Se cumplen ya cinco años de la colocación de las primeras cámaras de videovigilancia en las calles de Reus y, de momento, parece que han surtido efecto. El Ayuntamiento empezó el despliegue por Sant Josep Obrer, barrio que había reclamado este tipo de dispositivos para mejorar la seguridad. Los aparatos entraron en funcionamiento en diciembre de 2017 y, desde entonces, no han parado de crecer las zonas de la ciudad equipadas con estas cámaras. Ya son 13 las áreas videovigiladas y, para este 2023, se prevé incorporar cinco zonas. Cinco puntos más también están en cartera. Ante esta proliferación, ¿qué balance hacen las zonas que ya llevan años con los dispositivos?
Eduardo Navas, al frente de la Associació de Veïns I de Maig, reconoce que han sido útiles, sobre todo por temas de droga. «Desde que tenemos los dispositivos, hemos visto una reducción del trapicheo», relata.
En Sant Josep Obrer, las cámaras están ubicadas en seis puntos: la calle Mare de Déu de Puigcerver y los pasajes Mare de Déu de la Macarena, del Saliente, de la Paloma, de la Cabeza y de las Angustias. Inicialmente, en el barrio había la preocupación que la problemática simplemente se trasladara hacia otras zonas no vigiladas. Pero Navas asegura que no ha sido así y que, ahora, cinco años después de la puesta en marcha de las cámaras, están más tranquilos en este sentido.
No obstante, los dispositivos no han servido para poner fin a otras cuestiones, como el incivismo, «que sigue igual que siempre», lamenta. De hecho, desde hace años que la mayoría de repartidores no se atreven a entrar al barrio y los vecinos que hacen pedidos tienen que ir a recogerlos fuera de la zona. También el butanero dejó de ir casa por casa y hace tiempo que deja las bombonas en el local social.
Para el presidente de la asociación vecinal lo ideal sería que hubiera mayor presencia policial a pie por las calles del barrio. «De vez en cuando pasan», señala, «pero en coche». En cuanto a la comisaría de proximidad, dice que está cerrada pero que, en su lugar, cuentan con la denominada ‘comisaría móvil de proximidad’. Se trata de una furgoneta de la Guàrdia Urbana acondicionada como comisaría. Se puso en marcha el año pasado y de vez en cuando hace parada en la zona de Mas Pellicer, dando cobertura a los barrios de Sant Josep Obrer y Mas Abelló. «Hemos mejorado, pero queda todavía mucho», opina Navas.
Otra de las primeras zonas videovigiladas de Reus fue el eje de las calles del Vent y Jesús. El presidente de la Associació de Veïns l’Harmonia del Carme, Josep Machado, también considera que los dispositivos han ayudado a mejorar la seguridad. Aun así, considera que las imágenes de las cámaras tendrían que mirarse más a menudo, ante cualquier incidente, «y no únicamente cuando hay un robo». Desde Lara Joies, en la calle del Vent, coinciden en que las cámaras dan mayor tranquilidad: «Al menos, se lo tienen que pensar dos veces». Algo en lo que coinciden desde la tienda Petitons, en la misma calle.
Ante los resultados de las cámaras ya en funcionamiento, el consistorio sigue desplegando dispositivos y, para este 2023, se prevé la cuarta fase. Se actuará en las plazas del Baluard, Cultura de la Pau, Patacada, Anton Borrell y plaza del Víctor.