¿Qué genera la presencia de locales cerrados en una ciudad? De entrada, indica que falta comercio y, rápidamente, la cuestión se traduce a carencia de servicios para los vecinos. A la vez, coge una vertiente social: «Falta vida», indican presidentes vecinales de zonas de Reus donde hay un porcentaje elevado de tiendas cerradas, como puede ser el entorno de Mas Abelló o el barrio Niloga, a modo de ejemplo. La cifra total de bajos inactivos en la ciudad es de 2.764, según el Mapa Comercial de Catalunya 2022, lo que representa prácticamente el 47% de locales que hay en Reus.
Con esta inactividad, «la vida ciudadana desaparece» e incluso «aumenta la sensación de inseguridad», afirma el arquitecto Roger Miralles. Es el director de Patriarq-Cait, grupo de investigación de la URV que justamente ahora ha iniciado un estudio, por encargo de la Generalitat de Catalunya, sobre qué sucede cuando los bajos comerciales están vacíos y sus posibles usos.
El trabajo coge como muestra una quincena de ciudades de toda Catalunya, entre ellas, el triángulo Reus, Tarragona y Valls. Todavía está en fase inicial, pero, de entrada, lo que se tiene claro es que «dejar vacío un bajo es siempre un problema, sea en el centro o en la periferia», alerta Miralles. Añade que «sin actividad, se genera inseguridad, la gente deja de ir por la zona y la vida ciudadana desaparece».
En ello coincide el presidente de la asociación de vecinos I de Maig, Eduardo Navas. Los locales vacíos en la zona de Mas Abelló se han disparado en los últimos años y, ahora, «sólo quedan cuatro tiendas de comestibles», además de bares, describe Navas. Este descenso de la actividad ha dejado la zona huérfana de muchos servicios y, además, «la vida del barrio ha cambiado». «Ahora la gente sale menos de casa», dice, y se ha perdido el contacto del día a día.
También el barrio Niloga se encuentra en una situación similar. En esta zona –mucho más cercana al centro– se han contabilizado decenas de locales desocupados y, de hecho, el presidente de la Associació de Veïns Reus Nord, Josep Ramon Ferré, indica que, excepto la calle Ample, «el resto está repleto de persianas bajadas». «Es necesario actuar para cambiar esta dinámica», esgrime.
La desocupación de bajos también genera mayor sensación de inseguridad porque, precisamente, se apaga la vida en la calle. Además, son espacios susceptibles a ocupaciones ilegales o a ser foco de suciedad. A nivel estructural, para el edificio no supondría un peligro, «pero sí que retarda la detección de cualquier problema, como una fuga de agua», ejemplifica Roger Miralles.
Iniciativas para la reactivación
Los más de 2.700 bajos inactivos de Reus es un cifra elevada, según el mapa del Departament d’Empresa i Treball de la Generalitat, dado que el límite de desertización severa es del 70% de ocupación. En cambio, sólo un 53% de los bajos de la capital del Baix Camp tiene actividad. Cabe puntualizar que esta es la media: en ejes como el Llovera, el índice de ocupación es superior al 85% o Passeig Prim también tiene muy buenas cifras. Pero hay zonas especialmente castigadas, como los barrios periféricos.
El mismo estudio recomienda «priorizar la ocupación de locales», y en esta línea es en la que ya trabaja el Ayuntamiento. Hace un par de años que el consistorio puso sobre la mesa el proyecto ‘Reus Espais Vius’, con el fin de facilitar el contacto entre propietarios de locales y emprendedores y, así, contribuir a dinamizar estos espacios. A principios del año pasado, se empezaron a ver resultados, con las primeras aperturas de nuevos negocios.
La primera zona donde se desplegó el proyecto fue en los arrabales de Robuster y de Sant Pere, y se ha ido extendiendo por el arrabal de Martí Folguera y el entorno del Pallol. Hace un par de semanas, el consistorio anunciaba que se avanzaba hacia la zona norte, siendo esta la tercera fase. Es aquí donde el Ayuntamiento y la asociación vecinal Reus Nord suman esfuerzos, dado que hace meses que el barrio planteaba intervenir artísticamente varios establecimientos con el fin de dinamizar locales.
¿Nuevos usos?
En lo que trabaja Reus, como hacen también otras ciudades, es potenciar la ocupación de locales por, nuevamente, negocios. Es el uso que indica la planificación urbana «y hay que cumplirla», subraya el arquitecto Roger Miralles. No obstante, indica otras posibles soluciones, que ahora serán estudiadas. No obstante, ya apunta algunas e irían más allá de abrir comercios, como apostar por oficinas o, incluso, viviendas. «Lo que nos dicen los estudios es que una combinación de usos hace que haya más actividad económica», relata.
El arquitecto señala que se podría vivir en unos bajos, «pero no está previsto a nivel de planeamiento». No obstante, no duda en que hay que replantear estos espacios porque «si no, vamos hacia ciudades fantasmas». También destaca el importante papel que juegan los equipamientos, que acaban atrayendo actividad. En esta línea, el presidente de Reus Nord, señala el futuro Centre Cívic Gregal, «que creo que ayudará a dinamizar la zona».