«Estamos decepcionados con la situación. Sabemos que no es culpa de nadie, pero luchar contra la incertidumbre tanto tiempo agota. Muchos estamos reformulando el concepto de ocio nocturno, más que nada para adaptarnos a la circunstancias, pero sabemos que éste funciona y muchos luchamos para que sea lo más seguro posible», ofrece su testimonio Marco Rodríguez (Dj Ecléctico).
Lleva años en el sector y, con el tiempo, ha optado por diversificar. Añade que existen muchos perfiles en este campo de actividad y, en su caso, «tengo un perfil atípico». Al fin y al cabo, explica, «si te dedicas a esto, nunca paras de moverte y vas creando proyectos», dice.
Más allá de las restricciones y de que hay muchos locales que han tenido que pausar su actividad, insiste en que el ocio nocturno «funciona» y, hasta la pandemia, «se había logrado una convivencia con la vecindad; había responsables en los locales que velaban porque hubiera un respeto en la puerta del local, primando el descanso de los vecinos», completa.
Dj Ecléctico pertenece, además, al proyecto reusense Love Stream, surgido en noviembre de 2020 a causa de la pandemia. A dicho colectivo se unieron diferentes locales de «perfiles distintos, pero del mismo sector», con el objetivo de dinamizar el sector y hacerlo más visible. «Las restricciones, como es natural, han pausado todas las ideas que pudiéramos llevar a cabo de forma conjunta. Mantenemos el contacto y, como decía, dentro de Love Stream hay realidades muy diferentes y cada local se reformula en la medida en la que puede», asegura.
Por ejemplo, establecimientos como Broto’s o Blondie también ofrecen ofertas gastronómicas en terraza, una vía mediante la que pueden seguir ofreciendo un servicio y que tiene salida en verano. «Creo que el futuro del sector, por ahora, camina hacia una forma de ocio con actos de formato más reducido y de aforo controlado; también se apuesta más por el ocio de día», continúa. Una conclusión que apunta y que considera relevante es que el sector se apoye, que «trabajemos por la ciudad y apostemos por los profesionales del territorio».
Los gastos siguen ahí
En el caso de la sala de conciertos Lo Submarino, la actividad es «inexistente», sentencia Víctor Bladé. Por cuestiones de aforo, añade, no pueden realizar ninguna actividad. «Con una treintena de personas no vamos a ningún sitio, ni podemos realizar un servicio de barra como Dios manda. Las ayudas a las que hemos optado, además, son limosnas», describe. Afirma que a pesar de estar en pausa en el local, los gastos continúan ahí. «Por suerte, conseguimos un alquiler con precio de pandemia, la propiedad ha sido consecuente», dice.
La situación se la toma con filosofía a pesar de que han tenido que suspender un gran número de conciertos. «La presión mediática es considerable. Desde el día cero, nos informamos de todos los protocolos válidos y funcionales y tenemos muy claro qué tenemos que hacer. Aunque después de tantos cambios, concluyes, a menudo, que es más fácil cerrar temporalmente», manifiesta.
Considera que las salas de conciertos han salido «muy perjudicadas, a pesar de que nos hemos esforzado por poner en marcha un buen sistema, con riesgos mínimos». Coincide con Marco diciendo que, a pesar de todo, «no queda más remedio que adaptarse, aunque pedimos a las administraciones que se tenga en cuenta al sector, nos sentimos muy abandonados y somos altavoces de la cultura, que está más que comprobado que es segura y saludable», declara. Como programador cultural y con una experiencia extensa, Bladé sostiene que «el sector se ha vuelto muy frágil, hay locales que han cerrado y otros que agonizan. Si tienes la suerte de diversificar, perfecto; pero hay muchos locales que no tienen esa opción».
Desde el pub y bar Absenta, uno de sus socios, Roger Elias, recuerda que «cerramos en octubre y hemos permanecido, mayoritariamente, inactivos». Van aguantando y, por suerte, los demás socios también cuentan con más frentes abiertos a nivel laboral. «El ocio nocturno de terraza es el que sobrevive y algunos han tenido que cambiar su naturaleza momentáneamente», destaca. Sobre el modelo de ocio que se impone ahora, valora que «tal vez veamos uno de un carácter más cultural y de recreo, que dure más horas y que se desarrolle en el exterior», comenta.
Raúl Juárez, responsable de The Green Dog Cafè, considera que «políticamente, están poniendo parches». En su caso «hace ya tiempo que no he abierto la zona de discoteca y, a pesar de que la actividad es la que es en la terraza, es lo que vamos potenciando». «Nos tendremos que adaptar sin remedio, como hasta ahora. Tal vez nos adaptemos a unos horarios más europeos, quién sabe. Produce desánimo el hecho de que las ayudas, en muchos casos, no cubran los gastos y lo que sí notamos, ya en general, es que la ciudadanía está cansada de la situación», concluye.