La muerte como un culto a la vida

La Asociació Calmécac celebró la fiesta mexicana del Día de los Muertos en el Centre Cívic Cultural del Carme 

01 noviembre 2019 12:04 | Actualizado a 01 noviembre 2019 12:08
Se lee en minutos
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:


La forma de enfrentarse a la muerte es un hecho cultural, y ayer Reus vivió en su propia piel este contraste en la Fiesta del Día de Muertos celebrada en el Centre Cívic del Carme. Colores, música y alegría. En la cultura mexicana, el negro solo vale para dibujar la Catrina, uno de los iconos más representativos del país que aquí copiamos tantas y tantas veces pintándonos la calavera para los disfraces de Halloween. 


«Para nosotras es una fiesta que representa la muerte como una continuación de la vida. Un paso más para reintegrarse a la madre tierra», explicó Irina Ralevo, presidenta de la Associació Calmécac, que lucía su vestido original de Tehuana. Un poco más allá, una mujer se cogía la falda roja y la alargaba para posar para una fotografía. Ella lucía el vestido de su pueblo, Michoacán. La asociación Calmécac tiene, entre sus ámbitos de actuación, difundir la cultura mexicana y ayer logró acercarse un poco más a la celebración de su país. 


En el centro del recinto lucía el Altar de los Muertos, hecho a mano por el colectivo. Tres pisos, un mural con la Catrina y un espacio central para guiar el camino a los muertos. Abajo, en el primer estado, se había la comida de ofrenda. A falta de ingredientes tradicionales mexicanos la gente aportó fruta, las galletas y pan. Un eslabón más arriba, en el del medio, había las calaveras, una fotografía de Michael Jackson y otra del Conde Drácula. «Había libertad de traer imágenes de los personajes importantes», justificó Ravelo entre risas. Este estadio significa la tierra, la vida. En el eslabón final, lucían las fotos de los ancestros y personajes de referencia en México, como Emiliano Zapata o la periodista feminista Laureana Wright. Los vasos de plástico llenos de agua, servían como elemento clave.

Antes de construir el altar, una treintena de niños, había escuchado poemas sobre la muerte y se habían pintado la cara conociendo el significado de cada uno de los elementos.  «Aceptan la muerte de una forma muy natural», señalaba Sonia Bilbao, presidenta del Centre Cívic el Carme. Y así, una cincuentena de personas, festejó, el Día de Los Muertos, con felicidad.

Comentarios
Multimedia Diari