Cuando Jesús entró a Jerusalén montado en su asno, la población lo recibió entre palmas. Era un símbolo de victoria en el mundo antiguo. La tradición religiosa ha llegado hasta nuestros tiempos y, cada Domingo de Ramos, el entorno de la Catedral de Tarragona se llena de ciudadanos para bendecir las palmas y los palmones. Hay quien lo hace por primera vez, recomendado por unos amigos, otros que reanudan la costumbre una vez han tenido hijos, y otros que tienen esta fecha marcada en rojo en su calendario. Una cita en la que nunca se falta.
El arzobispo, Joan Planellas, ha sido el encargado de bendecir las palmas y palmones en Tarragona. Lo hizo acompañado de otros representantes religiosos, desde las escaleras de la iglesia de L’Ensenyança. Los tarraconenses escucharon la lectura del evangelio según Sant Mateu desde la calle Les Coques. El evangelio explica justo la secuencia de cuando Jesús entró a Jerusalén.
Cuando llegó el momento de la bendición, los más pequeños movían las palmas. Algunas iban adornadas con lazos, y las más elaboradas, llenas de golosinas. Incluso algunas eran de colores. Una pequeña dosis de innovación en aquello tradicional. «Si no llenamos la palma de chuches no hay manera que quiera cogerla», decía una madre, descubriendo su estrategia.
Una vez celebrada la bendición, fue el turno de la procesión que llevó a la comitiva hasta la Catedral, donde se celebró la misa. El desfile lo encabezaba la cruz pontifical, símbolo del Arzobispado, y representantes políticos, religiosos y de las diferentes congregaciones de la Setmana Santa de Tarragona. Entre las autoridades destacaban el arzobispo Joan Planellas, el alcalde de la ciudad, Pau Ricomà, i el presidente de la Agrupació d’Associacions de la Setmana Santa de Tarragona, Francesc Seritjol.
Una de las historias curiosas que había entre los asistentes en el acto era la de Anna y Eduard. Son de Barcelona y desde que se casaron, hace tres años, aprovechan los días de Semana Santa para irse de vacaciones. Estén donde estén, el Domingo de Ramos es día de bendecir la palma. Este año ha tocado en Tarragona. Se hospedan en el Camping Sangulí de Salou y hoy no se han perdido la cita en la Catedral de Tarragona. «Somos una familia muy religiosa y cada domingo vamos a misa. No nos podemos perder una jornada como esta», dice Eduard, el padre, quien añade que «hace dos años hicimos lo mismo en Valencia y, el año pasado, en Malta». Antes de ir de vacaciones, vivían esta jornada en La Miraculosa, una iglesia del Eixample de Barcelona. «Nos ha gustado la experiencia en Tarragona, aunque la bendición nos ha parecido un poco corta», dice Anna, la madre, mientras arreglaba el palmón de su hijo Eric.
Quienes ya son fijos en la cita son la familia Campos. Los abuelos llevaron a sus nietos a la Catedral. «Mi hijo y mi nuera no quieren seguir con la tradición, pero respetan que nosotros sí. Por eso desde que nació el mayor, hace siete años, el Domingos de Ramos nos dejan a los nietos y ellos se van tranquilos a hacer el vermut. Luego nos juntamos», dice la abuela. Los nietos aprovechan este día para estrenar modelito.
Fuera de la Catedral, mientras se celebraba la misa, un grupo de estudiantes de un pueblo de Murcia hacía una visita guiada. «¿Porqué hay gente con ramos?», se preguntaba uno. La guía le contestaba, entre risas: «No son flores, son palmas y simbolizan el inicio de la Semana Santa».
En Reus, en la plaza de Sant Pere
En Reus, la de la Prioral fue la última bendición de la mañana. No se llevó a cabo en la tradicional ubicación de las Peixateries Velles, sino en la plaza de Sant Pere, justo frente al acceso al templo, como ocurrió el año pasado. El prior, Mossèn Antoni Cedó, ofició el acto. Y precisó, preguntado por el emplazamiento, que «lo habíamos elegido en el regreso tras la Covid, en 2022». «Lo sentí muy familiar y digno, adecuado para los niños que se acercan», apuntó. En esta ocasión, no se solicitó la retirada de terrazas de los restaurantes de las Peixateries, según detalló el Ayuntamiento.
En la plaza, reusenses se mezclaban con turistas que, en inglés, se coordinaban para pasar a coger sitio para la misa y preguntaban a su alrededor si aún estaban a tiempo de hacerse con una palma. Los pequeños las llevaban de colores, con gominolas, y algunos alzaron también ramas de olivo. La voz del prior pudo oírse gracias a un vehículo equipado con altavoces que llegó desde la calle de la Abadia. «Es importantísimo que recordemos, hoy y siempre, las imágenes de Jesús», dijo.
Palmas y ‘caramelles’
Los municipios de costa también arrancaron sus actos de Semana Santa, como en Cambrils, que celebró la bendición de las palmas en el Santuari de la Mare de Déu del Camí. En Torredembarra se llevó a cabo la tradicional cantata de caramelles a cargo de la Confraria de la Creu-Armats.
En Tortosa, los feligreses y los niños que acudieron a bendecir las palmas en la Catedral pudieron admirar la exposición de los pasos de Semana Santa que participaron en la procesión vespertina del Domingo de Ramos.