Todo es política. La que, en muchas ocasiones, pervierte la realidad. Y la que, en otras, deja ver lo que hay tras la fachada. Una fachada que forma parte de la llamada ‘batalla’. Que muchas veces esconde sentimientos, emociones y palabras que se dejan ver en cuentagotas.
Una de esas veces corresponde al último pleno del mandato, donde los concejales que se marchan se despiden y ofrecen su último alegato. En Tarragona, dieciocho de los veintisiete ediles no seguirán. En sus intervenciones, se ha vislumbrado un tono conciliador, carente de esa agresividad dialéctica que, en muchas ocasiones, caracteriza los discursos políticos. Se ha dejado al desnudo la parte más personal, la más difícil de ver. Tanto, que, en algunos casos, hasta ha resultado sorprendente.
El primero en despedirse, sobre las nueve y media pasadas, ha sido el conseller no adscrito José Luis Calderón, que será el jefe del gabinete de Alcaldía de Rubén Viñuales. Calderón ha agradecido el trabajo al personal del Ayuntamiento y ha expresado que «ha sido un honor servir a la ciudad».
El siguiente ha sido el también no adscrito, Hermán Pinedo, quien ha calificado como «un privilegio» haber sido conseller. Ha recordado que hace ocho años que llegó desde Cartagena: «Hoy, siento que Tarragona es mi casa y el catalán mi lengua», ha apuntado. Una declaración que ha arrancado los aplausos de gran parte de la Sala Genius del Palau Firal. No se ha olvidado de los haters: «A los que tantas veces habéis intentado echarme: no habéis podido conmigo; 2023 y aquí sigo».
Eva Miguel (CUP) ha hablado en representación de la también consellera Inés Solé (CUP) y de la Assemblea Local: «Se va la única voz disidente, la que señala a la mafia». «Nos vamos habiendo demostrado que podemos gobernar; nos vemos en 2027 en el Saló de Plens».
El siguiente turno ha sido el de Àngels Pérez (En Comú Podem), quien, visiblemente emocionada, ha dado las gracias a oposición y a gobierno: «Habéis trabajado mucho en poco tiempo». Por su parte, ha expresado que deja la política activa: «Seguiré en las calles», ha añadido.
Dídac Nadal (Junts per Tarragona), se ha acordado de «aquellas personas que han perdido horas de sueño y que se han implicado». Ha añadido que «el comercio [una de las áreas que ha gestionado] necesita apoyo; por ello, debe abordarse con una visión de ciudad».
Un recuerdo sentido
La otra edil de Junts que no seguirá, Cristina Guzmán, ha tenido un cariñoso recuerdo para los consellers fallecidos durante el pasado mandato, María Isabel Negueruela (PP), Ana Santos (PSC) y Albert Abelló (PDeCAT). «Todos hemos entrado en el Ayuntamiento con el mismo objetivo: trabajar por nuestra ciudad», ha añadido.
Sergio Piriz (Cs) ha anunciado que no seguirá en política, agradeció a sus compañeros de partido y ha destacado que «ha sido un orgullo y un honor trabajar para Tarragona».
Por su parte, Paula Varas (ERC), ha agradecido «la oportunidad de ser la primera consellera extranjera que gobierna en la ciudad». En este sentido, instó a «entender la inmigración desde una perspectiva más igualitaria».
«Hasta aquí hemos llegado», ha bromeado Manel Castaño (ERC), quien ha reivindicado que «este gobierno ha dejado una Tarragona mejor de la que se encontró» y que «la conselleria de Memòria Històrica ha mantenido la llama viva».
Cinta Pastó (ERC) ha recordado su primera etapa en el área de Turismo, tras sustituir a Laura Castel en 2020. Como doctora, ha rememorado también la etapa de la Covid-19: «Recuerdo las caras de los compañeros cuando les dije que lo del virus iba para largo». También ha remarcado la «visibilización» que se ha logrado en el ámbito de Feminismes i LGTBIQ+.
El siguiente turno ha sido para el exalcalde, Josep Fèlix Ballesteros (PSC), que, el pasado 23 de mayo, cumplió cuarenta años como miembro del plenario. «Quería irme con discreción; recuerdo una frase del exalcalde Recasens, que decía: ‘He hecho lo que me ha gustado y, además, he cobrado’». Ballesteros ha reconocido a sus predecesores y a Ricomà, y ha indicado que «la política es intentar acordar y consensuar, sin insultos ni faltas».
Begoña Floría (PSC), que se ha despedido tras dieciséis años –doce de gobierno y cuatro de oposición–, ha recordado su paso por las diferentes áreas que ha gestionado. Emocionada, ha deseado suerte a los nuevos ediles: «Todos queremos que Tarragona funcione».
También Mario Soler (PSC) se ha mostrado agradecido por la «oportunidad de conocer Tarragona de una forma diferente»: «He intentado aportar los valores que mi madre [Ana Santos] me enseñó».
La penúltima despedida ha ido a cargo de Francesc Roca (PSC), quien deja la política para continuar dedicándose a la educación: «Necesitamos consensos y encontrar puntos comunes para que la ciudad lidere el área metropolitana».
El hasta ahora alcalde, Pau Ricomà (ERC), ha concluido la ronda de adioses especificando que el suyo «no es inmediato, pero será pronto». Para Ricomà, «pese a las diferencias, cada uno ha defendido, desde su posición y, con cierta pasión, su forma de pensar».
Se ha cerrado con abrazos y fotografías una sesión, singular por las formas y el contenido, en que la mayoría de consellers electos en 2019 han dejado paso a caras nuevas en el tablero político de la ciudad.