Da auténtico miedo», dice Maria Piedra, otra vecina de la calle Sant Benilde.
Marc Colilla es el presidente de la Associació de Veïns de Campclar Zona Esportiva. «No sé decirte ni la frecuencia ni la hora, pero son muchos los días que vemos coches que van a toda velocidad por nuestras calles. Cuando llegan a una rotonda o a un paso de peatones, frenan de golpe. Luego, los acelerones nos dejan sordos a los que estamos cerca», dice Colilla, quien añade que «me he estado fijando y puedo asegurar que estos coches hacen siempre el mismo recorrido circular y cerrado». El presidente de la asociación de vecinos de Campclar asegura que estas prácticas preocupan mucho al barrio, sobre todo porque «en algunos casos lo hacen por la tarde, cuando hay niños y gente mayor paseando».
También denuncian estas carreras los vecinos de Torreforta. «Llevamos años solicitando badenes que les obligan a reducir la velocidad. No hay manera. Parece que por fin nos han hecho caso», dice Úrsula Marín, presidenta de la Associació Progressista de Torreforta, quien añade que «estas carreras, además de suponer un peligro, acaban con coches destrozados».
Es el caso del vehículo de la entrevistada. «Los hechos se remontan al pasado 3 de junio. Tenía el coche aparcado en la calle Riu Besos, cerca de la rotonda, cuando otro vehículo, a toda velocidad, se estampó contra el mío, dejándome un lateral completamente destrozado», relata Marín, quien explica que también han roto farolas y otro mobiliario urbano. «Se trata de jóvenes que quedan por la noche para beber y hacer juerga. Después, cogen sus coches y hacen las carreras. El ruido de las ruedas chirriando es horroroso. Somos muchos los vecinos que llamamos a la Guàrdia Urbana. Nunca les han pillado», añade la líder vecinal de Torreforta.
Según Marín, hace años que denuncian esta situación, «incluso hemos presentado mociones al Ayuntamiento para que pusieran en marcha medidas que acabasen con estas carreras». Dice que las franjas horarias más conflictivas son el mediodía y la madrugada.
Desde la Federació d’Associacions de Veïns de Tarragona (FAVT) también denuncian los hechos. La entidad asegura que estos jóvenes, a parte de correr con el coche, llevan la música a toda pastilla, beben dentro del vehículo y, a menudo, van con los maleteros abierto y con personas de pie en el capó. «Están totalmente impunes porque a los vecinos les da miedo decirles algo o recriminarles la actitud», añaden desde la FAVT.
También pasa esto, aunque con menor medida, en Bonavista. «El problema no es que corran, el problema es que tengan un accidente y hagan daño a alguien», explica Loli Gutiérrez, presidenta de la Associació de Veïns de Bonavista, quien añade que las calles donde se registran más carreras ilegales de coches son la 26, la 20, la 22 y la 21.
La inversión
Por todo ello, el Ayuntamiento de Tarragona tiene prevista una inversión de 100.000 euros para instalar reductores de velocidad en las principales calles donde hay carreras ilegales. «Desde la Guàrdia Urbana y desde el Departament de Mobilitat se ha trabajado para poner los reductores en los puntos negros», decía hace unos días al Diari, Rubén Viñuales, quien dejaba claro que «no solo nos centraremos en la zona de Ponent, también en el centro y en Llevant».