La danza eterna de Roseta Mauri en Reus

Homenaje. El Teatre Bartrina acogió la clausura del Any Roseta Mauri destacando la figura de la bailarina del siglo XIX

23 diciembre 2019 07:30 | Actualizado a 23 diciembre 2019 17:43
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Isabel Amanda Roseta Mauri Segura (1849-1923), más conocida como la bailarina del Fin d’arabesque o Danseure sur la scène, fue una de las bailarinas más reconocidas de Europa de finales del siglo XIX y una de las favoritas de los círculos artísticos de su época debido a su virtuosismo, su fascinante personalidad y su tenacidad.

Hija del maestro de ballet y coreógrafo de Reus, Pere Mauri, siempre hizo gala de sus orígenes reusenses, aunque en realidad nació en Palma de Mallorca. Formó parte de las mejores compañías, participó en las óperas más sobresalientes de la época y además fue la primera bailarina de la Ópera de París. En palabras de Maria Pilar Sanz, bailarina, profesora de danza y presidenta de la Coordinadora de Dansa de Reus, «debió ser una persona muy valiente, por todo lo que consiguió profesionalmente y porque viajaba de un lado para otro y eso era algo complicado si nos situamos en su época y más aún, siendo una mujer». Para Sanz, «Roseta Mauri es un referente para nuestros alumnos por su coraje y porque demostró que los hitos se pueden conseguir siempre y cuando haya detrás un trabajo y un esfuerzo. Y como reusenses, nos tendríamos que sentir muy orgullosos».

Roseta dejó un gran legado en Reus y 95 años después de su muerte sigue siendo un referente artístico en la ciudad, tanto que sigue formando parte de su programación cultural habitual. Por ello, el Ajuntament de Reus decidió dedicar este 2019 a esta bailarina que maravilló al público, coincidiendo con uno de los años que se convoca el Premi Beca Roseta Mauri de danza y para devolver su figura a la memoria colectiva.

Un lenguaje universal

Con la colaboración de la Diputació de Tarragona, desde enero se han celebrado actividades diversas como conferencias y proyecciones de documentales, una exposición excepcional sobre la bailarina en el Museu de Reus, exhibiciones de danza, el espectáculo Ballant ballàvem, firmado por la bailarina y coreógrafa Laia Santanach, la presentación del cuento sobre la biografía de Roseta escrito por Maria Lluïsa Amorós y con ilustraciones de Teresa Llorach o el inicio de un interesante proyecto educativo para fomentar la danza.

Actividades con una elevada asistencia de público y que ha contado con un gran número de participantes, que destaca la alta implicación de escuelas y bailarines de todas las edades. Según indicaba Sanz, «durante todo el año también las escuelas de danza de la ciudad hemos ido a bailar a diferentes lugares y hemos intervenido en muchos actos. Con ello hemos conseguido que los bailarines pudiesen aprender y disfrutar a la vez, además de conocer la figura de Roseta Mauri. Creo que es muy importante programar danza en los teatros, que es la vía normal donde el baile llega al público, pero también es interesante introducir este arte en lugares donde no es tan habitual», puntualizaba.

Para finalizar, ayer se celebró una jornada en la que el Teatre Bartrina se llenó de bailarinas para despedir este año homenaje. Talleres, actuaciones y una masterclass con el coreógrafo Andrew McNicol, fueron algunos de los actos a los que se sumó un coloquio a media mañana. Éste contó con la presencia de dos grandes de la danza internacional: Lola de Ávila, bailarina y profesora y el coreógrafo Andrew McNicol, además de la bailarina reusense Ariadna Llusà.

Moderado por la periodista cultural especializada en danza, Carlota Moragas, resultó ser una interesante charla en la que hubo unas ‘periodistas’ de excepción: las pequeñas bailarinas llenaron el bello escenario de preguntas con las que McNicol y de Ávila se desenvolvieron con proximidad y ternura.

La mayor parte de las cuestiones se encaminaban a conocer cómo dirigieron sus carreras profesionales hacia este arte y qué significa el baile para ellos, en todas sus vertientes. De Ávila, que heredó su amor por la danza de su madre, también bailarina, dejó frases tan bellas como «para mí, la danza es como caminar, no recuerdo cuando cómo empecé, es algo innato, una forma de vivir». McNicol también emocionó: «bailar es libertad, un lenguaje universal que todo el mundo comprende».

Con sus respuestas lograron hacer crecer la pasión y la estima por este arte a estas pequeñas aprendices que escuchaban con suma atención mientras se removían en los asientos llenas de admiración.

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