«Mi hijo pescó el ajolote con una barca de playa»

La habilidad de un niño de siete años permite capturar esta especie exótica

08 julio 2023 15:27 | Actualizado a 08 julio 2023 20:00
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La pasión y conocimiento de Ot Guiu Gudí, de tan solo siete años, fue clave para recuperar dos ajolotes mexicanos en la Riera de Marçà, en el Priorat.

Como cuenta su madre, Cèlia Gudí, todo empezó cuando Ot vio por primera vez a estos atípicos animales en una zona baja de la ría. El niño identificó al momento que esa especie no debía estar ahí y avisó a sus padres. Estos contactaron con la veterinaria, que alertó a los Agents Rurals de la zona.

Gudí comenta que a partir de ahí empezó una búsqueda exhaustiva de los dos ajolotes. Los Agents Rurals confirmaron su presencia e intentaron atraparlos sin éxito. Gudí asegura que «al tratarse de anfibios pueden estar hasta 30 minutos debajo del agua, y tan solo salen a respirar unos instantes a la superficie».

Admite que nunca antes había visto nada similar: de unos 30 centímetros, con uñas largas, una especie de pelo largo... Cuenta que «realmente es un animal muy feo». Con el aviso, los Agents Rurals lograron capturar el primer ejemplar. Este se encontraba en muy buen estado, tenía los colores muy vivos y se notaba el cuidado. Gudí asegura que «parecía sacado de la pecera».

Al cabo de aproximadamente un mes y medio, los habitantes de Marçà volvieron a encontrar indicios de un segundo espécimen en la misma riera. Este hecho desconcertó una vez más a la población, y alertaron de nuevo a los Agents Rurals.

El cuerpo de protección del entorno volvió a trabajar para sacar al anfibio de una zona en la que podía dañar seriamente el ecosistema acuático. Sin embargo, su capacidad de esconderse durante bastante tiempo complicó la operación. Gudí relata que «tuvimos suerte. El hecho de que no lloviera durante el tiempo que estuvo el ajolote escondido nos confirmó que no se había podido desplazar ni al pantano donde llega el agua ni, finalmente, al río Ebre».

El segundo ajolote lo recuperó finalmente el mismo Ot, que, aprovechando ya sus vacaciones de verano, puso en marcha una vigilancia exhaustiva del animal. «Un día conseguimos una pequeña barca de playa», explica su madre, y entonces «Ot se metió dentro y lo consiguió pescar, justo el día que los Agents Rurals se fueron antes». El joven aprovechó los instantes que subió a respirar, siempre en la misma zona, para atraparlo y custodiarlo hasta la llegada del cuerpo de expertos.

Este segundo animal sí que presentaba peor aspecto. Los días en un espacio y clima distinto perjudicaron su estado físico. Le faltaba una pata y tenía un color más pálido en comparación al primer ajolote.

Consecuencias directas

A pesar del buen estado de salud del primer ajolote, se detectó la presencia de un hongo que habría acabado con distintas ranas de la zona. Los Agents Rurals no descartan un saneamiento del lugar.

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