Los desplazamientos en vehículo privado se reducirán casi un 7% en los próximos cinco años, en favor del transporte público y de sistemas sin motor –la bici– o a pie. Así lo refleja la proyección del nuevo Pla de Mobilitat Urbana Sostenible de Reus (PMUS), que dibuja dos escenarios de futuro para 2028 partiendo de una radiografía de 2021.
El primero de ellos se plantea como el «optimista» y cuenta con que se desarrollen a corto plazo las infraestructuras previstas en cuanto a estaciones de tren y de bus. Muestra, también, el impacto de potenciar las conexiones peatonales y en bici internas y con municipios vecinos, y el de la pacificación de calles. Con todo ello, la cantidad de trayectos en coche pasaría del 54 actual al 48,1% (un 5,9% menos), el uso del transporte público se incrementaría del 4,8 al 7,5% (2,7%) y los medios no motorizados darían el salto del 41,2 al 44,5% (3,3%).
Pero hay un segundo escenario que el estudio elige como el objetivo y que prioriza las intervenciones en circuitos internos. En ese, el vehículo privado caería un 6,8% (del 54 al 47,2%), el crecimiento del transporte público sería mucho más leve (de 4,8 al 5,2%, un 0,4%) y el gran pico del coche lo absorberían los desplazamientos no motorizados, en bici o caminando, que pasarían de suponer el 41,2 al 47,6% (6,4% más) para 2028.
Si no se interviniera de ninguna forma, la tendencia de movilidad en la ciudad avanzaría ya por sí sola en esa línea, empujada por la expansión de las áreas de prioridad para el peatón y la eclosión de carriles bici gracias a los Next Generation, aunque lo haría lentamente. Pese a que el escenario 1 se ve posible, «debido a la crisis de la Covid-19, que ha retrasado la puesta en marcha de muchas políticas en movilidad interurbana», el Pla escoge como objetivo el 2. Este, además, se presenta como «más ambicioso» en cuanto al cambio de usos en la trama urbana, especialmente en la ocupación del espacio público por parte de los vehículos.
El «traspaso de usuarios desde los medios privados y mecanizados, como coches y motos, hacia otros no motorizados, como los viajes a pie o en bici, o el transporte público» es, tal como señala el PMUS, «una de las principales medidas para racionalizar la calidad de los desplazamientos de los habitantes de Reus».
Actualmente, la inmensa mayoría de los movimientos de salida y entrada se hacen en coche y ese copa también un tercio de los internos. Que estos últimos se realicen sobre todo andando o a pedales es una de las metas que se ha marcado el Ayuntamiento. Pero hay otras: moderar el consumo energético, rebajar los combustibles derivados del petróleo, controlar la contaminación y el ruido y recuperar las calles para los peatones y los ciclistas, y reducir la accidentalidad son algunos de ellos.
Grados de limitación
En este sentido, la creación de la zona de bajas emisiones (ZBE) es una de las intervenciones con mayor inversión –cerca del millón de euros– que contempla el Pla de Mobilitat. El documento entra en la concreción del sistema e indica que su finalidad es «excluir el tráfico de paso y el exterior, proporcionando a la vez aparcamiento a los no residentes para que sea sencillo dejar el coche al margen del núcleo o en bolsas de estacionamiento». Los vehículos sin etiqueta, «susceptibles de no poder circular dentro de la ZBE», oscilan «entre un 15 y un 35% según los barrios».
La zona de bajas emisiones se dividirá en tres coronas: zona de ultrabajas emisiones, zona de bajas emisiones y zona ampliable con el tiempo. La primera se ceñirá al Tomb de Ravals, que ya está parcialmente cerrado, y sus alrededores, y «será un espacio para probar movilidades menos contaminantes, como una distribución urbana de mercancías electrificada o las ‘cargobikes’». En la segunda corona se permitiría el tráfico de coches con etiqueta, con excepciones, «sin resultar agresiva para la ciudadanía». Y la tercera se prevé más adelante «para abarcar la gran mayoría de áreas residenciales que no están en las otras dos».
Nervios camino del aula
Otra acción de peso, es la pacificación de los entornos escolares, equipamientos y puntos públicos sensibles para paliar los efectos nocivos del coche. Eliminar el tráfico en el Tomb de Ravals dando metros al viandante es un paso. Pero el Ayuntamiento quiere descentralizar esta concepción.
Alrededor de los colegios, se han detectado «situaciones de colapso circulatorio que afectan a las calles adyacentes» y «generan situaciones de estrés y nervios, cosa que aumenta las probabilidades de accidente o atropello». Este peligro «crece porque la proliferación de vehículos familiares altos (SUV) disminuye la visibilidad del conductor». Por todo ello, habrá una prueba piloto de pacificación de entornos escolares limitando el paso de coches y potenciando el de personas a pie.
El Pla de Mobilitat Urbana, que alcanza hasta 2035, incluye casi 80 acciones a desarrollar. La más cara –11 millones– es la construcción del parking de La Hispània, y también figuran el despliegue de la bici compartida, un aparcamiento de autocaravanas, mejoras de conectividad con los polígonos o más ejes por donde ir caminando.