Pese a que la concienciación de la sociedad sobre el bienestar animal está creciendo durante los últimos años, en la Protectora d’Animals i Plantes de Tarragona expresan que, especialmente desde el pasado mes de septiembre, viene observándose un repunte en el abandono de mascotas y un decrecimiento de las adopciones.
«Uno de los principales motivos puede ser el efecto que tiene la crisis económica actual, que puede impedir a muchas personas hacerse cargo de un animal de compañía o adoptarlo; por otra parte, también es posible que sea una consecuencia de la nueva ley de bienestar animal, cuyo reglamento aún no está definido», indica la presidenta de la entidad, Núria Güell.
En la actualidad, están entrando muchos animales que vivían en chalés, pero cuyos dueños se han mudado a pisos. Por este motivo, entre otros, el tipo de perro que más llega suele ser de grandes dimensiones: rottweilers, pastores alemanes y belgas...
La competencia de la recogida de los animales, ya sean gatos o perros, es del consistorio. Una vez que se ha llevado a cabo, deben pasar veinte días en la perrera municipal sin que ningún presunto propietario reclame. Transcurrido ese tiempo, si están en condiciones de ser adoptados, entran en la protectora.
En palabras de Güell, «la adaptación es complicada porque llegan con miedo». Los animales tienen espacios de juego y salen a pasear casi todos los días de la semana gracias al trabajo de los voluntarios.
Analizando los datos registrados durante todo el año 2023, entraron un total de 417 gatos y 346 perros. Por el contrario, se adoptaron 300 felinos y salieron 198 canes. El resto siguen en la protectora, en acogida o han fallecido.
¿Cuál es el perfil de la persona adoptante? Según la presidenta de la protectora, «es muy variado y no hay un patrón». A la hora de adoptar, los requisitos se centran en que el futuro propietario pueda tener un espacio adecuado para el animal y recursos para ser capaz de mantenerlo.
«La consideración de la sociedad hacia las mascotas ha ido a mejor, pero aún hay mucho que hacer», expresa Güell, quien admite que «el trato puede ser diferente en un entorno rural o urbano», en el sentido de que, en el primer caso, el animal puede formar parte de una dinámica de ‘trabajo’ en el campo.
Una historia de lucha
Los inicios de la Protectora de Tarragona se remontan al año 1968: «Al principio, los animales estaban recogidos en las viviendas particulares de los socios», recuerda Güell. Posteriormente, una integrante cedió a la entidad unas naves industriales.
En el 2003, el Ayuntamiento de Tarragona habilitó las instalaciones actuales, ubicadas en el polígono de Riu Clar. El consistorio es quien se encarga de hacer frente a los gastos de suministros. No obstante, Güell denuncia que «las ayudas que ofrece la Administración son escasas comparadas con el gasto que comporta realizar esta labor».
Para ayudar a la Protectora, puede realizarse una transferencia al ES36 0081 0104 7900 0155 4158. También existe la posibilidad de colaborar a través de la opción de Bizum de donar a una causa solidaria –con el código 08268–. En su página web, pueden consultarse más vías.