Imagínense que, al entrar a un espectáculo de circo, les dan papel de liar y les dicen que hagan un muñeco con él. Imagínense que, al salir, están haciéndose las siguientes preguntas: ¿Qué es la risa? ¿Cuál es su futuro? ¿Estamos en peligro de perderla?
Qué mejor manera de abrir esta vigesimoctava edición del Trapezi que con Bet Miralta y con Jordi Aspa, de la compañía Escarlata Circus, que estuvo bajo la dirección artística de la Fira durante las quince primeras ediciones.
Y qué mejor manera de abrir este Trapezi que con ellos hablando sobre la risa, algo tan intrínsecamente ligado al circo. El espectáculo la grUtesca reflexiona sobre su ingobernabilidad.
Sobre cómo el cuerpo que la provoca se transforma completamente y se entrega a algo desconocido e incontrolable. Se ponen en marcha músculos desconocidos y las caras cambian ostensiblemente.
Tal y como cambiaron las de los presentes en la sala polivalente de La Palma, que aceptaron el juego de Bet y de Jordi y que se introdujeron en su propio subconsciente y en sus pensamientos internos.
La grUtesca juega con el objetivo de que cada espectador se sumerja en su ser interior y se ría de él mismo.
Tanto Miralta como Aspa inciden en que el espectáculo se ha tejido creando una partitura de pensamientos, percepciones y emociones.
Partitura que reflexiona sobre cómo reímos en la sociedad actual, por qué lo hacemos, si nos sentimos obligados a hacerlo, si es un acto político... Todo en el marco de un aire circense generado.
Globos de helio, oscuridad, papeles de fumar que bailan y un botijo toman el protagonismo de gran parte del escenario, marinado con toques de intimidad.
Un ambiente íntimo que también generó Jean Philippe Kikolas en la carpa de la plaça del Baluard con su espectáculo Duelo. Pero, al contrario que la grUtesca, habló de un tema poco dado a la risa. Como su propio nombre indica, se dirigió al público para conversar sin palabras sobre la pérdida y la aceptación que la sucede.
Y lo hizo en una atmósfera fantástica y con técnicas virtuosas, del circo más clásico, como el lanzamiento de cuchillos o el trapecio Washington. Todo bajo la atenta mirada del público de la carpa de la plaça del Baluard, sentado en forma de círculo, para intensificar también la interacción de los espectadores entre sí.
Espectadores que cupieron por poco en las gradas de la carpa, ya que la cola fuera de la carpa pocos minutos antes del inicio del pase cruzó toda la plaza y hasta llegó a la de Sant Miquel.
Decenas de personas que participaron de lleno en un viaje preparado con mimo por Kikolas y con variedades.
Hubo también toques de humor negro. Algo combinado con las luces de colores que decoraron el espectáculo y que convergieron en el centro, allí donde se situó el artista, simulando el centro de ese universo que el artista quiso definir.
Un universo propio y sensible, así como el que creó DESproVISTO, el espectáculo catalogado como inaugural y obra de UpArte que, en la plaça del Mercadal, puso punto y final a la primera jornada de este Trapezi 2024.
Tres hombres y tres mujeres se mostraron vulnerables. Desprovistos hasta de sus ropajes, con prendas del color de su piel.
Con un silencio sepulcral y riguroso, únicamente interrumpido por los aplausos de la plaza, la obra hizo hincapié en ese arte plástico y flexible, que, junto con la música, provocó que el riesgo se uniera al ritmo y también a pizcas de humor y acrobacias que hicieron las delicias del corazón reusense.
De hecho, una hora antes de que diera inicio DESproVISTO, ese público entregado ya ocupaba varios de los asientos habilitados en el Mercadal, pese a que bajaron las temperaturas cálidas que habían acompañado al atardecer.
Muchas de esas personas ya habían disfrutado de algún otro espectáculo durante las horas previas y llegaron al último con la intención de poner el broche de oro a una primera jornada de Trapezi que llevó la introspección por bandera y que no decepcionó.