La cifra de centros escolares que han implantado programas de aprendizaje integrado de contenidos y lengua extranjera ha aumentado considerablemente en los últimos años. Estos modelos de educación bilingüe, o plurilingüe en aquellas comunidades con lenguas cooficiales, ofrecen ventajas y desafíos tanto a los profesores como a los alumnos. Según datos del Ministerio de Educación, el 84,8 % de los estudiantes del segundo ciclo de Infantil ha estudiado un idioma extranjero, porcentaje que se incrementa hasta el 100 % en primaria.
Un informe de la Unir (Universidad en Internet) describe a una persona bilingüe como aquella capaz de comunicarse de forma independiente y alterna en dos lenguas. «Esta situación tiene una vertiente individual y otra social: en la primera, el fenómeno del bilingüismo puede entenderse desde un punto de vista estricto (el dominio nativo de dos lenguas) o más laxo (cuando una persona tiene conocimiento y capacidad de utilizar en distinto grado una segunda lengua)», indican desde la Unir. Dada la estructura del sistema educativo, el fenómeno más común en la sociedad actual es que las personas se sitúen en un punto medio entre estas dos posturas, diferenciando niveles de bilingüismo en función de la competencia real que se tenga en una lengua distinta a la materna y la capacidad de utilizarla de forma simultánea.
El inglés es el idioma elegido mayoritariamente como segunda lengua, pero también existen centros educativos que optan por el francés o el alemán para el desarrollo de currículos bilingües o plurilingües.
Profesores acreditados
La educación bilingüe se caracteriza por el desarrollo de un programa en el que alguna de las asignaturas basadas en contenidos —como Historia o Ciencias Naturales y Sociales— se imparte en una segunda lengua, distinta de la materna de la mayoría de los alumnos. Las asignaturas se dan íntegramente en un segundo idioma y los maestros y profesores son profesionales especializados y acreditados para impartir las clases en una lengua extranjera.
El fin de este tipo de programas educativos puede variar según el centro: desde lograr el bilingüismo efectivo de los alumnos al finalizar el periodo escolar o, menos ambicioso, garantizar que los alumnos manejen la lengua extranjera como herramienta de trabajo aunque sin alcanzar un nivel elevado de competencia comunicativa.
«Para los expertos, que la educación bilingüe tenga éxito dependerá, en primer término, del impulso legislativo que se dé desde las administraciones y, en segundo, de la implementación efectiva en los centros escolares desde las primeras etapas educativas», señala Unir.
De forma razonada
A la hora de poner en marcha un programa de educación bilingüe, una de las claves es lograr que los alumnos se acostumbren a la utilización de un idioma distinto al materno para expresarse de forma razonada y compleja. La inmersión progresiva desde los primeros años escolares facilitará el uso indistinto de una lengua u otra, sin diferenciación de entornos o tareas, situación determinante para considerar que se alcanza la competencia comunicativa en un idioma extranjero.
De hecho, por norma general, las personas que tienen una educación bilingüe la reciben desde los primeros años de la infancia, de modo que son los padres quienes toman esta decisión. Sin embargo, existen otras opciones, como estudiar una carrera bilingüe en la universidad.