Un bocata de Eduard Boada, el tascaman más famoso de Tarragona que nos dejaba el pasado mes de diciembre, optará a ser el mejor de Espanya. La longaniza, la baldana, las judías y los rovellons son los ingredientes estrella. Aitor Nieto y Oscar Castelao, de Ol’Dirty Smash –un local de la Rambla Vella–, presentarán el bocadillo a un campeonato nacional. La propuesta que defenderán es el que se conoce como Blanc i negre, un bocata que creó Boada y que vuelve loca a media Tarragona. Para Nieto y Castelao, amigos, clientes y fans del tascaman, la iniciativa quiere homenajear a Boada y honrar su memoria.
El Blanc i negre –que se presentará al certamen con el nombre de Boada– es un bocadillo con mucha magia e historia. Lo primero que hace Oscar –el cocinero–, es tostar el pan en la plancha y añadirle el tomate. Luego quita la piel a la longaniza, la chafa y la plancha, al estilo Boada. Mientras tanto, se van haciendo las judías, los rovellons, la cebolla caramelizada y la baldana. Llega el momento de salpimentar y de añadir el queso, los piñones y el ajo y perejil. Una combinación perfecta.
Se trata de una elaboración compleja, de unos cinco minutos. Es una obra de arte. Tanto por la estética como para el paladar. Una delicatessen. «Le ponemos mucho amor y cariño. Intentamos que siempre quede igual, independientemente del trabajo y de la gente que haya en el local», dice Oscar. Un jurado acudirá al Ol’Dirty Smash cualquier día del mes de abril y será el momento de la verdad. La previsión es que se sepa si es el mejor bocata de España a principios de mayo.
La historia que hay detrás
Eduard Boada hijo nos cuenta que este bocadillo tiene más de medio siglo de historia. Perece ser que, en los años 60, un soldado valenciano que estaba haciendo la mili en el cuartel de la avenida Catalunya entró a Casa Boada y le mostró un bocadillo al tascaman. «Mi padre nos contó que el soldado le dijo que el bocata había venido en tren hasta Tarragona y que era de un bar muy mítico de Valencia, que se llamaba Casa Barrachina. Mi padre vio como estaba hecho y lo reprodujo añadiendo su personalidad», explica Eduard Boada hijo.
Masterclass Boada
Aitor, propietario de Ol’Dirty Smash, y Oscar, el cocinero del bocata, conocieron a Boada cuando era clientes del bar. Acabaron siendo amigos. «Todavía recuerdo las conversaciones tan interesantes que teníamos al quedarnos solos. Fue la primera persona que creyó en mi. Me dijo que algún día abriría un restaurante», explica Aitor.
Y aquí está unos años después. Este joven tarraconense regenta dos locales de mucho éxito en la ciudad. En 2018 abrió Ol’Dirty Burguer La Cantonada y, el año pasado, se embarcó en el proyecto de Ol’Dirty Smash. «Cuando el Boada cerró, le pregunté si le parecía bien que hiciera sus bocatas en el local de la Rambla Vella para desayunar. Me dijo que lo que necesitara», explica Aitor.
Fue entonces cuando el emprendedor llamó a su amigo Oscar para explicarle y compartir el proyecto. «Me he dedicado a la cocina mucho tiempo, y lo más importante: hice una masterclass en Casa Boada», dice, medio en broma, Oscar, quien añade que «para mi, Boada siempre ha sido una inspiración. Este bocadillo es un homenaje a él».
Aitor insiste en qué todo esto ha sido posible gracias al tascaman. «Sin su permiso no hubiéramos hecho nada», dice. El Blanc i negre no es la única reproducción del Boada que se hace. «También hacemos el sorpresa, el de tortilla con patatas chips y el de sobrasada», explica Aitor.
Antes de fallecer, Boada probó una de sus especialidades elaborada de la mano del cocinero Oscar. «Le gustó mucho», asegura Aitor.
Para ellos, presentarse al concurso es una manera de honrar la memoria de quien fue su maestro. No solo en la cocina, también en la vida. Muy emocionado, Aitor explica que «era una persona muy íntegra, con muchos valores. Ya no hay gente así», dice.
Eduard Boada hijo está abrumado con tantas muestras de amor. «En teoría, una persona muere cuando deja de respirar. Pero la realidad es que no se muere mientras se la recuerde. Mi padre era muy querido por mucha gente. Esta onda expansiva de amor ha llegado hasta mí. Lo del bocata es una prueba».