En torno al 5 % de los adultos y entre el 7 u 8 % de las niños sufren alergia a los alimentos, una enfermedad cuya prevalencia se ha duplicado en pocos años, según se ha puesto de manifiesto en el congreso que la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) ha celebrado en Zaragoza.
Los expertos alertan de que, con el auge de intolerancias alimentarias, la población general puede confundir los síntomas, porque en ocasiones son similares, pero son dos afecciones que difieren considerablemente entre sí ya que la alergia puede llegar a provocar la muerte mientras que la intolerancia "no supone un peligro vital", explica la doctora Isabel Ojeda, miembro del Comité de Alergia Infantil de la SEAIC.
Una persona que sufre intolerancias a alimentos, experimenta síntomas digestivos crónicos, hinchazón, dispepsia, diarrea o estreñimiento y, en ocasiones, otros síntomas como astenia, migrañas, dolores corporales, aturdimiento mental, picores y reacciones cutáneas.
Las reacciones por alergia son inmediatas, bruscas y repentinas tras la toma del alimento o alimentos que la provocan y puede manifestarse picores, rojeces, urticaria, angioedema, ahogo, tos, falta de aire, autoescucha de sibilancias, dolor abdominal, vómitos, diarrea, mareo, visión borrosa, desmayo y/o pérdida de conocimiento.
Es por lo que la alergóloga, según se recoge en una nota de prensa, alerta sobre la importancia de reconocer los síntomas y "realizar un correcto diagnóstico de la enfermedad".
En el campo de las intolerancias alimentarias se está investigando sobre la microbiota intestinal y la disbiosis a partir del cultivo y una PCR de una muestra de heces del paciente que se compara con bases de datos de microbioma normal, un "ámbito diagnóstico emergente para muchas patologías en el siglo XXI" aunque todavía en desarrollo, apunta Ojeda.
La alergóloga Cristina Camarero incide por su parte en las diferencias entre la enfermedad celíaca, la sensibilidad al trigo no celíaca (STNC) y la alergia al trigo que, aunque comparten algunos síntomas, "son diferentes en su origen y desarrollo, estudios diagnósticos y tratamiento".
La enfermedad celíaca, que en España padece el 1 % de la población, es un desorden genético, autoinmune que ocurre como una reacción a la ingesta del gluten en individuos genéticamente susceptibles.
Al trigo
La alergia al trigo es una reacción autoinmune a cualquiera de las muchas proteínas en el trigo cuya ingesta "desencadena una respuesta inmediata -que puede variar desde minutos hasta a 2 horas- con síntomas cutáneos (urticaria), respiratorios (dificultad para respirar), digestivos (vómitos, náuseas), anafilaxia, dermatitis de contacto o asma", detalla la experta.
En cambio, la sensibilidad al trigo no celíaca (STNC) no es una reacción de inmunoglobulina E (IgE), como lo es la alergia al trigo, ni es una reacción autoinmune, como la enfermedad celíaca.
El gluten
En este caso la dieta sin gluten es el tratamiento recomendado, pero el agente causal es desconocido y no existen criterios diagnósticos consensuados.
Camarero advierte no obstante de que no hay ninguna evidencia científica que justifique suprimir de la dieta en las personas sanas la ingesta de gluten y a pesar de ello hasta el 11 % de la población en algunos países lo practican.
Los productos sin gluten manufacturados, alerta, contienen, en general, más azúcares y grasas, y por lo tanto, "son desaconsejables en una dieta saludable" y su supresión solo es "absolutamente necesaria en los pacientes celíacos o con alergia a estos cereales, pero no para la población que no padece ninguna de estas enfermedades", concluye.