Las galerías comerciales están tocadas. Cierto es que nadie podía pronosticar un futuro con una crisis provocada por una pandemia mundial, pero la realidad es que estos negocios viven «constantemente golpes económicos», tal y como señala Anna Valdepeñas, de la autoescuela Prim, ubicada en las galerías Quer de Reus.
Este modelo comercial, exitoso en los sesentas y setentas, tiene dos núcleos de resistencia en la capital del Baix Camp, en el centro de la ciudad: las Quer, en la avenida Prat de la Riba y les Nou Centre, que conectan la plaza de la Sang con la Riera Miró. Ambas tienen una salud preocupante con el 65% de sus locales vacíos. En el caso de las Quer, de la veintena de locales que acoge, al menos 13 están cerrados. Su mayoría en la planta baja, donde tan solo hay vida en uno de ellos, que sirve como taller de Retoc Teixit i Més, que atiende en la planta principal. Por su parte, el Nou Centre solo tiene activos nueve de los 25 locales a pie de peatón. ¿Qué es lo que hace que estos modelos no funcionen en la actualidad?
«Paso por estas galerías varias veces a la semana y la verdad es que solo las relaciono con un atajo hacia la Riera Miró», señala Javi, un vecino de la calle Hospital, que utiliza el Nou Centre como vial para llegar a su parking. «Ni me había fijado que había algún negocio más que el bar de la entrada y la oficina del fotógrafo en la salida. Está todo muy oscuro y descuidado. Hay una luz que lleva parpadeando más de un año y no se ha cambiado».
Josefina, vecina de la plaza Catalunya, recuerda que hace 20 años las galerías estaban llenas de negocios: «Venía aquí y tenía la peluquería, una tintorería y una librería. Siempre comprábamos cómics con mi nieta», recuerda. Seguidamente apunta que «ahora ya no paso por aquí, me he hecho mayor y no me da seguridad».
Incivismo y desinterés
Andrés Campos tiene su oficina de arquitectura en estas galerías. Lleva más de una década y ha visto ir y venir negocios sin éxito. «Se ha convertido en un sitio de paso, donde solo resisten los locales esquineros y las oficinas», señala. De hecho, los locales laborales son los que reinan en el desértico Nou Centre.
Campos considera que una de las cosas que más ha menguado la vitalidad de este recinto ha sido el descuido general. «Convivimos comunidad de comercios, con los vecinos que viven en los bloques de viviendas y propietarios del parking de la planta baja. No somos capaces de ponernos de acuerdo para el mantenimiento de los pasillos centrales». Esto, asegura, ha provocado un aumento del incivismo y, consecuentemente, el deterioro de las galerías: «Ha habido robos y los propietarios de los locales nos hemos tenido que hacer cargo de las cámaras de vigilancia; los perros se mean en los pasillos y también lo tenemos que pagar nosotros, al igual que la limpieza de los cristales de los locales vacíos». Y añade que «desde el inicio ha habido goteras y no hemos sido capaces de ir a una».
Según Campos, la actitud del consistorio tampoco ha ayudado. Con la remodelación del arrabal del Pallol y de la plaza de la Sang, los propietarios de los locales de la galería esperaban que se potenciara el Nou Centre. Sin embargo no ha sido así. «El Ayuntamiento no ha mostrado ningún interés en potenciarlo. Con la remodelación se han aislado las galerías, a las que no puedes acceder directamente por ningún paso de peatones. Tampoco se ha arreglado el desnivel y la entrada se sigue inundando cuando llueve». En ese aspecto, Campos critica que «pagamos como si estuviéramos a pie de calle y no nos cuidan».
Renacimiento en la Quer
En el otro extremo del núcleo de la ciudad se encuentran las galerías Quer. En ellas se hay un gran contraste entre la planta principal, con la mayoría de locales ocupados, y los bajos, totalmente desierta y apagada. Las Quer comunican sus locales con tres calles distintas (la avenida Prat de la Riba, la calle dels Recs y la calle Santa Teresa, ofreciendo una doble entrada a los negocios, por dentro de la galería o desde el exterior.
Anna Valdepeñas es copropietaria de la Autoescuela Prim. Un negocio que llegó con el estreno de las Quer hace 40 años. El más antiguo que resiste a día de hoy. Primero estaba en los bajos, «cuando estaban llenos de vida e incluso había un bar. La gente venía a pasar la tarde porque estaba de moda, la ocupación rozaba el 100%», recuerda. Posteriormente se trasladaron a la planta principal. «Cuando comenzó la decadencia de los bajos queríamos irnos, pero la gente nos dijo que no, que ya nos identificaban con la ubicación con la que estamos. La verdad es que siempre hemos tenido una continuidad de clientes por el trato. Somos propietarios y hemos resistido el paso del tiempo», añade Valdepeñas.
Según la propietaria, hay múltiples motivos por los que las galerías no funcionan, pero destaca que «no se ha sabido estar al día ni aprovechar las oportunidades de negocio». Valdepeñas explica que los negocios que hay llevan tiempo intentando arreglar las Quer, «cambiar el techo, poner luces de led para ahorrar y hacerlo más atractivo», pero que con el cúmulo de propietarios es difícil llegar a un acuerdo, «el máximo benefactor no deja». Sin embargo, se muestra satisfecha con los negocios con los que comparte ubicación: «Nos ayudamos muchos los unos con los otros, esperamos realzarnos».
En la cara más optimista de la moneda está Francisca Marcos, de Retoc Teixit i Més. Ella llegó a las galerías tras varios años pagando alquiler en el centro de Reus y opina que «ahora mismo no hay punto de comparación, aquí es mucho más económico». Francisca dice que en la última década ha comprobado que «la galería va a mejor, los negocios del primer piso nos hemos visto llenando y está todo bastante activo».
Según Marcos, con la llegada de Internet las galerías vuelven a ser una buena apuesta, porque «ya no requieren de acudir expresamente al centro para conocer el negocio, sino que te pueden encontrar desde cualquier lado». Algo que, asegura, ayudará.