El puente que debe unir los barrios del sur de la ciudad con el Hospital Universitari Sant Joan de Reus y su entorno, salvando el cinturón ferroviario, ya está más cerca.
La infraestructura, ampliamente reclamada por el movimiento vecinal, ha entrado en el Pla d’Acció Municipal (PAM) 2023-2027. Y la concejala de Urbanisme, Marina Berasategui, concreta que «en el pasado mandato se logró el consenso de volver a poner encima de la mesa la necesidad de priorizar esta obra» y «ahora tenemos cuatro años más para conseguir que se aprueben proyectos de reparcelación y urbanización y, por lo tanto, la consecución de este puente».
Y es que esta pasarela para personas y vehículos, que será «una calle que pasará por encima de las vías» y que «lleva tiempo urbanísticamente prevista», toma parte de dos sectores distintos, el H.11 y el G.6, a un lado y otro del trazado del tren. Son sus propietarios quienes deberán impulsar el puente para poder construir luego en los terrenos.
En este sentido, Berasategui especifica que, «con el consistorio anterior, tramitamos modificaciones para resolver algunos cambios y algunas problemáticas que tenían estos sectores, que volviesen a ser viables y que sus juntas de compensación pudiesen emprender su transformación física». La obra que tendrían que llevar a cabo «es de urbanización», por lo que «al final esto acabaría cedido al Ayuntamiento, porque es vía pública».
Recientemente, añade la concejala, «hemos mantenido, a nivel técnico, varios contactos con los responsables de las juntas de compensación» para que la cuestión avance. Berasategui es consciente de que «los vecinos de la zona surnos reclamaban mucho esta conectividad, también para transporte público».
«Está clarísimo que la transversalidad que ahora no tenemos entre una parte y la otra del campus de la URV y el Hospital, en ese eje viario, es básica. Y, si no se ejecuta el puente, evidentemente no puede ser funcional», destaca la edil.
E incide en que «el compromiso que teníamos y que seguimos teniendo con la ciudadanía de esta parte es que, con la llegada de la estación de Bellissens y el paso de ciudad, también se debe seguir impulsando, como hasta ahora, que se pueda hacer este puente», ya que «permitiría acceder a la universidad y el Hospital de forma más directa y sencilla».
El puente vendría a enlazar la avenida de la Universitat, que emerge por detrás del centro hospitalario, con la avenida de Salou, a través de la calle Manuel de Pedrolo y la rotonda de Pau Gargallo. Y evitaría a los vecinos de barrios como Juroca o Montserrat, o incluso al inmediato Mas Iglesias, el rodeo que hoy dan para llegar al Hospital.
El despliegue encajaría en la voluntad del gobierno de potenciar el sur de Reus, donde se han proyectado equipamientos como la nueva Escola Bressol, el Distrito Tecnológico del Tecnoparc, el traslado de la Facultat de Medicina de la URV o la propia estación de Bellissens. Con cifras del Open Data Municipal recogidos en 2022, en el entorno de Juroca, Montserrat y Mas Iglesias viven unas 8.400 personas.
Los vecinos lo esperan
Preguntado sobre los planes para levantar el puente, el presidente de la Associació de Veïns La Unió del Barri Juroca, Manolo Villalba, apunta que «es una reclamación histórica, llevamos como 20 años pidiendo esto y, si lo hacen realmente, será una buena noticia». «No es que nos fuese útil sino que es totalmente necesario. No puede ser que tengamos que dar un rodeo de dos kilómetros cuando tenemos el Hospital a dos metros», destaca.
Por su parte, el presidente de la Associació de Veïns del Barri Montserrat, Domingo Martínez, opina que «cuanto antes construyan el puente, mejor. Comunicará toda la parte sur con una zona que tenemos muy cerca y a la vez muy lejos». «Incluso para las ambulancias será positivo evitar toda la vuelta que ahora hay que dar», especifica.
Y Francesc Jornet, que preside la Associació de Veïns El Roserar de Mas Iglesias, expone que «el punto de vista del barrio es que ya hace muchos años que reclamamos el puente y a toda la zona sur de la ciudad nos hace falta para comunicarnos con el otro lado».
«Si la cosa se está acelerando, eso solo puede estar bien», afirma. Y comenta que «es necesaria una conexión con ese entorno por la que puedan transitar tanto personas como vehículos. Empezó a hacerse en 2008 y se paró». «Los pasos subterráneos que tenemos no sirven para mucha cosa y a esto le vemos una gran utilidad», concluye Jornet.
El suelo en cuestión ya tiene el planeamiento aprobado y «lo que tenemos que hacer es seguir progresando en los trámites y que las juntas de compensación prioricen la urbanización del puente», detalla Berasategui. La intención es que esto llegue a ver la luz durante el mandato. El puente podría ir acompañado de otras pasarelas menores.