A través del grafiti. Así pasó Joël Prieto del punk al hip-hop. Así, Reus ganó un MC.
Aunque en sus primeros contactos con el género, de la mano del grupo español 7notas 7colores, no se sintió muy identificado, «me costaba pillar los textos», los muros enseguida dieron paso a los escenarios y a los micros abiertos en noches de concierto. De esta época recuerda los nervios, que le llevaron a gritar más de la cuenta en algún que otro show, y la batalla campal que se desató por los desafortunados comentarios de otro MC: «un chaval de Sabadell les tiró a unos red skins una frase sobre los que no eran raperos de verdad, y estos la pagaron con todos los que subían al escenario. Empezaron a volar vallas y de todo».
A pesar de ese duro inicio de carrera, o quizá precisamente a causa de este, Joël empezó a profesionalizarse. Llegaron los primeros trabajos de Fetitxe13, de los que el artista destaca Antes de morir yo decido qué me espera, un trabajo en colaboración con figuras muy potentes del rap en el país: Titó de Falsalarma, Jefe de la M, Diox, Dj Strom… En ese álbum hay un remix en el que participan 21 MC’s.
También en esta etapa encontramos un disco destinado a mostrar y poner en valor el talento de la zona de Tarragona, This is Tarrako, un trabajo en dos volúmenes.
Como puede apreciarse, la discografía de Fetitxe13 está formada, en gran medida, por trabajos colaborativos. El rapero deja claros los motivos: «Bueno, yo siempre he sido algo así como un hooligan cultural, y me ha gustado mucho promover el movimiento. También es un poco como funcionaba el hip-hop cuando empecé, no había gente que sólo rapeara, o había muy poca». Según explica, «era una movida más cultural, más comunitaria, y la misma persona rapeaba, pero también hacía graffiti y sabía algo de breakdance». Sin embargo, esta doble función de artista y promotor ha pasado cierta factura a su carrera, como comenta él mismo: «también te roba tiempo y, a nivel personal, mi carrera ha avanzado más despacio que si me hubiese centrado más en lo que hacía yo».
Y, tras un tiempo dedicado más a los conciertos que a la creación propiamente dicha, Joël se ha centrado precisamente en eso, en dar un empujón a su carrera personal y a elevar el nivel profesional de su música. «En general, más perfeccionismo: miro que el sonido esté muy pulido, busco un resultado profesional, al fin y al cabo, mucho más que antes. Antes estábamos más volcados en el aspecto de la escritura, éramos buenos poetas pero raperos justitos. Nos dolía mucho tener que quitar una frase de un tema. Ahora valoro más los silencios».
Fruto de esta mentalidad, surgen los últimos trabajos del artista, los que han tenido una mayor repercusión: entre ellos destaca el single Pàtria, de nuevo una colaboración, esta vez con Toni Mejías, de Los chikos del maíz y Bittah, del grupo Tribade, y que contiene una gran carga de crítica política. A ésto sigue el maxi Pàtria riddim, siguiendo la tendencia del reggae de crear un remix con una base distinta, en el que podemos encontrar la canción Aberria/Patria/Pàtria, que está grabada y cantada en catalán, gallego, euskera y aragonés, una combinación de lenguas única hasta la fecha, y donde destaca el rap en aragonés de Krevi Solenco.
De esta forma, y en el mejor momento de su carrera (hasta ahora), aterriza el último trabajo de Joël Prieto, No tireu bombes a les flors, un disco que se publica el próximo 4 de marzo, con el que el rapero pone sobre la mesa «una declaración de intenciones, en la que hay espíritu crítico, humor y emociones». El mérito de tan colorido título, sin embargo, no hay que atribuirlo al artista, sinó a su hijo Pau: «Él tiene ahora cinco años y está muy interesado en los significados de los nombres propios. Un día juntó el suyo con el de su hermana Dalia, y preguntó si todo junto significaba que ‘no hay que tirar bombas a las flores’. La idea me gustó mucho, así que le pedí permiso para usarla como título para el disco». Queda por ver si recibirá royalties por su ayuda.